La violencia podría imponerse en las zonas productoras de coca de Bolivia en caso de que el presidente electo Hugo Banzer concrete su proyecto de lanzar el ejército a la lucha antidrogras, según temen los campesinos de la central región del Chapare.
Banzer, que jurará la Presidencia el 6 de agosto, prometió acabar en sus cinco años de gobierno con todas las plantaciones ilegales de coca, utilizadas por el narcotráfico.
La estrategia sugerida por Banzer comprende la participación directa de las Fuerzas Armadas en el combate a la droga y esa perspectiva inquieta a los campesinos cocaleros del Chapare, la zona de origen del contrabando de cocaína a Estados Unidos, Europa y en el último tiempo también a Brasil.
Las tentativas de erradicación de los cultivos de coca no autorizados se remontan a la recuperación de la democracia, en 1982. Los planes han fracasado, aunque ninguno de los cuatro gobiernos que sucedieron desde entonces utilizó a las Fuerzas Armadas.
La producción de coca se incrementó 27 por ciento entre 1986 y 1996, porque los campesinos reemplazaron con nuevos cultivos la superficie sembrada destruida.
La violencia del pasado enrarece las relaciones entre campesinos y militares, aunque Banzer explicó que la intervención de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico será sólo un "elemento de disuasión" y no de represión directa de los cocaleros.
El presidente electo aseguró en una reunión con directores de medios de comunicación nacionales que la fuerza militar no será utilizada para erradicar cultivos de coca ni para perseguir a los productores de la hoja, materia prima de la cocaína.
Pero los campesinos, dispuestos a resistir la erradicación de los cultivos ilegales, creen que la militarización de la lucha contra las drogas provocará una escalada de violencia en el Chapare.
Evo Morales, el principal dirigente sindical de los cocaleros del Chapare, y ahora parlamentario electo por esa región, llamó a los campesinos productores a sembrar el triple de hectáreas de las que actualmente tienen.
"Estoy convencido de que (el nuevo gobierno) no va a acabar en cinco años con la planta de coca. Si el general Banzer va a iniciar la erradicación forzosa de cocales sólo se va a encontrar con la horma de su zapato", dijo Morales.
Según estimaciones oficiales, actualmente hay en el Chapare algo más de 30.000 hectáreas de coca, que convierten a Bolivia en el segundo productor de este cultivo en el mundo, después de Perú, que tiene cerca de 200.000 hectáreas sembradas.
También el presidente saliente, Gonzalo Sánchez de Lozada, advirtió que sería "muy peligroso" enviar a los militares a combatir las drogas.
Sánchez de Lozada señaló que su gobierno prefirió utilizar sólo a la policía en esa misión.
"El día en que el narcotráfico penetre a la institución (las Fuerzas Armadas) será difícil resistir", dijo el presidente, en alusión a la corrupción que genera el narcotráfico.
Los narcotraficantes "te compran o te amenazan, es muy peligroso", agregó.
Sánchez de Lozada reveló que en los últimos cuatro años resistió la presión de organismos internacionales y países que lo instaban a ordenar la intervención directa de las Fuerzas Armadas en la guerra antinarcóticos.
El embajador de Estados Unidos en Bolivia, Curtis Kamman, influyente en materia de combate al narcotráfico, tomó con cautela el anuncio de Banzer. Kamman dijo que se reserva su opinión sobre el asunto hasta que las nuevas autoridades anuncien oficialmente su estrategia.
Mientras, los mandos del ejército tienen un solo comentario sobre la política antidrogas anunciada por Banzer: acatarán las órdenes de los nuevos gobernantes. (FIN/IPS/jcr/ff/ip/97