HONG KONG: Británicos y chinos se disputan méritos

Mientras China intenta minimizar el legado británico en la futura ex colonia de Hong Kong, el país europeo hace todo lo posible para que la población del enclave lo recuerde con buenos ojos cuando se produzca su partida.

Un ruidoso y febril debate sobre lo que dejó la metrópoli británica a Hong Kong en 156 años de régimen colonial se apodera del territorio cuando se apresta a pasar al dominio de China el 30 de junio.

El primer ministro de China, Li Peng, afirmó el mes pasado al Congreso Nacional Popular que "el futuro de Hong Kong será aun más brillante" cuando sea gobernado por Beijing.

Los textos escolares fueron reelaborados para destacar ante los niños la caída del colonialismo y recordar el penoso papel de Gran Bretaña en la guerra del opio el siglo pasado, tras la cual China cedió el enclave a Londres.

Las autoridades británicas brindaron a fines de abril un espectáculo de pirotecnia y un desfile de infantería, aéreo y naval y lanzaron una moneda conmemorativa por la inauguración del puente colgante Tsin Ma, cuyas obras comenzaron en 1984.

Toda esta pompa sonó excesiva, aunque se trate del puente carretero y ferroviario más largo del mundo, pero se justificó por el hecho de que el Tsin Ma es una de las últimas grandes obras que concluirá el régimen colonial británico, junto con el Centro de Convenciones donde se formalizará la entrega.

Gran Bretaña está decidida a retirarse con honor. El gobernador británico Chris Patten suele referirse al puente Tsin Ma como "la dote más grande desde Cleopatra".

Restar importancia al papel de los británicos en la historia de Hong Kong se convirtió en una especie de deporte entre los funcionarios designados por Beijing.

De ese modo, suelen alabar el trabajo duro de los inmigrantes chinos y ponen las reformas económicas impuestas por el fallecido líder supremo Deng Xiaoping por encima de la prolijidad y legalidad de la administración inglesa.

Menudean las declaraciones respecto de la "pobreza" y el "subdesarrollo" del enclave. "Gran Bretaña no generó ningún milagro económico en Hong Kong durante los primeros 100 años" de régimen colonial, dice un despacho de la agencia oficial de noticias Nueva China (Xinhua).

"El desarrollo económico de Hong Kong comenzó en los años 50, cuando los chinos locales crearon varias industrias ligeras que colmaban la demanda de países occidentales", según ese comentario.

El ministro de Finanzas de Malasia, Anwar Ibrahim, se vio obligado a involucrarse en el debate cuando su par de Gran Bretaña, Kenneth Clarke, dijo que Londres "creó el marco legal y económico que brindó al pueblo de Hong Kong la oportunidad de dar el máximo de sus talentos".

"La historia de Gran Bretaña como potencia colonial es infinitamente superior a la de otros colonizadores europeos. Dejamos una situación mejor a la que encontramos", dijo Clarke en una reunión del Fondo Monetario Internacional y la Autoridad Monetaria de Hong Kong.

Anwar se burló en la misma reunión de las declaraciones del funcionario británico. "No creo que, después de cientos de años de colonización, Gran Bretaña esté en posición de decirlos cuáles son las prioridades", replicó el ministro malayo.

Tung Chee-hwa, el magnate naviero que se convertirá en el primer jefe ejecutivo de Hong Kong designado por China, ya redefinió con sutileza el cambio en las prioridades del enclave.

El sucesor de Patten ha puesto en el centro de su atención cuestiones sociales como vivienda y educación y minimizó asuntos sobre los cuales Gran Bretaña exhibe orgullosa sus logros, como la infraestructura, la democracia, la administración y el sistema legal.

Las declaraciones de Tung en ese sentido dejan entrever que Londres no puso énfasis en los problemas sociales durante el régimen colonial.

El decano de la Facultad de Educación de la Universidad China de Hong Kong, Lo Lai-kwok, afirmó que la enseñanza contó con pocos recursos durante el dominio británico, pues recibió tres por ciento del producto interno bruto y no entre cuatro y cinco por ciento como en otros países desarrollados.

Para restar importancia a las críticas que cunden, los funcionarios británicos suelen recitar declaraciones del cónsul de Japón en Hong Kong, Hideaki Ueda.

"Los sistemas introducidos por el régimen británico tuvieron resultado para convertir a este diminuto territorio, mezcla única de Oriente con Occidente, en una de las sociedades más avanzadas del mundo", dijo Ueda.

Las ceremonias en torno a Tsin Ma tuvieron la intención de contrarrestar la propaganda negativa. Pero el puente no se dirigirá a ninguna parte hasta que se concluya la construcción de su destino, el aeropuerto de la isla Lantau, en abril de 1998.

Ni Tung ni otros funcionarios chinos concurrieron a la fiesta de inauguración, instancia que los británicos aprovecharon para exhibir sus logros coloniales. El futuro jefe ejecutivo estaba entonces en territorio chino, conversando con representantes de Beijing.

Pero las críticas proceden, incluso, de personalidades que se oponen a las próximas autoridades designadas por la comunista China.

Tsan King-shing, legislador del Partido Demócrata, afirmó que Margaret Thatcher, quien firmó la declaración conjunta que estableció el pasaje de Hong Kong a China, no protegió las libertades de su población y se "lavó las manos". (FIN/IPS/tra- en/ys/js/mj/ip/97

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