Los militares, que se consideran guardianes de la tradición secular de Turquía, se comprometieron a combatir la "amenaza fundamentalista" del islámico Partido del Bienestar que lidera el primer ministro Necmettin Erbakan.
El general Fevzi Turkeri, presidente del Departamento de Contrainteligencia del Estado Mayor, sostuvo el miércoles en una conferencia que las leyes turcas obligan al ejército a actuar en defensa de la nación, lo cual fue considerado una velada amenaza de golpe de Estado.
Turkeri dijo que el Partido del Bienestar, el sector que cuenta con más escaños en el parlamento, está aliado con Irán y otros países musulmanes e incluso con el separatismo kurdo en una conjura para acabar con el secularismo e imponer un régimen islámico.
Estas declaraciones generaron preocupación incluso en filas secularistas, en especial dentro del Partido de la Senda Justa (DYP), que integra hace 11 meses la coalición de gobierno a pesar de su rivalidad con los islámicos en lo que ha sido calificado de "matrimonio por conveniencia".
"La autoridad de la coalición ha sido desafiada por el ejército. Deberíamos retirarnos del gobierno. Ya ha surgido un sistema de poder dual en Turquía", manifestó el renombrado diputado del DYP Alí Osman Sonmez.
La fecha clave es el 18 de junio, cuando, de acuerdo con el pacto entre los dos partidos, Erbakan debería ceder la jefatura del gobierno a la líder del DYP, Tansu Ciller. Las diferencias políticas generan dudas sobre el cumplimiento del acuerdo.
Ciller advirtió que abandonará la coalición y dejará al Partido del Bienestar en minoría si Ciller no deja el asiento libre.
"Las actividades islámicas radicales han tomado impulso en medio de la inquietud civil", dijo Turkeri, en lo que fue la más dura advertencia militar al Partido del Bienestar en el actual período de gobierno.
Mientras Turkeri pronunciaba esas palabras frente a numerosos periodistas, una fotografía de diputados del Partido del Bienestar con banderas verdes islámicas en la mano se proyectaba a sus espaldas sobre una pantalla.
El Partido del Bienestar restó importancia a la amenaza el jueves. "No nos preocupan esas declaraciones. Algunas instituciones están siendo manipuladas de manera equivocada", dijo, en referencia al ejército, el portavoz del grupo islámico, Suleyman Arif Emre.
Emre también rechazó las versiones sobre una eventual retirada del DYP de la coalición. "Tenemos un acuerdo con nuestro socio y no es posible un acto unilateral" en ese sentido, sostuvo.
Pero la mayoría de los analistas se cuidan de minimizar las declaraciones de Turkeri.
"La democracia turca ha llegado al borde. Después de esa 'conferencia', que también podría llamarse 'memorando' o 'declaración de golpe', ningún gobierno podría permanecer en el poder", escribió Yalcin Dogan, columnista del diario Milliyet.
"Si algunos son tan irresponsables que pretenden hundir a Turquía en una guerra civil, el Partido del Bienestar no debería prestarse a ese juego. Debe actuar para salvar al país de una situación que podría ser desastrosa", coincidió Ilnur Cevik, editor del diario Turkish Daily News.
Para Turkeri, los seis principales empresarios islámicos controlan más de 700 millones de dólares en inversiones, y "19 diarios, 110 periódicos, 52 emisoras de radio, 20 canales de televisión, 2.500 asociaciones, 500 fundaciones y 500 escuelas privadas están al servico de la propaganda islámica".
Cevic sostuvo que esas afirmaciones eran "bastante arbitrarias", aun cuando las pronunciara un jefe de la contrainteligencia militar.
Turkeri aseguró que existe un complot contra Turquía que involucra a países como Libia, Irán, Arabia Saudita y Sudán, y que el Partido del Bienestar hizo causa común con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lucha contra Ankara para constituir un estado independiente en el sudeste.
"El fundamentalismo islámico unido al separatismo kurdo se ha convertido en el mayor peligro contra la indivisibilidad de Turquía. Los fundamentalistas tienen vínculos directos con el PKK y con el parlamento kurdo en el exilio", afirmó.
Erbakan, en efecto, tiene fuertes conexiones con Irán, que fue el destino de su primer viaje al extranjero en su calidad de jefe de gobierno.
La conferencia de Turkeri, la segunda en una serie programada de antemano, fue presenciada por cientos de jueces y fiscales que desafiaron al ministro de Justicia, el islámico Sevket Kazan, quien les advirtió que serían castigados si concurrían.
Los periodistas invitados fueron seleccionados con cuidado. No se autorizó la asistencia de reporteros islámicos. Además, no se permitió la posibilidad de efectuar preguntas.
Ertugrul Ozkok, editor jefe del diario Hurriyet, dijo que los militares consideran a los islámicos "un peligro claro y real" al cual deben combatir "por obligación constitucional".
Ozkok cree que la conferencia del miércoles es una evidencia de que "la operación ya comenzó", pero que, de todos modos, Erbakan y Ciller aún no están convencidos del grado de convicción de los militares.
"Turquía está dejando atrás un período de su historia. La tensión política, la justicia atada por un gobierno despótico, el estado, en parte, pulverizado y los dirigentes corruptos condujeron a todo el régimen al estado actual", sostuvo el periodista.
"Es tiempo de restaurar el sistema o reemplazarlo por uno nuevo. Una era histórica está comenzando", concluyó. (FIN/IPS/tra- en/nm/mom/rj/mj/ip/97