Las autoridades de México realizaron una operación de maquillaje en esta capital y un fuerte dispositivo de seguridad para que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su comitiva, integrada por varios secretarios de Estado, encuentren una ciudad ordenada y sin protestas.
Clinton, quien llegó este lunes a México, es el primer presidente estadounidense que visita la conflictiva capital desde 1979, donde se cometen unos 600 delitos diarios, se realizan seis marchas de protesta, hay más de 14.000 indigentes y 38 por ciento de sus 20 millones de habitantes son pobres.
El presidente y sus acompañantes, que se hospedan en un lujoso hotel cerca de la casa presidencial, son protegidos por más de 2.000 agentes especiales.
Desde fines del mes pasado, trabajadores limpian y pintan fachadas, arreglan jardines y decoran los lugares que verán los visitantes, mientras militares y personal de seguridad cierran calles, ponen rejas metálicas y desalojan a vendedores ambulantes y mendigos.
La embajada de Estados Unidos y otros edificios y zonas turísticas, como las pirámides de Teotihuacán, donde estará Clinton, fueron acordonadas desde este fin de semana por policías y militares.
Antes de la llegada de Clinton a México arribaron al aeropuerto de la capital varios aviones de la agencia antidrogas (DEA) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos, que recorrieron varias veces la ruta seguida por el mandatario visitante.
Estudiantes universitarios, campesinos y militantes de organizaciones barriales prometieron que realizarán marchas y protestas en los alrededores de la embajada de Estados Unidos y de otros edificios para rechazar la presencia de Clinton.
Este lunes, estudiantes pusieron un crespón negro en el monumento al Angel de la Independencia, a pocos metros de la embajada de Estados Unidos, y en el Palacio de las Bellas Artes un grupo de deudores de la banca inició una huelga de hambre.
La guerrilla zapatista del sureño estado de Chiapas y el Ejército Popular Revolucionario, que actúa en los estados de Guerrero y Oaxaca, no se pronunciaron sobre la visita ni anunciaron acciones.
La llegada de Clinton no implica más que una fuerte movilización de agentes policiales, "allí veremos proezas, en otros temas lo dudo", dijo el escritor Carlos Monsiváis, tras opinar que la presencia del presidente estadounidense no producirá grandes cambios en la conflictiva relación bilateral.
"Sólo podemos otorgar a la visita de Clinton un valor simbólico, pues cuando nosotros clamamos a gritos un cambio. Estados Unidos apenas susurra", afirmó el historiador Lorenzo Meyer.
Para el dramaturgo Luis de la Tavira la visita "representa un desafío a la dignidad frente a un vecino que suele conducirse como un jefe". (FIN/IPS/dc/ag/ip/97