La campaña de Estados Unidos por la democracia en Africa arrastra el contrapeso de los lazos que el Pentágono y la CIA (Agencia Central de Inteligencia) mantienen con regímenes represivos, advirtió hoy un instituto de investigación.
Estados Unidos gasta 100 millones de dólares por año en el esfuerzo por la democratización de Africa, pero se concentra casi únicamente en la promoción de elecciones libres, señaló el grupo Desmilitarización por la Democracia (DFD), de Washington.
«La miope obsesión de nuestro gobierno por elecciones libres no sólo es ineficaz, sin también a veces contraproducente para el desarrollo de una sociedad civil fuerte» en países africanos, afirmó Caleb Rossiter, director de DFD.
«Si a eso se agrega la actividad del Pentágono y la CIA, que proporcionan armas y entrenan a fuerzas represivas, se concluirá que la democracia más poderosa de la Tierra es más un obstáculo que una ayuda para quienes luchan por la libertad en Africa,» dijo Rossiter.
DFD distribuyó su informe en desafío a la administración de Bill Clinton, que ha anunciado una nueva política de Estados Unidos para Africa, consistente en ayuda y medidas comerciales.
El instituto exhortó a la administración a suspender el suministro de armas y el entrenamiento de tropas de regímenes represivos. También pidió que se prohiba a la CIA el recurso al soborno y a otros «métodos de corrupción» empleados en tareas de inteligencia.
Así mismo, respaldó la propuesta de designación de enviados especiales de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con el cometido de lograr en Africa el fortalecimiento de la confianza entre países y la reducción de fuerzas armadas.
El informe recomienda condicionar la ayuda de Estados Unidos a Africa, ya sea directa o canalizada a través de agencias multilaterales, a la apertura de los presupuestos de defensa a la inspección de auditores civiles.
DFD también solicitó una mejor distribución de los beneficios del crecimiento económico y un mayor poder de voto de las naciones africanas en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y en la ONU.
El poder político y económico de los militares es el principal obstáculo para la democratización de Africa, según el instituto.
«La política de Estados Unidos parece anclada aún en la guerra fría, pese a la terrible experiencia de los años 80, cuando Angola, Liberia, Somalia, Sudán y el ex Zaire, los cinco principales receptores de armas estadounidenses en Africa subsahariana, cayeron en la anarquía», agregó.
Setenta y uno por ciento de los 3.408 militares africanos incorporados entre 1991 y 1995 al programa Internacional de Instrucción y Capacitación Militar (IMET), de Estados Unidos, procedían de países controlados por regímenes represivos, señaló DFD.
Las naciones africanas participantes en ejercicios militares con fuerzas estadounidenses fueron 20 en 1995 y hay 33 invitados para 1998. Djibouti y Egipto, clasificados entre los países de gobierno autoritario, tomaron parte en 1995 y 1996 y son candidatos para este año y el próximo. Kenia, situado en la misma lista, intervino en maniobras militares en 1996.
Funcionarios estadounidenses arguyen que el IMET representa un «compromiso constructivo» para alentar la reforma militar en los países participantes.
Titulado «El poder político-militar y otros obstáculos para la transición democrática en Africa», el informe fue elaborado luego de tres años de investigación de la realidad africana y de visitas de sus autores al continente.
Los investigadores se entrevistaron con organizaciones no gubernamentales (ONG) y con otros grupos para precisar, en primer lugar, el significado de la democracia para el público africano.
Las ONG consultadas respondieron que las elecciones, «aunque se realicen de modo regular, libre y transparente, no bastan para la democratización, y que concentrarse en ellas como prioridad oscurece la necesidad de reformas radicales en otras áreas».
Las ONG cifraron sus esperanzas en «el principio de consenso o de concertación». Se trata del acuerdo en puntos básicos entre partidos políticos, «aunque uno de ellos supere claramente superar en votos al otro».
Ese puede ser «el mejor camino para proteger los intereses de las minorías» y desactivar conflictos de origen sectario que en el exterior se confunden a menudo con problemas étnicos, advirtió DFD.
El instituto identificó seis «democracias consolidadas» entre los 53 países africanos investigados.
Se trata de Benin, Botswana, Cabo Verde, Mauricio, Namibia y Sudáfrica, donde se realizan de modo regular elecciones libres, impera el respeto por los derechos humanos, el sistema judicial es fiable y el poder civil controla las Fuerzas Armadas.
Hay también 17 «estados en transición», cuyos gobernantes surgen de «la voluntad popular expresada en elecciones libres y transparentes», aunque, como en el caso de Angola, Senegal y Zambia, subsisten restricciones a la prensa, el abuso de poder de las autoridades y los militares no están plenamente subordinados a la autoridad civil.
Las democracias consolidades y los estados en transición engloban 26 por ciento de los 700 millones de habitantes de Africa.
El informe responsabiliza parcialmente a la política de Washington de la persistencia de 27 regímenes autoritarios en Africa, entre los que DFD incluyó a los gobiernos de Marruecos, Nigeria y Sierra Leone.
Algunos de esos regímenes permiten la actividad de la oposición, pero el cambio de autoridades por medios pacíficos no es posible, debido a la intimidación política practicada por los partidos gobernantes y los militares.
Por fin, tres naciones africanas son «estados en disolución». Sus autoridades se han vuelto «irrelevantes» a causa de «la anarquía o la guerra civil», explicó DFD. Se trata de Burundi, Liberia y Somalia. (FIN/IPS/tra-en/aa/ff/ip hd/97