Los ministros de salud de todo el mundo se comprometieron hoy a librar una lucha contra los contaminantes orgánicos persistentes (COP), sustancias nocivas para el organismo humano que amenazan al planeta.
La Asamblea Mundial de la Salud, que sesiona hasta el próximo viernes en Ginebra, aprobó las recomendaciones del Foro Intergubernamental sobre Seguridad Química referidas a los contaminantes persistentes.
La resolución recomendó a los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que adopten medidas para reducir la dependencia de los insecticidas en la lucha contra las enfermedades transmitidas por vectores.
En reemplazo, la resolución preconiza métodos de lucha integral contra los agentes perjudiciales, conforme a los principios rectores de la OMS, y favorece la aplicación de otros recursos apropiados para la lucha antivectorial.
La decisión de la Asamblea relativa al fomento de la seguridad química pone atención especial en los contaminantes persistentes, compuestos que resisten a la degradación fotolítica, química y biológica.
Los contaminantes orgánicos persistentes se caracterizan por una elevada solubilidad en las grasas, lo que determina una acumulaciòn en los tejidos adiposos de los organismos vivos.
El Programa Internacional sobre la Seguridad Química realizó una evaluación toxicológica de 12 COP: policlorobifeniles (PCB), dioxinas, furanos, aldrín, dialdrín, DDT, endrín, clordano, hexaclorobenceno (HCB), mirex, toxafeno y heptacloro.
La evaluación dedujo que existen pruebas suficientes que demuestran la necesidad de adoptar medidas internacionales con respecto a esas substancias.
Las investigaciones determinaron que esas substancias se desplazan a largas distancias en el ambiente, tanto en el aire como en el agua, y "constituyen una amenaza para todo el planeta", observó la OMS.
Por esa razón, la comunidad internacional ha solicitado en numerosas oportunidades la adopción de medidas urgentes en el plano mundial para reducir o eliminar las emisiones y descargas de esas sustancias químicas.
En todos los casos de contaminantes orgánicos persistentes utilizados como pesticidas existen soluciones de reemplazo, según estableció el Foro Intergubernamental sobre Seguridad Química.
De los 12 contaminantes orgánicos persistentes objetados, el DDT es el único insecticida que aún se emplea con fines sanitarios, en especial en la lucha contra el paludismo y la leishmaniasis. En la agricultura, sin embargo, se abusa del DDT.
De todos modos, reconoció la OMS, el DDT desempeñó un papel esencial en la erradicación virtual del paludismo en numerosos países y sigue siendo un instrumento valioso.
Pero en la actualidad, ninguno de los contaminantes orgánicos persistentes es recomendado para su uso en la agricultura, a pesar de que todavía se lo emplea en ese contexto, observó Michel Mercier, director del Programa Internacional sobre Seguridad Química.
Los contaminantes orgánicos persistentes entran en la cadena alimenticia a través de la contaminación de agua, aire o suelo. Algunas poblaciones que consumen en abundancia pescado y animales salvajes ricos en grasas pueden resultar expuestas a niveles de COP superiores al promedio, explicó Mercier.
La Asamblea Mundial de la Salud comprometió a los gobiernos a velar para que el empleo del DDT se autorice únicamente en programas de salud pública. Las autoridades garantizarán que el DDT no sea derivado para su uso en el sector privado, advirtió. (FIN/IPS/pc/dg/he-en/97