PERU: Los sorprendentes y subexplotados cultivos andinos

La imagen del Perú prehispánico se asocia al esplendor de sus monumentos arqueológicos, Cusco, Machu Picchu y la tumba del Señor de Sipan, y se olvida generalmente que fue una civilización de notable desarrollo agrícola, superior al que tenía Europa en la misma época.

El mundo andino aportó a la humanidad dos de los alimentos más importantes que se consumen en todo el mundo, la papa y el maíz, especies ambas que fueron resultado de las técnicas de manejo genético de los incas y de las culturas que los antecedieron.

Otros cultivos andinos cuya producción y comercio ha alcanzado difusión internacional son tomates, frijoles, ajíes y batatas.

"Hay otros cultivos andinos subexplotados, cuya producción y comercialización no se universalizó pero son importantes en el sistema de seguridad alimentaria de las regiones en donde se siguen produciendo", dice Mario Tapia, experto del Centro Internacional de la Papa.

Consultor de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y autor de un ensayo sobre cultivos andinos, Tapia señala que los agricultores prehispánicos de Perú domesticaron otros tres tubérculos (olluco, oca y mashua).

"Esas especies, afines a la papa en su forma de cultivo, y otras han permanecido relegadas durante 400 años como consecuencia de los nuevos hábitos alimentarios traídos por los conquistadores europeos, pero aún son cultivadas en las pequeñas parcelas de los campesinos altoandinos", indica.

Cuando arribaron los españoles a la futura América, en 1492, encontraron que aquí se cultivaban entre 250 y 300 especies vegetales, y las dos regiones americanas de agricultura más avanzada eran Mesoamérica y la zona andina.

En el área andina, el centro nuclear de tecnología agrícola era la región de la sierra sur de Perú, en donde se encontraba la capital del imperio incaico, el Tahuantisuyo.

Los incas no fueron creadores de toda la tecnología biogenética del Perú antiguo. Otros pueblos anteriores habían iniciado la domesticación de más de 200 especies nativas, pero la fuerte estructura política y administrativa incaica expandió las técnicas de los pueblos que sojuzgaron.

"Los incas fueron como los romanos, un gobierno fuertemente centralizado que priorizaba la construcción de grandes obras y eficientes vías para someter a los pueblos conquistados, con una mentalidad imperial para asimilar y difundir las técnicas que encontraron en su expansión", dice el sociólogo Daniel Ugaz.

Con el impulso incaico, los Andes fueron el mayor centro de domesticación de plantas a nivel mundial, en donde se llegaron a adaptar cultivos por encima de los 4.000 metros sobre el nivel del mar, altitud que en otras regiones del mundo es considerada únicamente apta para pasturas silvestres.

"Por encima de los 4.000 metros se cultivan actualmente en Perú la maca y una especie de papa amarga, que mediante el uso de técnicas ancestrales que emplean el frío de la intemperie, el sol y agua, convierte en chuno, un producto comestible", comenta Tapia.

Perú es uno de los ocho países de megadiversidad biológica y ecológica del mundo, una de las naciones de mayor diversidad genética de variedades cultivadas y se le considera la mayor reserva de cultivos y germoplasma del planeta.

Los españoles adoptaron el consumo de algunos de los nuevos productos agíicolas que encontraron, pero marginaron otros, debido a la introducción de cultivos europeos o la concentración de la producción en algunas pocas variedades locales.

Tapia señala que entre los cultivos andinos subexplotados figuran algunos con excepcionales valores alimenticios, como quinua, canihua y tarwi.

"Hay unos 200 investigadores en Bolivia, Ecuador y Perú que trabajan en estos cultivos andinos, estudiando su mejoramiento, obtención de nuevas variedades, nuevas técnicas para acelerar su reproducción y mejorar su resistencia y sus posibilidades agroindustriales", añade.

La investigación agroindustrial obtiene resultados inesperados, como en el caso del tarwi, una leguminosa de valor nutricional similar a la soya pero que contiene un alcaloide que le da un cierto sabor amargo.

"Como la eliminación del alcaloide encarece el costo, los investigadores probaron usos industriales del alcaloide y ahora resulta que ese subproducto puede tener un mayor valor comercial que el producto original", considera Tapia.

El interés por los cultivos andinos ha renacido en las últimas décadas bajo el impulso de diversos programas de investigación biogenética, mejoramiento de labores agrícolas y estudio de sus posibilidades de desarrollo comercial.

"Sin duda, el respaldo de organizaciones internacionales como la FAO y el Centro Internacional de la Papa fomenta el interés en los cultivos andinos subexplotados, pero, por otro lado, la propia población, como consecuencia de las migraciones masivas, promueve su consumo en las áreas urbanas", concluye Tapia. (FIN/IPS/al/dg/if-pr-dv/97

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