El sindicalismo de Colombia se apresta al conmemorarse el Día Internacional de los Trabajadores a presentar una propuesta de paz para superar una situación de violencia que ha costado la vida a 2.000 dirigentes laborales en 10 años y empobrecido globalmente a los trabajadores.
Con ese fin, Luis Garzón, presidente de la mayoritaria Central Unitaria de Trabajadores (CUT), participará como portavoz de las tres centrales sindicales del país en el Grupo de Impulso que redactará un proyecto de paz.
Ese Grupo, que comenzó a trabajar el día 23 a iniciativa del ministro de Defensa, Gilberto Echeverry, consta de 20 miembros, entre los cuales representantes de distintos sectores de la sociedad civil, el parlamento, el empresariado y el sector académico.
La composición del organismo apuntó a que quedaran representadas "todas las instancias sociales interesadas en la desmovilización y reincorporación a la política de todos los grupos armados ilegales".
El grupo redactará un proyecto de ley para la creación del Consejo Nacional de Paz, independiente del gobierno y encargado de desarrollar la estrategia diseñada por Echeverry.
El ministro, que tomó posesión del cargo a mediados de este mes, anunció que entre sus prioridades está "desarrollar una estrategia en la que la búsqueda de la paz sea entendida como una política de Estado" y manejada por una instancia creada por ley "independiente de los gobiernos de turno".
Para Garzón, los sindicalistas muertos o aquellos que han debido abandonar sus hogares paraa escapar a persecuciones "son una cuota muy alta que los trabajadores han tenido que aportar y un motivo suficiente" para buscar la paz.
Para promover lo que define como "los intereses de los trabajadores en la búsqueda de un proceso de paz integral" Garzón presentará en el Grupo de Impulso propuestas orientadas a resolver problemas como "el creciente desempleo, el deterioro en la calidad de vida y el derecho a la organización".
En opinión del dirigente sindical, "es difícil hablar de paz" cuando en el primer trimestre de este año el desempleo llegó al nivel más alto de la última década (12,7 por ciento) y los planes económicos del gobierno amenazan con deteriorar aún más el ingreso real de los trabajadores.
En 1996, 14 sindicalistas fueron asesinados como consecuencia de su actividad, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que será presentado en junio en la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos.
Garzón fue escogido para integrar el Grupo de Impulso a pesar de que pertenece al ala de la CUT opuesta al presidente Ernesto Samper, surgida en la central en 1995 luego que se denunciara que la campaña electoral del actual jefe de Estado había sido financiada por el narcotráfico.
El presidente liberal había "coptado" al anterior líder de la CUT, Orlando Obregón, para designarlo como ministro de Defensa.
La CUT cuenta con 450.000 afiliados, mientras la Confederación General de Trabajadores Democráticos agrupa a 300.000 y la Confederación de Trabajadores de Colombia a 80.000.
Para el izquierdista Partido Socialista de los Trabajadores (PST), la participación de los sindicatos en el Grupo de Apoyo creado a instancias del gobierno representará "un nuevo desgaste en su proceso de crisis".
Oscar Angel, del Comité Ejecutivo del PST, afirmó que "es utópico pensar que un gobierno tan débil como el de Samper" pueda ser capaz de sacar adelante o dejar iniciado un proceso de paz "en las condiciones sociales en que se encuentra el país".
El PST plantea que en lugar de involucrarse en una negociación con el gobierno la guerrilla de izquierda decida "un cese unilateral del fuego" sin entregar sus armas ni desarticular sus organismos y "colocando toda su capacidad al servicio de los trabajadores" en la lucha de masas.
Las armas de la guerrilla servirían así sólo "para defender a los trabajadores" de eventuales agresiones del gobierno o de empresarios, sostiene el PST. (FIN/IPS/yf/dg/ip-lb/97