Mientras crecía en un campamento de refugiados para palestinos, el entonces joven e incipiente artista Ibrahim al- Mozayen recurría a las imágenes que veía fuera de su hogar en Rafah, en el sur de Gaza, para crear sus pinturas.
Por lo habitual, el mensaje era político: escenas de jóvenes palestinos en prisiones israelíes, la pobreza de los campamentos, la "lucha armada" contra el poder militar de Israel en Gaza.
Hoy, el pintor de 36 años trabaja para el Ministerio de Cultura de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y sustituyó los temas políticos por lo que considera un género posmoderno similar a las obras de Frederick James o David Harvey.
La mayor parte de sus pinturas actuales surgen del ejercicio de remover en la mente las paredes exteriores de las casas de Gaza e imaginar qué ocurre en su interior.
A pesar de haber desechado la política como fuente de inspiración artística, su vida como artista en Gaza le recuerda a diario que la política no está lejos.
Las medidas de seguridad de Israel estropearon sus intentos de traer a artistas de Cisjordania a Gaza y viceversa, mientras la conservadora población palestina y un gobierno con problemas mayores que el del arte casi liquidaron la vida cultural.
"A veces pienso, ¿por qué estoy aquí?", se lamentó al-Mozayen desde su oficina del Centro Cultural As-Shawa, de Gaza, donde su función es planificar acontecimientos culturales.
Ha pasado tomando té la mayor parte del tiempo desde que comenzó a trabajar en la institución hace tres meses, admitió. El Centro exhibe aguafuertes del artista palestino Ismail Ashur, pero al-Mozayen admite que la programación no ha sido intensa. "No hay presupuesto", explicó.
Con menos de 90.000 dólares por año, el gobierno apenas puede pagar los sueldos de los empleados, sostuvo al-Mozayen.
El Centro recibió 17 muestras artísticas en total debido al bajo costo que representa una exhibición, pero las producciones mayores no son posibles debido a la falta de fondos.
En una ocasión, al-Mozayen quiso traer una obra de Haifa, Israel, a Gaza. Los productores del espectáculo árabe-israelí pagarían los costos de producción si el ministerio aportaba 1.500 dólares por transporte y estadía. Al final, la obra se canceló porque el gobierno no consiguió el dinero.
A la vez, las obras no llegan a Gaza porque el palestino promedio no puede pagar más de tres dólares por función. Por ese precio, si se vendieran las entradas de los 500 asientos del Centro de As-Shawa, el productor sólo conseguiría 1.500 dólares, menos de lo necesario para cubrir los costos.
Al-Mozayen atribuye al gobierno palestino la falta de atención que brinda a la cultura, absorbido por el proceso de paz y la reconstrucción de Gaza tras 30 años de ocupación israelí.
Pero aun si el gobierno pudiera financiar el arte, es probable que la conservadora sociedad musulmana de Gaza no aceptara todo lo que a al-Mozayern le gustaría exhibir.
Por ejemplo, la conocida película "Una Boda de Galilea", del realizador palestino-belga Michel Khalifi, fue prohibida en Gaza por sus escenas de desnudos.
Las esculturas están excluidas porque el Islam prohíbe la exhibición de ídolos. La mayor parte de los teatros de Gaza permanecen cerrados, igual que durante los siete años que duró el levantamiento contra Israel. El cine Nasser fue incendiado por la organización radical islámica Hamas.
La familia de al-Mozayen apoyó su afición al arte debido a la influencia de su primo mayor, el famoso artista palestino de Túnez Abdel Rahman al-Mozayen. Pero en Gaza los artistas son vistos con suspicacia en Gaza. "Es algo raro ser artista aquí", explicó.
"A la gente no le interesa tu capacidad creativa. Se fijan en el mensaje que puedas dar, si utilizas palabras o muestras una escena que no les gusta", agregó.
Pero las asfixiantes medidas de seguridad israelíes impiden que la salida de Gaza sea una alternativa.
El millón de palestinos de Gaza deben conseguir un permiso de los militares israelíes para salir de esta pequeña franja de territorio. Las autorizaciones son tan raras, excepto para los 20.000 o más obreros que trabajan en Israel, que la mayoría ni lo intenta.
Hace dos años, tras la explosión de una bomba en el pueblo israelí de Hadera, Israel aumentó su "clausura" de seguridad sobre Gaza y al-Mozayen no pudo salir durante seis meses.
Las restricciones también dejaron a otros artistas palestinos fuera de Gaza. En abril, el teatro palestino al-Qasaba de Jerusalén quiso traer un espectáculo infantil a Gaza por dos días.
Tras conseguir los permisos necesarios de las autoridades israelíes, el equipo fue demorado en el cruce de Erez que separa a Israel de Gaza. Al final, sólo actuaron un día. "Gaza es como una prisión", se quejó al-Mozayen.
Estos problemas fueron un factor importante para obligar a los artistas a salir de Palestina.
El arte palestino se exhibirá en París, y no en Gaza, durante un mes en un festival denominado "Primavera Palestina". Las pinturas de al-Mozayen se exhibieron junto con las de otros artistas palestinos. También actuaron varios grupos de teatro y bandas musicales.
De todas maneras, al-Mozayen espera el día en que el arte palestino sea apreciado en Gaza. "Para mí, la cultura es necesaria como el pan. Necesitamos este tipo de alimento para nuestras almas", agregó. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/aq-mj/cr/97