Estados Unidos y México intentan un acercamiento sin precedentes en momentos que una ola de conflictos bilaterales se retira y empieza a formarse otra, quizá más perturbadora.
Vecinos con múltiples diferencias, pero finalmente socios inseparbales, ambos países firmarán acuerdos de diverso tipo en el marco de la visita que realizará a la capital mexicana entre lunes y miércoles el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton.
Doce secretarios de Estados discutirán sobre temas políticos, de migración, promoción de negocios, pesca, turismo, medio ambiente, salud, narcotráfico, agricultura y educación.
"Hablamos de acuerdos definitivos para la relación futura", dijo un funcionario mexicano. Según se explicó, uno de los documentos más importantes a suscribir será uno referente a la investigación conjunta de 200 casos de lavado de dinero del narcotráfico.
Miembros, junto a Canadá, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), instrumento al que los analistas consideran puntal de una liberalización comercial continental, Estados Unidos y México acaban de transitar por uno de sus períodos de conflicto.
"La visita de Clinton es oportuna para avanzar más allá de las recriminciones y tratarse como verdaderos socios con respeto e independencia", dijo a IPS Jorge Bustamente, director del Colegio de la Frontera Norte, institución mexicana especializada en temas migratorios.
El proceso de certificación antidrogas al que somete Washington a varios países cada año y la entrada en vigor de leyes migratorias fueron motivo para que los últimos meses congresistas de Estados Unidos dirijan críticas al gobierno del presidente Ernesto Zedillo.
Zedillo respondió a su vez con acalorados discursos de corte nacionalista.
"La relación es hoy un tanto esquizofrénica: en temas comerciales y económicos nos tratan como socios, aunque también nos maltratan, pero en otros como la migración y el narcotráfico somos sus enemigos y nos ven con racismo", declaró Bustamente.
Con idiomas y orígenes étnicos diferentes estos dos países que hace siglo y medio se enfrentaron en una guerra en la que México perdió más de la mitad de su territorio, chocan constantemente por sus políticas diversas frente a Cuba, al armamentismo y las estrategias comerciales proteccionistas.
Para julio, cuando Cliton presente al Congreso un informe sobre los tres años de vigencia del TLC, se espera que nuevamente se exacerben las diferencias bilaterales y que el clima antimexicano alentado por varios políticos estadounidenses en temas como migración vuelva a producir tormentas.
En México algunos grupos empresariales y sindicales piden introducir cambios al TLC, como incluir un acuerdo de migración laboral, lo que Washington rechaza, mientras en Estados Unidos políticos conservadores se han pronunciado incluso por anular el instrumento y cerrar la frontera.
"Se nos viene otras etapa de ataques fuertes, ya sabemos que en Estados Unidos se apelará a los peores sentimientos de los ciudadanos con el afán de ganar votos (…) y que México responderá como en otras ocasiones desgarrándose las vestiduras y gritando exabruptos", vaticinó Bustamante.
Según analistas, en la revisión del TLC -que ambos países consideran un acuerdo exitoso, basándose en un incremento del comercio de más de 20 por ciento anual desde 1994- pondrá sobre la mesa la meta de la apertura comercial continental, prometida, según lo acordaron los gobiernos del área, para el 2005.
Aunque Washington ha señalado que apoya el objetivo, el rechazo de los diputados y de los sindicatos a la posibilidad de abrir negociaciones "fast track (vía rápida)" sin consideraciones laborales, ambientales y de migración, podría posponer el proyecto continental.
No se deben repetir los errores cometidos en el TLC, donde temas como el ambiental se negociaron y firmaron, pero no se aplican, señaló la Federación de Sindicatos de Estados Unidos.
Víctor Lichtinger, director de la Comisión de Cooperación Ambiental del TLC, reconoce que la agenda de Canadá, Estados Unidos y México continúa dirigida exclusivamente por intereses comerciales.
Para México, el primer exportador de América Latina y El Caribe, con ventas anuales que superan los 98.000 millones de dólares, Estados Unidos es hoy su principal socio comercial, al destinar a ese país más de 80 por ciento de sus productos .
"La dependencia alentada por el TLC ha llegado a tal nivel que una situación de recesión en Estados Unidos sería hoy una de la peores catástrofes para México", dijo Alejandro Alvarez, profesor de posgrado en la facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma.
Aunque para Estados Unidos el país latinoamericano es un socio menos importante que Europa o Japón, "no deja de ser de gran influencia, tanto que durante la crisis de 1995 Washington entregó préstamos millonarios para evitar que el gobierno de Zedillo llegue al colapso y se extienda el efecto tequila", señaló Alvarez.
Sin el paquete de alrededor de 20 millones de dólares que reunió Estados Unidos en 1995 para ayudar a salir a México de su crisis financiera, el país latinoamericano y otros de la región aún estarían en aprietos y con ellos muchos inversionistas, sostuvo el experto. (FIN/IPS/dc/dg/if/97)