El presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, apeló al proverbio árabe "nadie puede saltar fuera de su sombra" para abogar por la relación de América Latina con Europa.
Sanguinetti, de visita oficial en Caracas, participó el martes 20 como invitado en la XIII conferencia bienal de los parlamentos Europeo y Latinoamericano (Parlatino), consagrada al análisis de la globalización, la integración y las luchas contra el narcotráfico y la corrupción.
"Nuestros parlamentos pueden analizar mejor la globalización porque América Latina es hija de la primera, la gran expansión de Europa hace 500 años", que dejó como herencia cultura, valores y modos de pnsamiento comunes, recalcó el mandatario con su apelación al proverbio árabe.
La nueva globalización fue acelerada desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y está afectada por mutaciones que dejan la informática y la industria mediática, dijo Sanguinetti, proponiendo que las democracias de América Latina la asuman para encarar sus retos.
El más apremiante de los desafíos latinoamericanos, agregó, es la pobreza, en la que viven 200 millones de sus habitantes.
América Latina fue la región que más creció durante los primeros 60 años de este siglo, gracias a la demanda de materias primas en Estados Unidos y en la Europa afectada por las dos guerras mundiales.
Ese crecimiento "fue incluso asumido como doctrina, la doctrina cepalista (de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL), y la región creció hasta producirse un agotamiento del modelo en los años 60 y 70", expuso el mandatario uruguayo.
Mientras se agotaba el modelo, los latinoamericanos fueron "demasiado tolerantes con la ineficiencia, la inequidad y el debilitamiento de sus monedas", observó Sanguinetti.
"Pasamos de representar 13 por ciento del comercio mundial a sólo tres por ciento, y toleramos la inequidad social como un elemento del paisaje latinoamericano", indicó.
Más aún, con criterio "fatalista" el liderazgo y la crítica en la región "recurrió a la explicación fácil, del chivo expiatorio, de que la culpa de la pobreza era de la Conquista, del Imperislismo, no de nosotros".
Como consecuencia, dijo Sanguinetti, se fueron sucediendo los desarreglos, la hiperinflación, las falsas soluciones salvadoras, el desencanto de los ciudadanos, y los golpes militares.
Estos últimos también fracasaron, no sólo al asfixiar las libertades sino también al no poder controlar la economía, "con excepción de la dictadura en Chile", y generar más pobreza.
En los años 80, con el retorno a la democracia, América Latina empieza a cambiar y a asumir ajustes económicos, como "respuesta natural e inevitable a los desajustes, revalorizando sus monedas y buscando el equilibrio fiscal", dijo Sanguinetti.
"América Latina pasó en 10 años de déficit fiscales de siete por ciento del Producto Interno Bruto a los de sólo uno por ciento. Se adquiere así equilibrio y, como consecuencia, se pueden encarar los problemas sociales", apuntó el dos veces presidente de Uruguay.
Los equipos que diseñaron y aplicaron esos ajustes "han sido injustamente incomprendidos", pero ahora América Latina está creciendo, a más de tres por ciento en los últimos tres años "excepto 1995, como consecuencia del 'efecto tequila' al desajustarse la economía mexicana", remarcó.
Sanguinetti resumió el panorama económico de la región: la economía crece y se abre, asume la necesidad de competir, y tiene como desafíos aumentar y diversificar su oferta exportadora y aumentar la tasa de ahorro interno.
Además debe trabajar por su integración, "asumiéndola no como una fortaleza para defenderse sino como una plataforma para su lanzamiento internacional", subrayó.
"Necesitamos que haya desarrollo económico para poder hacer distribución de la riqueza, y entonces sí afianzar la democracia", operación que, según Sanguinetti, impone encarar ahora los desafíos.
Los latinoamericanos "hemos hecho gran exaltación de la democracia y sus valores cuando la hemos perdido, pero bajamos la guardia cuando la tenemos. Esa situación debe cambiar y tienen mucho qué decir parlamentos, parlamentarios y partidos".
Esos cuerpos políticos "deben apoyar la apertura hacia el hemisferio y hacia Europa", continente cuya "cultura, lengua modo de pensamiento, valores e instituciones" América Latina compare.
"Somos uno respecto del otro la sombra de la que no podemos salir", concluyó el jefe de Estado uruguayo. (FIN/IPS/jm/dg/ip-if/97