"Siento una alegría rara, la alegría de vivir", dice Francisco Coloane, el gran escritor chileno tocado tal vez tardíamente por la fama internacional que celebra este sábado 19 de julio sus 88 años de edad.
Cumplirá también 68 años dedicado a las letras, desde que a los 20 publicara en el diario El Mercurio de Santiago su primer cuento, "Lobo de dos pelos", por el cual le pagaron 150 pesos de aquella época.
Estaba recién llegado a la capital y vivía entonces en una "pensión de mala muerte" donde contrajo una fuerte fiebre que pudo tratarse gracias a lo recaudado con su cuento, según recordó en una entrevista con el diario La Epoca.
Nacido en Quemchi, en el aislado archipiélago de Chiloé, este vigoroso escritor de voz de barítono, elevada estatura y abundante melena y barbas blancas, es llamado hoy en Europa, donde sus obras son éxitos de venta, "el Jack London chileno" en Europa.
Narrador de aventuras en los mares australes y en las pampas de Tierra del Fuego, Coloane plasmó también en sus libros la odisea de los onas y alacalufes, las etnias indígenas de la Patagonia virtualmente exterminadas en este siglo.
En "El guanaco blanco", una de sus últimas novelas reeditadas en Chile, cuenta precisamente las matanzas de aborígenes por encargo de estancieros que invadieron las pampas fueguinas con centenares de miles de ovejas.
Los rebaños de ovejas, bautizadas como "guanacos blancos" por los indígenas, expulsaron también a los guanacos de verdad y transformaron en una pampa desértica lo que hasta entonces era tierra de bosques y pastizales.
Durante cuatro décadas Coloane estuvo integrado a las experiencias literarias de los chilenos con la inclusión en los programas escolares de su novela "El último grumete de la Baquedano", que incluso fue llevada al cine.
Pero más allá de ese relato su prolífica producción narrativa era prácticamente desconocida en el país, con excepción de los círculos intelectuales y de la izquierda, donde sentó su "habitat político" como militante comunista.
"Nadie es profeta en su tierra". La repetida máxima es también aplicable a Coloane, quien comenzó a ser objeto de la admiración internacional ya a punto de cumplir los 80 años gracias a otro escritor que también emigró de Chile.
Luis Sepúlveda se convirtió en referencia obligada de la narrativa chilena en Europa desde comienzos de esta década con "Un viejo que leía novelas de amor", seguido por otros títulos de éxito como "Mundo de fin de mundo", "Patagonia Express" y "Nombre de torero".
Fue Sepúlveda quien comenzó a hablar en sus charlas y entrevistas de Coloane como uno de sus maestros hasta despertar la inquietud por sus obras, algunas de las cuales ya habían sido traducidas a otros idiomas en países del Este europeo.
En Francia Coloane se transformó en un "súper ventas" y fue condecorado en 1996 Caballero de la Orden Nacional de las Artes y las Letras, además de ser invitado tres veces consecutivas al Festival de Saint Malo, honor no alcanzado por ningún otro autor.
Su viaje a Saint Malo este año coincidió con el lanzamiento de la traducción al francés de "Golfo de Penas", una de sus novelas más celebradas junto a "El camino de la ballena", "El guanaco blanco" y "El último grumete de la Baquedano".
Allí, en la Bretaña francesa, según comentó al periodista Víctor de la Fuente en su entrevista con La Epoca, rememoró los paisajes marítimos de su Quemchi natal, el pueblito chilote de 1.000 habitantes situado 1.200 kilómetros al sur de Santiago.
"En mi casa de pilotes era como vivir sobre el mar", recordó Coloane, cuya vida ha estado marcada desde su primera infancia por la presencia del océano, desde los mares australes hasta los acantilados atlánticos de Francia.
"Cuando mi padre murió, lo tengo muy presente, en la madrugada del 11 de agosto de 1919, yo tenía nueve años y justo antes de expirar me dijo 'volvamos al mar' y yo siempre vuelvo al mar…", señaló el escritor.
"A mis 87 años aún puedo dar varias brazadas y luego salgo del mar, de espaldas, apoyándome en las olas, como los botes", agregó Coloane, para terminar humorísticamente con la noticia anticipada de su muerte:
"El mar -dijo- me mantiene vivo y pienso vivir hasta los 88 años. Me gusta mucho el número ocho, me da suerte, así que le anuncio mi fallecimiento a los 88 años en el 1998, siempre que sea nadando en el mar". (FIN/IPS/ggr/dg/cr/97