La Organización de la Unidad Africana (OUA), cuyos jefes de Estado y gobierno celebran esta semana su 33 cumbre anual en esta ciudad, está atrapada entre dos fuegos ante el conflicto que desde hace 14 años se libra en Sudán.
Esta cumbre, reunida desde este lunes y hasta este miércoles, también excluyó de la agenda la cuestión de Sudán, con lo cual el gobierno de Jartúm vuelve a ganar la batalla política en la OUA.
Si la OUA se involucra, arriesga molestar al gobierno del Frente Nacional Islámico en Jartúm. Pero su política de mantenerse al margen en Sudán mientras toma posición sobre otras crisis como las de Burundi y Sierra Leona indignó a los rebeldes sudaneses y a grupos defensores de los derechos humanos.
Este martes el presidente de Sudán, Omar Al Bashir, dijo a periodistas en esta capital que "no hay necesidad de que la OUA se involucre en el conflicto".
Bashir añadió que el propio John Garang, líder del rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), "dijo que las soluciones deben provenir de un acuerdo de la IGAD (Autoridad Intergubernamental de Desarrollo)", un organismo regional que une a países del cuerno de Africa.
El representante del SPLA en Africa Austral, Barnaba Benjamin, hizo en Harare vanos intentos por presionar a representantes de grupos subregionales para incluir a Sudán en la agenda de la cumbre de la OUA.
Benjamin dijo que la OUA debe considerar la crisis sudanesa como un asunto prioritario y solicitó a IGAD que informe sobre acusaciones de genocidio contra sureños y los efectos de la imposición de la Sharia a no musulmanes en Sudán.
"La OUA también debe implementar las resoluciones No. 1044 y 1045 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, que hacen un llamado a sanciones diplomáticas y políticas contra Jartúm", dijo Benjamin a IPS.
Además, añadió, la OUA debe considerar la imposición de sanciones económicas y militares al régimen sudanés.
El SPLA lucha desde 1983 para poner fin a la marginalización del sur de Sudán, mayoritariamente poblado por africanos no musulmanes, y por el establecimiento de un Estado secular igualitario en la nación del noreste de Africa.
Representantes del SPLA y el Movimiento Popular por la Liberación de Sudán (SPLM), grupos rebeldes más pequeños que cerraron un acuerdo de paz con Jartúm el 21 de abril y el gobierno de Sudán se reunirán pronto en Nairobi en una mesa de negociaciones preparada por IGAD.
IGAD organizó una serie de reuniones entre los beligerantes de Sudán desde 1993, pero se vio forzada a suspender su mediación en 1995, cuando Jartúm se retiró de las conversaciones. El gobierno de Sudán indicó recientemente que está dispuesto a reanudarlas.
Según Bashir, el acuerdo de abril "respondió todas las demandas de la gente del sur".
El acuerdo otorga al sur el derecho a la autodeterminación, y prevé que la región sea gobernada por una autoridad transitoria integrada por sureños por un período de cuatro años, al final del cual la gente votará en un referendo si permanecerá o no como parte de Sudán.
Según Bashir, "la gente del sur está convencida de que la guerra debe llegar a su fin", y "el acuerdo contiene y satisface todas sus demandas". La única facción fuera del acuerdo es la de Garang, y el acuerdo seguirá su curso aunque este no se sume, añadió.
Pero un documento del Consejo Ejecutivo Nacional del SPLM/SPLA, el acuerdo "equivale a un acuerdo de guerra contra el SPLA", y acusa a Jartúm de no estar interesado en una paz duradera y de intentar atrapar en sus redes a líderes débiles del sur. (FIN/IPS/tra-en/lm/jd/kb/ip/97