Las primeras declaraciones de la presidenta de Irlanda, Mary Robinson, tras ser designada Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se refirieron a su futura relación con las organizaciones no gubernamentales (ONG) y la necesidad de acortar la brecha entre el Norte y el Sur.
"Soy consciente de que necesitaré mucha ayuda y apoyo, y espero poder mantenerme en contacto con aquellos que están al frente, vale decir, las numerosas ONG que trabajan en el área de los derechos humanos", dijo este viernes ante un público de Dublín.
"Pero sé que la tarea será difícil. Tendré que operar como un puente entre los países en desarrollo, escuchar, enfrentarme con valentía en ocasiones, y me comprometo a hacer lo más que pueda para no defraudar la confianza y la responsabilidad que depositaron en mí", agregó.
Robinson, que recibió una ovación, habló en la conferencia organizada por el Consejo de Refugiados de Irlanda, denominada "Asilo, una oportunidad para Irlanda", sobre el aumento del racismo en la política irlandesa con respecto a la cuestión de los refugiados.
Su período de siete años como presidenta termina en diciembre, pero se estima que dejará su cargo a fines de agosto para asumir su nueva función antes del comienzo en septiembre de la 52 Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, anunció el nombramiento de Robinson en Nueva York el jueves, y dijo que su cargo era uno de los más importantes del foro mundial. Robinson había sido considerada en los últimos meses como la principal candidata al puesto.
"Sé que es una presidenta en ejercicio", dijo Annan, pero agregó que "sería agradable y preferible que pudiera asumir sus funciones antes del comienzo de la Asamblea General".
El cargo fue creado por la Asamblea General en 1993 luego de la Conferencia de Derechos Humanos de la ONU, en Viena. Fred Eckhard, vocero de Annan, explicó que el puesto es "relativamente nuevo, diseñado para enfocar la atención del sistema de la ONU de una manera muy positiva".
Robinson recibió elogio y respaldo públicos por la manera en que transformó política y constitucionalmente la función de la presidencia, históricamente moribunda en Irlanda.
Hasta entonces, el puesto, que es más que nada protocolar, se consideraba una forma de recompensa y de retiro honorable para una larga carrera política.
"Robinson tiene la energía y la visión para infundir nuevas fuerzas a la comisión de derechos humanos", señaló el diario Irish Times.
"Pero, para alguien que no tiene experiencia en el manejo de una gran organización multinacional, tendrá que aprender rápidamente, al menos al principio, en una época en que los países ricos y los pobres" tienen serias discrepancias sobre los derechos humanos, agregó el periódico.
Robinson encabezó la presidencia más activa en los 70 años de historia independiente del Estado, desde que fue electa en noviembre de 1990 como primera presidenta del país.
Recibió en su residencia oficial a los pobres, los desempleados, los "viajeros" (nómadas irlandeses), los homosexuales, los discapacitados y representantes de los dos bandos enfrentados en Irlanda del Norte.
Muchos activistas creen que Robinson podría colocar la cuestión de los derechos humanos a un primer plano dentro de la ONU, a diferencia de lo que ocurrió durante el mandato de su antecesor, José Ayala Lasso, que volvió a Ecuador para actuar como canciller de su país.
Amnistía Internacional destacó en un reciente informe la necesidad de ampliar el debate sobre los derechos humanos hacia todo el sistema de la ONU, en lugar de mantenerlo "marginado dentro del pequeño espacio que se le brinda en la organización".
"Los derechos de la mujer y los pueblos indígenas nunca recibieron el apoyo adecuado. Los derechos económicos, sociales y culturales fueron pregonados con retórica rectitud por los gobiernos, pero el programa de la ONU nunca los encaró adecuadamente", sostiene el informe.
La propia Robinson criticó el papel de la ONU en materia de derechos humanos tras el genocidio de hasta un millón de ruandeses entre abril y junio de 1994.
Poco después, hablando a periodistas en la sede de la ONU, Robinson enfatizó la necesidad de que el foro mundial se pronuncie contra las masacres y ayude a encontrar y juzgar a los culpables.
Fue la primera jefa de Estado que visitó Ruanda tras el genocidio, y aprovechó la oportunidad para verificar la labor de los observadores de los derechos humanos que la ONU había enviado al lugar.
La preocupación de Robinson sobre Ruanda, así como sus comentarios sobre la necesidad de juzgar a los criminales de guerra en ese país y en la antigua Yugoslavia, reflejan su propia carrera como abogada de los derechos humanos.
Desde 1987 hasta que asumió la presidencia en 1990, Robinson fue miembro de la Comisión Internacional de Juristas, con sede en Ginebra, al igual que la Comisión de Derechos Humanos.
"Los derechos humanos son constantemente aplastados en todo el mundo. Con poco presupuesto, sin prestigio ni poder, la ONU ha tenido una lucha cuesta arriba para promover normas civilizadas", sostuvo el diario Irish Independent el viernes.
"El nombramiento de Kofi Annan como secretario general fue un paso en la dirección correcta. El de Mary Robinson es otro", agregó el diario. (FIN/IPS/tra-en/soh/mom/rj/aq-ml/hd/97