UE-AMERICA LATINA: Parlamentos retados por pobreza y ciudadanía

Mientras los parlamentarios europeos ya concluyen que prosperidad y unidad son paralelas en su continente, los de América Latina centran su insistencia en los desafíos de la pobreza y la ciudadanía en la región, mostró una conferencia entre sus organismos iniciada hoy en Venezuela.

La XIII conferencia de los parlamentos Europeo y Latinoamericano (Parlatino), que comenzó en Caracas, debatirá hasta el miércoles sobre "La lucha contra el narcotráfico y la corrupción como condición de la estabilidad política".

También sobre "Los efectos de la globalización en el desarrollo y la respuesta de la integración". Ambos temas, propuestos por los europeos, "los aceptamos sin discusión, lisa y llanamente", observó el uruguayo Juan Adolfo Singer, presidente del Parlatino.

Como telón de fondo de estos debates bienales, a partir de conferencias de estudiosos, figura la búsqueda latinoamericana por mirarse en el espejo de la Unión Europea (UE) para hacerse con nociones y herramientas en su proceso de integración.

Singer, en esa dirección, destacó en la sesión inaugural -en el Capitolio venezolano- la importancia e imbricación de los dos temas de la conferencia, pero de seguidas pasó a postular el "compromiso ético ineludible" de los 3.500 legisladores de 22 parlamentos agrupados en el Parlatino.

Ese compromiso es el de asumir como sus principales preocupaciones la pobreza y la ciudadanía, pues "en la región 45 por ciento de la población es pobre", dijo Singer.

"En términos de ciudadanía, enfrentamos una situación semejante a la de otras regiones, en la que el ciudadano cada vez se siente menos tal y más súbdito, consumidor o cliente", señaló el parlamentario del oficialista Partido Colorado de Uruguay.

Su colega del Parlamento Europeo, el democristiano español José María Gil Robles, desechó hacer "un discurso ortodoxo" y presentó un recuento, con óptica parlamentaria, sobre los 45 años del proceso de integración europea.

Lo primero, según Gil Robles, es "desvanecer un equívoco: la finalidad de la integración europea no ha sido económica sino, de manera clara y taxativa, una unidad política".

Lo que siempre se buscó fue "una unión para la paz, superar las guerras fratricidas y construir un mayor bienestar para todos los europeos", mediante "una larga mentalización para superar tabúes como los de independencia, soberanía y derechos esenciales de los Estados".

Para Gil Robles "entre el camino de la liebre, de apuestas políticas rápidas, y el de la tortuga, de federalismo sectorial y búsqueda de la línea de más fácil avance en cada momento, escogimos el de esta última".

"Si tuviese que simbolizar con un animal el proceso de unidad europea, escogería sin dudar a la tortuga", aseveró.

Entre los hitos de la UE, Gil Robles incluyó la elección en 1979 por los europeos de su primer parlamento comunitario, y el trabajo del organismo por construir una Comunidad "y no sólo una unidad aduanera o mercado común".

"En este medio siglo hemos conseguido paz y seguridad en el interior de la Unión, pero no en sus fronteras mismas. Debemos unirnos con la otra midad de los europeos (la del este ex comunista) y convertir nuestra integración de regional en continental", afirmó Gil Robles.

"Siempre fuimos al fracaso cuando privilegiamos lo intergubernamental sobre lo europeo. El proceso unitario no puede marchar sin una firme voluntad política, y hace falta en la sociedad una conciencia de integración", señaló.

También se precisa, insistió, "una representación directa de los ciudadanos, que mantenga vivo el fuego del proceso". Parlamentos como el Latinoamericano, el Andino o el Amazónico todavía sostienen como una opción remota la elección directa de sus represetantes.

América Latina tiene como desafíos, según Gil Robles, "avanzar en la modernización de sus instituciones políticas, consolidar su saneamiento económico y profundizar en su integración".

En la sesión habló también el presidente venezolano Rafael Caldera, quien hizo énfasis en la pertinencia de la justicia social internacional, un punto que, dijo el mandatario de 81 años, figuraba en los primeros estatutos de la organización socialcristiana que fundó a mediados de los años 40.

"La justicia social internacional impone que cada país tenga los derechos que le son necesarios y que se remuevan los obstáculos que le impiden alcanzar su propio desarrollo", afirmó Caldera. (FIN/IPS/jm/dg/ip/97

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