Estonia, Letonia y Lituania, preocupados por su seguridad y estabilidad frente a la vecina Rusia, urgieron a los países miembros de la OTAN a admitirlos en la alianza militar atlántica, pero Moscú advirtió que no lo tolerará.
Los presidentes de Estonia, Lennart Meri, de Letonia, Guntis Ulmanis, y de Lituania, Algirdas Brazauskas, solicitaron a los líderes de los 16 países de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), reunidos en París el martes, que acepten su solicitud de ingreso.
Las tres repúblicas ex soviéticas pretenden la definición de "un proceso institucional de acceso" para su futura participación en la organización.
El pacto firmado el martes en París entre el presidente ruso Boris Yeltsin y los 16 jefes de Estado de la OTAN abre el camino para negociaciones sobre la incorporación a la alianza de algunos aliados de Rusia durante la guerra fría, como Polonia, Hungría, República Checa, Rumania y Eslovenia.
Rusia aceptó el acuerdo a regañadientes, pero advirtió que no tolerará el ingreso de los tres países bálticos a la OTAN.
La visión de Moscú sobre la seguridad báltica está definida por el lugar que ocupa el trío en relación a la OTAN y el enorme enclave militar ruso en Kaliningrado, separado de Rusia y su aliado Belarús por territorio lituano. La situación más sensible es la de las comunidades rusas en Estonia y Letonia.
Yeltsin, en cartas dirigidas al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, criticó la intención de los tres países del Báltico de ingresar a la OTAN y la situación que describió como "limbo legal" de los ciudadanos rusos en la zona.
Mientras, el canciller ruso Yegevny Primakov advirtió que el ingreso de los tres estados a la OTAN sería un acercamiento inaceptable de la estructura militar de la organización a las fronteras rusas, a menos que la medida fuera acompañada por una cooperación política global.
"La política discriminatoria de las autoridades de Estonia y Letonia deben ser evaluadas adecuadamente, y los gobiernos de dichos estados deben sentir las consecuencias negativas de su política", dijo Primakov.
En el peor de los casos, el enclave de Kaliningrado sería utilizado para desplegar armas nucleares, se reforzaría la flota del Báltico, se intensificaría la cooperación militar con Belarús y aumentarían los desafíos al tratado de desarme de las Fuerzas Convencionales de Europa (CFE), según analistas.
Los estados bálticos están al tanto de la amenaza. "No es fácil dormir junto a los elefantes", comentó en Copenhague el canciller de Letonia, Valdis Birkavs, el pasado septiembre.
El Consejo Conjunto Permanente OTAN-Rusia, previsto por el acuerdo del martes en París, podría convertirse en el principal foro de discusión sobre el ingreso de los países bálticos a la alianza, sostuvo Tasos Kokkinides, del Consejo Británico Estadounidense de Información para la Seguridad, con sede en Londres.
Aunque en el planificado Consejo no existirá el poder de veto, Rusia intentará que el Báltico siga siendo una cuestión sensible para ambas partes.
"Pienso que Rusia se referirá cada vez más al asunto de la ampliación de la OTAN en el Consejo Conjunto y aunque no tenga poder de veto, la presión recaerá sobre la alianza. No quedaría bien que siguieran discrepando sobre el asunto", opinó Kokkinides.
Yeltsin advirtió que Rusia considerará inválido el pacto si la alianza admite a cualquiera de los ex países soviéticos.
Los miembros de la OTAN respondieron que el ingreso de Estonia, Letonia y Lituania no ha sido descartado, como tampoco el de Rusia, en un futuro lejano.
"No descartamos ninguna posibilidad", dijo el vocero del Departamento de Estado de Estados Unidos, Nicholas Burns, según el diario letón Diena.
Burns agregó que las repúblicas bálticas seguirán participando de la Asociación para la Paz (PFP), el programa de cooperación militar de la OTAN.
Una PFP ampliada para el Báltico abordará problemas como el terrorismo y el tráfico de drogas, considerados mayores amenazas para la estabilidad que eventuales invasiones de países vecinos, pero no ofrecerá garantías de seguridad plena.
Estados Unidos también apoya la solicitud de ingreso de los países bálticos a la Unión Europea. Este objetivo a largo plazo también fue tratado durante la visita del presidente italiano Oscar Luigi Scalfaro a los tres estados, la semana pasada.
Pero los estados bálticos continúan sosteniendo que corren peligro de convertirse en una inestable "zona gris", ubicada entre Occidente y Rusia.
"La zona gris es aquella donde se tiene la sensación que no rigen los acuerdos internacionales que garantizan la estabilidad y la paz", dijo el lunes el presidente de Estonia, Meri.
"Ampliar la OTAN significa extender la zona de protección de la democracia. Tenemos la esperanza de que Rusia logrará establecer una sociedad democrática, pero le llevará mucho más tiempo del que se pensaba cuando cayó el muro de Berlín", dijo Meri.
Como integrantes del PFP, los estados bálticos pueden recibir asistencia técnica y entrenamiento, pero no tienen garantías de seguridad. Las tres repúblicas del mar Báltico cuentan con un batallón conjunto que ha sido desplegado en ejercicios de pacificación bajo el mando de la OTAN en Bosnia-Herzegovina.
La actitud favorable de Washington el año pasado no pudo evitar la firma de un memorando de "entendimiento mutuo" en junio entre Rusia y Estados Unidos por el que Moscú puede aumentar sus unidades blindadas en la zona de Pskov, fronteriza con Letonia.
El primer ministro de Finlandia, Paavo Lipponen, advirtió, al igual que otros mandatarios de la región, que la ampliación de la OTAN, centrada en los países del sur y centro de Europa, podría crear nuevas "esferas de influencia" que obligarían a Rusia a declarar la región báltica como parte de una esfera propia.
Lipponen señaló que Rusia misma podría tomar medidas para disminuir la tensión, incluyendo el reconocimiento formal de la absorción sistemática de los tres países por parte de la Unión Soviética en 1940 como una "ocupación", pero esa posibilidad parece remota.
Los partidos nacionalistas rusos de oposición interpretaron una declaración realizada el año pasado por el parlamento de Letonia sobre la ocupación como señal de preparación "para una limpieza étnica y la provocación de una guerra mundial".
Autoridades de la cancillería rusa consideraron la declaración "abiertamente antirrusa".(FIN/IPS/tra-en/am/mom/rj/aq-ml/ip/97