El ejército de India libra una batalla perdida contra elefantes que saquean sus reservas de ron, azúcar y harina, tras romper cercos electrificados y extinguir con sus trompas fuegos prendidos para alejarlos.
Expulsados de su hábitat natural por la presión de construcciones y actividades humanas, los elefantes invaden regularmente los centros de abastecimiento militar en el estado de Bengala, apagando el fuego con agua almacenada en sus trompas.
Los paquidermos producen cortocircuitos en los cercos electrificados dejando caer árboles arrancados para llegar a sus alimentos favoritos, destinados originalmente a los soldados desplegados en la frontera con China.
Un portavoz del ejército en Nueva Delhi dijo que los animales a menudo merodean alrededor de las bases militares poco amigablemente, bebiendo y celebrando banquetes.
Los elefantes abren las botellas de ron quitándoles el pico tras golpearlo contra una superficie dura y, enroscando sus trompas en la base, vacían el contenido en sus gargantas. Con frecuencia terminan tambaléandose alrededor del campamento, obviamente alcoholizados.
A menudo las fiestas duran horas, antes de que los elefantes vuelvan a la jungla, aunque casi nunca dañan a la gente, si nadie los ataca o irrita.
Un oficial del ejército que presta servicios en la zona recordó a un elefante que nunca olvidó a uno de sus colegas, que le había arrojado agua hirivendo, y en cada una de sus visitas demolía regularmente su choza y lo bañaba con agua fría.
En varias ocasiones el ejército recurrió al Departamento Forestal solicitando ayuda para controlar a los paquidermos, pero todas las medidas adoptadas no lograron poner fin a las veladas de alcohol de los elefantes.
La reducción de los bosques y los cercos erigidos por habitantes de villas y el Departamento Forestal bloquearon los corredores naturales de los elefantes. Como resultado, a menudo invaden villas, destruyendo cosechas y atemorizando a la gente, que los considera una plaga.
El funcionario forestal del distrito Somnath Mukerjee confirmó que elefantes salvajes, enfrentados a un hábitat cada vez más reducido, a menudo saquean el área, causando el caos.
Mientras, en los estados vecinos de Assam y Nagaland, los conductores de vehículos se ven obligados a "comprar" a las manadas, ofreciéndoles banano en las rutas para poder pasar con seguridad.
Autoridades de tránsito en Assan aconsejan a camioneros y conductores llevar grandes cantidades de banano como recurso para aliviar bloqueos del tráfico en las principales rutas que cruzan el área de cultivos de té de Assam, famosa en el mundo.
"No importa cuán alto los camiones y automóviles hagan sonar sus bocinas, los elefantes se niegan a moverse hasta que se les entrega banano", dijo un funcionario forestal local.
Las autoridades indicaron que la incrementada construcción en el área forzó a manadas de elefantes a dejar su hábitat natural, por lo cual se trasladan a áreas de asentamiento humano y por las que pasan rutas y caminos.
Aunque los elefantes son una especie en extinción, su población aumentó a más de 25.000 en las últimas dos décadas, tras estrictas medidas contra la caza ilegal.
Pero habitantes de villas y cultivadores de té afirman que los elefantes ahora tienen una actitud destructiva, matando a unas 400 personas en los últimos ocho años y destruyendo cosechas.
Para combatir el pillaje de los paquidermos, autoridades forestales diseñaron un esquema para la construcción de cercos de bajo voltaje alrededor de las villas, plantaciones de té y segmentos de las rutas, pero la medida no estuvo a la altura de la inteligencia de los animales.
Según informaciones, el ejército no es la única fuerza militar india atacada por elefantes en la región. Meses atrás, una manada de elefantes salvajes irrumpió en la base de la fuerza aérea en Kalaikunda, en el este de Bengala, destruyendo varias estructuras y el tendido de cables durante un día entero.
Los efectivos de la fuerza aérea carecían de proyectiles con tranquilizantes y de experiencia con elefantes, y sin poder localizar a autoridades forestales, no tuvieron más opción que esperar y mirar, hasta que por la noche funcionarios forestales, con antorchas y tambores, lograron que los elefantes volvieran a la jungla. (FIN/IPS/tra-en/rb/an/lp/en/97