Para las adolescentes y jóvenes forzadas a la prostitución por la guerra que azotó Sierra Leona entre 1991 y 1996, la vida en la calle conlleva un gran riesgo de abuso físico y aun de muerte.
Cinco prostitutas desaparecieron a fines del mes último luego de zarpar en un bote para vender sus servicios a pescadores de España, Corea y China, cuyos buques estaban anclados fuera de la costa de Freetown. Dos meses antes, otras 20 desaparecieron en circunstancias similares.
Las prostitutas también son víctimas de pandillas juveniles en la capital de Sierra Leona.
Helena Joint, quien trabaja en el club nocturno Kissy, en el este de Freetown, fue atacada en varias ocasiones por pandilleros armados que se dedican a golpear prostitutas y robar su dinero y efectos personales.
Más de 200 prostitutas de 15 a 28 años trabajan en el establecimiento, uno de los aproximadamente 20 burdeles existentes en los barrios bajos de la ciudad.
Un grupo de jóvenes atacó recientemente a turistas blancos y apedrearon y golpearon a las prostitutas con las que éstos estaban en el club nocturno Paddy's, en el oeste de Freetown.
Aparentemente, los jóvenes se indignaron porque los visitantes mantenían sexo oral con las prostitutas a la vista del público. "Fue asqueroso", dijo un testigo a IPS. "¿Sexo oral a la vista de todos por 50 dólares? Es demasiado", manifestó.
Algunas bandas callejeras se propusieron eliminar a las prostitutas de la capital. Ellas "son una amenaza para la sociedad y deberían ser expulsadas", dijo a IPS un pandillero.
Pero Margaret Sesay, de 20 años, quien ejerce la prostitución desde los 15, cree que tal actitud es injustificada. "No conozco ninguna ley que declare ilegal la prostitución", señaló.
Autoridades médicas, sociólogos y el público en general expresaron reiteradamente su preocupación por el creciente comercio del sexo, y algunos incluso solicitaron una prohibición oficial de la prostitución o la detención de quienes la ejercen.
Pero André Kosia, médico director del Programa Nacional para el Control del Sida, no cree que golpear a las prostitutas o volver ilegal la prostitución constituya una respuesta adecuada.
"No creo que ninguno de esos métodos funcione", manifestó. "Si se persigue a las prostitutas, se volverán clandestinas, y eso es mucho más peligroso. Lo que debería hacerse es repartirles condones gratuitamente", opinó Kosia.
"Nosotros ofrecemos servicios de asesoramiento sin cargo y les damos condones", dijo el médico, y subrayó que 50 por ciento de todos los casos denunciados de sida y VIH corresponden a prostitutas.
"Las autoridades deben hacer algo para solucionar este problema. Sabemos que las prostitutas son las principales transmisoras del virus del sida, por lo tanto sus actividades deben ser controladas", dijo a IPS Ali Deen, residente de Freetown.
La prostitución creció rápidamente en la capital de Sierra Leona debido a la guerra entre el gobierno y el Frente Revolucionario Unido, que duró cinco años.
El conflicto culminó en teoría con el acuerdo de paz de noviembre de 1996, pero desde entonces se produjeron varias escaramuzas entre los rebeldes y una milicia de cazadores tradicionales, y entre éstos y las fuerzas del gobierno.
La guerra civil destruyó familias, arruinó la educación y la economía y dejó a miles de personas sin empleo.
Según UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), cientos de adolescentes abandonaron los estudios para dedicarse a la prostitución.
Una de ellas es Janet, de 19 años, quien explicó a IPS que la muerte de su padre la obligó a dejar la escuela secundaria en el quinto grado y a ejercer la prostitución para mantenerse a sí misma y a sus dos hermanas menores.
"Mi padre era un empresario, y murió cuando los rebeldes arrasaron el distrito, en 1992", relató Janet. "Ahora tengo que buscar hombres y tener relaciones con ellos para subsistir. No gano mucho, pero en épocas buenas, vuelvo a casa con 60 dólares por noche", dijo. (FIN/IPS/tra-en/lf/jm/kb/ml/pr-hd/97