La introducción del gas natural en la industria y la generación de energía eléctrica en varias ciudades sudamericanas acelera la integración regional, con la construcción de gasoductos e inversiones millonarias.
El tendido de gasoductos comienza a armar en la región una red metálica "umbilical" entre Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.
La expresión pertenece a los presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y Gonzalo Sánchez de Lozada, de Bolivia, que la semana pasada lanzaron la construcción del gasoducto que llevará 30 millones de metros cúbicos diarios de gas boliviano a Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais.
Con ese objetivo, las empresas petroleras de ambos países asociadas a otras compañías internacionales construyen una tubería de 32 pulgadas de diámetro y 3.150 kilómetros de extensión, que en el futuro se convertirá en la columna vertebral de una red mayor de gasoductos en el cono sur de América.
La construcción del gasoducto, que tendrá un costo de 1.800 millones de dólares, le permitirá a Bolivia un ingreso anual de 100 millones de dólares, que crecerá hasta 500 millones, por la venta de gas natural a Brasil.
Los trabajos de exploración de nuevos campos gasíferos en Bolivia demandarán una inversión inicial superior a los 640 millones de dólares, según estimaciones de La Paz.
No sólo el gas boliviano, sino también los del norte de Argentina y de la región de peruana Camisea correrán en el futuro por esas tuberías para alimentar la demanda de energía de la industria brasilera.
Los expertos aseguran que los principales polos industriales de América del Sur comenzarán a utilizar el gas natural no sólo por razones de costo, sino también porque se trata de un combustible menos contaminante.
También la ciudad de Santiago de Chile y la región de Valparaíso comenzaron a recibir este mes gas natural procedente de la provincia argentina de Neuquén, a través de un gasoducto de 465 kilómetros que atraviesa la cordillera de los Andes.
En 1998 se construirá otro ducto que llegará a la región de Concepción, en el sur de Chile, y luego otros dos destinados a las regiones de Copiapó y Arica, en el extremo norte del país.
La construcción de gasoductos, centrales eléctricas, distribución de gas y creación de industrias químicas para convertir el gas natural demandará en Chile una inversión de 3.000 millones de dólares, según autoridades del sector de energía de ese país.
En los próximos años, las interconexiones gasíferas para abastecer la demanda energética del norte de Chile se extenderá también a los campos productores de Bolivia y Perú.
El gas natural argentino llegará también a Uruguay. Los gobiernos de ambos países negocian la construcción de gasoductos.
Argentina venderá gas a Brasil a través de la tubería instalada entre Santa Cruz y Buenos Aires, por la que Bolivia le vende gas a ese país desde la década del 70.
Esas redes de gasoductos alcanzarán a Asunción, que en los últimos cuatro años negocia con Bolivia la compra de gas natural.
Este amplio horizonte de integración energética tiene como principales socios a los cuatro miembros plenos del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), a dos de la Comunidad Andina (Bolivia y Perú), y a Chile.
Con excepción de la empresa estatal brasileña Petrobras, son empresas privadas las que llevan adelante la construcción de gasoductos, la exploración de reservas gasíferas y la comercialización del combustible.
Los organismos internacionales observan con interés este proceso, con miras a participar en el financiamiento de proyectos.
La Corporación Andina de Fomento (CAF) otorgó un préstamo de 215 millones de dólares para la construcción del gasoducto entre Bolivia y Brasil, y ha expresado su disposición a financiar también la construcción de otros gasoductos.
"La CAF tiene como misión el apoyo a la integración regional y el desarrollo sostenible, y en ese contexto estamos muy interesados en continuar apoyando estos esfuerzos", dijo a IPS Enrique García, presidente del organismo, brazo financiero de la Comunidad Andina.
Esos proyectos configuran lo que ya se comienza a conocer como la "revolución del gas", que dan un renovado impulso a los procesos de integración a través de acuerdos subregionales como el Mercosur o la Comunidad Andina, con un gran crecimiento en inversiones. (FIN/IPS/jcr/ag/if/97