El temor a un sector empresarial mexicano ligado al poder político en ese país planea en medios gubernamentales y económicos de Costa Rica, que parece vulnerable ante su vecino debido al tratado bilateral de libre comercio vigente desde enero de 1995.
La preocupación mayor no se debe a la llegada a Costa Rica de capitales destinados a la producción de frutas, pan y helados, o a la construcción de carreteras y puentes, seguros y gran variedad de actividades industriales.
Lo que preocupa en el país centroamericano es la cada vez más fuerte presencia de grupos de empresarios-políticos mexicanos que, si logran influenciar el aparato estatal, "resultarían imparables", según analistas locales.
Esto quedó en evidencia tras la reunión de un aspirante presidencial costarricense con un cuestionado empresario-político mexicano, que desató una tormenta de evidente signo electoral.
El escándalo surgió luego de un encuentro a fines de mayo en Toluca, México, entre el costarricense Miguel Angel Rodríguez, candidato presidencial del opositor partido Unidad Social Cristiana (PUSC), y el ex ministro mexicano de Agricultura Carlos Hank González.
Hank González es sólo uno de los tantos empresarios-políticos mexicanos que han realizado grandes inversiones en Costa Rica, sobre todo luego de la firma del tratado comercial el 5 de abril de 1994.
El embajador de México en Costa Rica, José Rafael Castelazo, dijo que en los últimos dos años empresarios mexicanos invirtieron unos 400 millones de dólares en el país centroamericano.
Rodríguez fue acompañado a México por el ex presidente de Costa Rica Rafael Angel Calderón Fournier (1990-94) y otros altos dirigentes del PUSC, mientras Hank González congregó en su hacienda a una docena de empresarios-políticos mexicanos.
Los cuestionamientos de la prensa estadounidense y mexicana a Hank González por supuestos actos de corrupción y lavado de dinero cimentaron el ataque de los miembros del gobernante Partido Liberación Nacional (PLN) de Costa Rica contra Rodríguez y sus copartidarios.
La disputa verbal rozó las esferas gubernamentales y los embajadores de los dos países tuvieron que presentarse ante la prensa para deslindar conceptos y reiterar que los nexos entre las dos naciones "son inmejorables".
Pero analista costarricense Rodolfo Cerdas dijo que el problema de fondo "se presenta por la evidente formación de un grupo económico ligado a algunos miembros de la cúpula del PUSC que representan una red familiar, financiera, económica y política mexicana".
Cerdas dijo a IPS que "ese grupo (mexicano) se ha enriquecido al amparo del poder político del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y está trasladando el mismo esquema que operó en México a un pequeño país como Costa Rica", de poco más de tres millones de habitantes.
"Si ya la competencia puramente económica es casi irresistible para Costa Rica, podemos imaginarnos lo que pasará con la influencia del Estado mexicano", añadió.
El ex diputado socialista Alvaro Montero indicó que las intensas relaciones económicas entre los dos países podrían influir en los nexos políticos, pero lo negativo o positivo de ello dependerá de la integridad de quienes los manejen.
Montero señaló que obviamente la "corrupción no es sólo un problema moral, sino que tiene su faceta política" y en el caso de México es injusto hacer generalizaciones o sembrar dudas sobre todo el país con base en cuestionamientos a particulares. (FIN/IPS/ug/ag/ip/97