Pompeya, una de las ciudades del mundo antiguo que mayor fascinación provocan, corre el riesgo de morir de nuevo: elementos atmosféricos, el paso de millones de turistas cada año, carencia de personal técnico y manos ávidas de pedazos de antigüedad la están destruyendo lentamente.
Esta ciudad, donde la vida se cristalizó en un momento, casi por encanto, hace más de 1900 años, sufre un deterioro que le podría ser fatal, con frescos en constante proceso de decoloración, y muros a punto de derrumbarse.
En 1748 volvió a la luz tal como era en ese día, como si la vida se hubiera reanudado y fuera posible verla tal como era entonces, un caso único en la historia de la arqueología.
Conservada durante siglos bajo una costra de cenizas en que se transformó la lava del volcán Vesubio, que la sepultó el 24 de agosto del año 79 Después de Cristo (D.C), podría ahora morir por exceso de popularidad y falta de atención.
Pompeya atrae un creciente número de turistas. Casi dos millones de personas la visitaron en 1995, 200.000 más que en el año anterio y casi medio millón más que en 1993.
Los japoneses sienten por ella una atracción especial. En el Museo comunal de Yokohama, al sur de Tokio, donde viven 3,5 millones de personas, se presentan del 12 de abril al 20 de junio 170 pinturas provenientes de Pompeya, que fueron restauradas por entes del país asiático promotores de esta iniciativa.
"Ninguna catástrofe ha jamás procurado tanta alegría a las generaciones siguientes", escribió Johann Wolfgang Goethe sobre esta ciudad única en el mundo.
El superintendente de Bienes Culturales, Pier Giovanni Guzzo, está estudiando itinerarios turísticos limitados para controlar el deterioro de Pompeya y ha invitado a más de cien arqueólogos, de universidades italianas y extranjeras, para estudiar a sus habitantes del siglo I.
Se espera que esos estudios permitan finalmente cuantos habitantes tenía la ciudad en el momento de la erupción. Los estudiosos están divididos, en cifras que van de 8.000 a 20.000 personas.
Se sabe que las víctimas encontradas fueron dos mil. También se sabe que en ese 24 de agosto del año 79 estaba parcialmente deshabitada, ya que debido al intenso calor los ricos se habían ido a lugares más frescos y otros aún esperaban la reparación de sus casas, destruidas por un gran terremoto 17 años antes.
Cuando se inició la erupción del Vesubio, la ciudad parecía en construcción y la ausencia de muchos propietarios había favorecido la ocupación ilegal de casas y jardines.
Guzzo observó que no es justo afirmar que hasta ahora no se haya hecho nada. En los últimos 10 años se han realizado numerosos trabajos, pero que han sido insuficientes frente a un área abierta de cerca 44 hectáreas, en 22 de las cuales se deben realizar aún excavaciones.
El ministro de Cultura de Italia, Walter Veltroni, se comprometió a llevar adelante el proyecto "Pompeya 2000", para salvar en tres años la más amenazada gloria nacional.
Señaló que en este tiempo se efectuará una gigantesca obra de restauración, se iniciarán nuevas excavaciones, con un financiamiento público y privado para la realización de los trabajos, que tendrán un costo anual de 180 a 300 millones de dólares. (FIN/IPS/jp/ag/cr/97