REPUBLICA CHECA: Ex dirigentes comunistas procesados por traición

Las autoridades de la República Checa esperaban acusar de traición a decenas de ex dirigentes comunistas por su participación en la invasión soviética que en 1968 acabó con la Primavera de Praga, pero finalmente sólo tres hombres serán procesados.

Se trata de Milous Jakes, ex secretario general del Partido Comunista Checoslovaco; Jozef Lenart, ex primer ministro, y Karel Hoffmann, ex miembro del comité central del Partido.

"Estos crímenes deben identificarse y los criminales deben ser condenados" dijo Vaclav Benda, director de la Oficina para la Documentación e Investigación de Crímenes Comunistas, que investiga el caso.

"El pasado tiene que documentarse. De otra manera, crearíamos un presente y un futuro falsos basados en un pasado falsificado", añadió.

La acusación formal se presentó el 2 de mayo, y la corte debería comenzar a recibir los alegatos dentro de los próximos dos meses.

Los tres acusados, los ex funcionarios comunistas de mayor jerarquía acusados de crímenes por sus acciones mientras dirigían lo que era entonces Checoslovaquia, se enfrentarán, si son hallados culpables, a una pena de hasta 12 años de prisión.

Durante los últimos siete años, las autoridades checas acusaron a más de 20 funcionarios del régimen comunista por diversos crímenes, pero sólo unos pocos fueron a prisión.

Se suponía que este proceso iba a cambiar la situación, ya que se trata de la primera vez en la historia checa o checoslovaca que funcionarios superiores son acusados de traición, según los fiscales.

Pero el alcance del proceso resultó ser mucho más limitado de lo que se propuso en un principio. En 1995, autoridades de la oficina de Benda dijeron que esperaban procesar al menos a 30 ex funcionarios de gobierno.

Finalmente, presentaron evidencia contra 11 en la oficina del fiscal municipal de Praga, cuya autorización es necesaria para realizar la acusación formal.

"Había más sospechosos, pero sólo existía evidencia suficiente para acusar a 11", dijo Slavomir Novak, vocero del fiscal municipal. "En el caso de los ocho que no fueron acusados, las pruebas revelaron que no habían cometido traición", señaló.

El 21 de agosto de 1968, los tanques del Pacto de Varsovia cruzaron la frontera checoslovaca y aplastaron la Primavera de Praga, un intento de liberalización del régimen, conducido entonces por Alexander Dubcek.

Desde que Dubcek asumió la jefatura del Partido Comunista, checos y eslovacos experimentaron el llamado "socialismo de rostro humano". Se abolió la censura a la prensa, los ciudadanos tenían libertad de viajar al extranjero y se permitió cierto grado de pluralismo político.

Jakes y Lenart están acusados de instaurar el llamado Gobierno de Trabajadores y Campesinos mientras los tanques avanzaban, por orden de las autoridades soviéticas. A Hoffmann se lo acusa de ayudar a los soviéticos al interrumpir la transmisión de las ondas de televisión y radio en la víspera del ataque.

Las autoridades sostienen que sus acciones violaron la Constitución entonces vigente, y por lo tanto se trató de actos de traición contra la Checoslovaquia socialista.

Los acusados no niegan su oposición a la Primavera de Praga, pero sostienen que sus acciones tuvieron por fin beneficiar al país, por lo que no habrían incurrido en traición. Jakes y Lenart aseguran además que nunca hubo un Gobierno de Trabajadores y Campesinos.

"¿Cuál es nuestra culpa? ¿Que quisimos ejercer la defensa contra provocaciones que podrían haber tenido consecuencias mortales para los ciudadanos de este país?", preguntó Jakes.

"Lo más absurdo es que Benda nos quiere acusar de intentar derrocar a la sociedad socialista. Es insólito, ya que hicimos todo lo posible para asegurar su continuidad, para corregir sus deficiencias, para que el pueblo de este país pudiera vivir bien", alegó.

Hoffmann admite que los transmisores de ondas televisivas fueron desconectados durante la invasión, pero sólo como parte de la rutina normal al final del día.

De hecho, los tres sostienen que sólo se los acusa por haber sido autoridades comunistas de alta jerarquía y no por actos determinados que hayan realizado en 1968.

El juicio no será distinto de los juicios-exhibición de la década de 1950, cuando el Partido Comunista estaba consolidando su poder, anticipó Hoffmann.

"Estos son la oposición política y los defensores del capitalismo", dijo Hoffmann en referencia a sus acusadores.

"No deberían inventar estos pretextos y perseguirme por traicionar al socialismo. Deberían perseguirme y arrastrarme frente a la corte por haber defendido al socialismo. Deberían decir que participé en la construcción del socialismo. Eso sí lo hice", manifestó.

Los tres acusados hablan de una venganza personal de Benda, quien fue una de las numerosas víctimas de la represión política que sucedió a la invasión y duró hasta la Revolución de Terciopelo de 1989, que acabó con el régimen comunista.

Benda fue uno de los más destacados disidentes durante las décadas de 1970 y 1980. Pasó cuatro años en prisión y durante varios más tuvo que realizar trabajos serviles debido a su oposición al régimen.

Por su parte, Benda niega que el motivo del proceso sea la venganza. Su deseo consiste en garantizar que las generaciones futuras sepan lo que ocurrió en 1968 para evitar una situación similar en el futuro, sostuvo.

Decenas de checos y eslovacos murieron durante la invasión y cientos resultaron heridos. Si se permite que salgan libres los que provocaron la invasión, la memoria de las víctimas sería deshonrada, opinó.

"La intención no es sólo la de encarcelar a un grupo de ancianos", dijo Benda.

"Si persiste la sensación de que una persona con poder ilimitado puede cometer crímenes con impunidad, será una tentación para las generaciones futuras. Debe quedar claro que un crimen es siempre un crimen", añadió. (FIN/IPS/tra-en/dr/rj/aq-ml/ip/97

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