El gobierno de Serbia retrasa hace meses el sueldo de profesores de la Universidad de Belgrado, al parecer en represalia por el respaldo que brindó ese centro académico a las últimas movilizaciones opositoras.
Entre noviembre de 1996 y marzo de 1997, la resistencia de los estudiantes de la Universidad de Belgrado frente a los abusos del gobierno de Serbia atrajo la atención mundial.
Los estudiantes se aliaron con los partidos opositores para exigir que se respetara el resultado de las elecciones municipales, que perdieron los partidos allegados al presidente Slobodan Milosevic pero fueron anuladas por el Poder Judicial.
El oficialista Partido Socialista de Serbia (SPS) promovió y obtuvo la anulación de los comicios en las 14 mayores municipalidades de Serbia, entre ellas los de Belgrado, pero ante una oleada de protestas nacionales y presiones internacionales los jueces mantuvieron el veredicto inicial de la ciudadanía.
Pero ahora llegó la hora de la venganza para Milosevic.
La Universidad de Belgrado se enfrenta a su mayor crisis, luego de sufrir durante años el férreo control del presidente y el caos posterior a la desintegración de la antigua Yugoslavia en 1991, afirman estudiantes y profesores.
Si no hay una rápida mejoría de su situación económica y política, la institución académica podría derrumbarse, según expertos de la Universidad de Belgrado, el semanario independiente Vreme y el Fondo para la Sociedad Abierta.
El Estado no paga los sueldos de los profesores universitarios desde hace meses, aunque sean de apenas 285 dólares por mes.
Las autoridades no transfirieron del presupuesto estatal los 2,6 millones de dólares que le corresponden a la universidad y que debían entregarse a principios de año.
"Es una catástrofe para las ciencias experimentales", dijo Zivorad Cekovic, profesor de química.
"La situación ni siquiera puede compararse a mi época de estudiante a fines de los años 50. No tenemos productos químicos ni equipos de laboratorio… Los estudiantes no pueden realizar experimentos prácticos. Sólo leen la teoría en sus textos", sostuvo.
El profesor Ljubisa Rajic dijo que la universidad "está en tratamiento intensivo". Las autoridades no ocultan su hostilidad frente a la "revoltosa universidad".
"El Estado quiere tener el control político al retacear el dinero, aun si eso implica el cierre de la Universidad de Belgrado. Se nos considera un problema político o policial, no un asunto de enseñanza", sostuvo.
De acuerdo con datos oficiales, sólo 3,5 por ciento del presupuesto estatal de Serbia se destina a las universidades del país. Existen otros centros universitarios en las ciudades de Nis, Novi Sad y Krgujevac, pero la de Belgrado es la mayor, con 60.000 estudiantes.
Mientras tanto, se asignó 17 por ciento del presupuesto estatal a los guardias de Milosevic, la Policía Nacional Serbia, compuesta por 100.000 miembros.
El ministro de Ciencia y Tecnología, Dusan Kanazir, se negó a asignar los 2,5 millones de dólares necesarios para comprar libros de texto y otra "literatura extranjera" en 1997.
Rajic se refirió a los millones que se gastan para equipar a la policía serbia, que en los últimos años se transformó en el ejército privado de Milosevic por su desconfianza hacia el ejército regular, según observadores independientes.
"Sería interesante saber cuántas computadoras podrían comprarse con el dinero que se gasta en equipos policíacos", dijo.
Una academia policial cerca de Belgrado en la que revistan unos centenares de estudiantes contaría con un presupuesto anual de dos millones de dólares.
La mayoría de los profesores afirman que los problemas de la educación en el país no se resolverán rápidamente, incluso si la situación mejora.
De entre 300.000 y 400.000 personas de 25 a 40 años que huyeron de Serbia desde 1991, 35.000 poseían título universitario y unos 1.500 eran personalidades científicas de renombre internacional, según investigadores de la Universidad de Belgrado.
Otros 7.500 investigadores figuran entre los protagonistas de ese éxodo.
La "fuga de cerebros" costó al país cerca de 3.000 millones de dólares, dijo a IPS Vladimir Grecic, autor de un estudio sobre el problema.
"El costo de educar a un investigador o científico, de acuerdo con UNESCO, asciende a 300.000 dólares a lo largo de los años. Es imposible calcular lo que perdimos frente al resto del mundo en materia de investigación y desarrollo, aun de cultura, con la partida de estas personas", declaró.
Los investigadores constataron que 64 por ciento de los estudiantes de ingeniería, geología y medicina consideran emigrar al graduarse.
Su destino favorito es Canadá (17 por ciento), seguida de Estados Unidos (14 por ciento), Australia (10 por ciento), Nueva Zelanda (10 por ciento) u otro país (12 por ciento).
"El daño que el Estado ocasionó a la educación y a la universidad es irreparable. En estas circunstancias, con la fuga de cerebros y la negligencia, solo podemos aspirar a alcanzar el nivel científico de 1985 apenas en el 2020, con suerte", dijo el eminente físico Milan Kurepa.
"No es sólo que a nadie entre las autoridades le interese la física, la tecnología o la química… No les interesa nada. Este es un país sin futuro", sostuvo.
Incluso si se pagan los fondos, la cantidad asignada a la educación superior en Serbia es la menor desde principios de los años 60.
Esto ocurre en un país donde 60 por ciento de los seis millones de habitantes, sin contar a la provincia de Kosovo, con población de origen étnico albano, no terminó la enseñanza secundaria, según un estudio independiente.
Eso significa que alrededor de 75 por ciento de la población no cuenta con una educación que le permita participar en el proceso de democratización o de transformación económica, dijeron los expertos.
"La educación y la universidad es considerada por el Estado un sistema de monopolio sobre la ideología y una herramienta para controlar a las generaciones jóvenes", concluyó el estudio. (FIN/IPS/tra-en/vpz/rj/aq-mj/ip ed/97