Las autoridades de Congo y agencias humanitarias en el país centroafricano están preocupados por el flujo de refugiados procedentes de Zaire que han ingresado al país aun antes de la caída del régimen de Mobutu Sese Seko.
Miles de zaireños y refugiados ruandeses, burundeses y de otros países africanos ya cruzaban el río Zaire, que marca la frontera de 1.700 kilómetros, cuando la rebelde Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL) aún no había ingresado a Kinshasa, la capital.
Las autoridades de Congo informaron que más de 300 hutus ruandeses y zaireños ingresaron cada día de la semana pasada a Brazzaville, ubicada frente a Kinshasa, que cayó en manos de la AFDL el sábado.
Refugiados naturales de países de Africa oriental, en su mayoría mujeres y niños, aterrizaron en el aeropuerto de Brazzaville procedentes de Zaire en espera de un vuelo que los condujera a sus países.
Un empresario de Malí arrendó un avión en el que regresaron unos 2.000 en los seis vuelos que se pudieron efectuar antes que el artefacto quedara varado en Brazzaville debido a la escasez de combustible.
Agencias humanitarias informaron el viernes de la llegada a Ngabe, al norte de Brazzaville, de más de 500 zaireños, supuestos familiares de soldados del antiguo ejército de Mobutu.
La semana anterior, más de 10.000 ruandeses y zaireños llegaron a Liranga, localidad selvática septentrional a 600 kilómetros de Brazzaville.
Otros 300 refugiados ruandeses instalaron un campo en Makotipoco, unos 350 kilómetros al norte de la capital, y cientos más en Loukolela, aun más al norte.
Liranga, Loukelela y Makotipoko se ubican en la ribera occidental del río Zaire. Los refugiados proceden de Mbandaka, a 30 kilómetros del río en territorio zaireño.
Organizaciones de asistencia manifestaron su preocupación de que se registre un desastre humanitario si no se toman medidas en el norte de Congo.
"Estos refugiados se instalan en zonas de selva y están muy débiles por la larga distancia que debieron caminar. Algunos vienen de Kisangani, a 1.600 kilómetros de distancia de donde están ahora", dijo Erich Laroche, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Congo.
"No pueden prender fuego en la selva. El gobierno de la región no puede hacer nada por ellos. Deben ser trasladados a áreas habitables para impedir el desastre", agregó Laroche.
"Las cosas no pueden seguir así. No podemos ayudar a los refugiados en Makotipoko. La población local los está alimentando. Las autoridades no hacen nada", dijo Barthelemy Ondongo, jefe de enfermeros del lugar.
Las agencias humanitarias toman medidas para aliviar las dificultades de los exiliados. Laroche informó que se enviaron 24 toneladas de medicinas y 35 toneladas de alimentos de alto contenido proteico.
El diario oficialista Le Temps sostuvo que habitantes de las comunidades del norte de Congo se quejan de presuntos saqueos efectuados por los refugiados.
"Tan pronto llegaron, saquearon los cultivos de mandioca y caña de azúcar. La mayoría de los refugiados son antiguos soldados ruandeses. También hay desertores del ejército de Zaire entre ellos, que poseen armas de fuego", según Le Temps.
Algunos congoleños temen que el país se vea inundado por una ola de refugiados.
"¿Qué sucedería si se les deja venir con total libertad? Los zaireños son 40 millones, y los congoleses somos apenas 2,5 millones. Si la cuarta parte de los zaireños vienen aquí, nuestro país desaparecería. Invadirían Congo", dijo Nzala Gerome, una profesora de Brazzaville.
Las autoridades de Congo suspendieron el transporte entre Brazzaville y Kinshasa, pero pocos creen que eso contribuya a frenar el flujo de refugiados.
"Nuestra frontera es larga y porosa. Aunque se suspenda el paso a través del río Zaire, todos sabemos que pequeños botes cruzan el río en los puntos donde no hay puertos", dijo el estudiante Nsangou Liliane.
Algunos de los refugiados que llegaron a Brazzaville fueron recibidos por familias, pero otros debieron dormir en la calle, los mercados y otros espacios públicos.
Ya había muchos zaireños en Brazzaville, pero "ahora son mucho más de lo que eran antes", dijo un taxista de la capital. (FIN/IPS/tra-en/nrn/kb/mj/ip pr hd/97
