EEUU: Batalla por comercio con China enfrenta al "peor enemigo"

El gobierno de Bill Clinton y las grandes corporaciones de Estados Unidos se preparan para la próxima batalla por el mantenimiento de una relación comercial normal con China.

Aunque Clinton se encuentre de gira por el Caribe, autoridades de su gobierno y representantes del mundo de los negocios están más preocupados por el desenlace de las medidas en relación a Beijing.

Pocos meses atrás, se contaba con que el estatuto de "nación más favorecida" para China sería renovado por Clinton y respaldado por el Congreso, y la única pregunta era si sería entregado en condición permanente.

Ahora, no obstante, la perspectiva de que el estatuto sea permanente desapareció, y los encargados de presionar por los intereses empresariales centran sus esfuerzos en persuadir a los congresistas que han respaldado el estatuto para que se mantengan firmes en la próxima votación, a comienzos de junio.

El cambio de situación resultó de una continua acumulación de quejas contra China, coronadas por acusaciones a comienzos de este año de que Beijing intentó comprar influencias en el Partido Demócrata, durante la campaña electoral del año pasado.

Aunque las acusaciones todavía no fueron probadas y el Partido Demócrata regresó cientos de miles de dólares recibidos por terceras partes sospechosas en la conexión china, al menos algunos republicanos huelen sangre.

El líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Dick Armey, y otros republicanos influyentes proponen la extensión del estatuto de nación más favorecida por sólo tres meses. Esto permitirá al Congreso votar nuevamente varios meses después que Beijing asuma el control de Hong Kong, otra preocupación del Congreso.

La Casa Blanca y otras grandes empresas con intereses en China se oponen a todo lo que no sea un estatuto incondicional. "Cualquier cosa por debajo tendría consecuencias desafortunadas, y no sólo consecuencias económicas", dijo Robert Kapp, presidente del Consejo Empresarial EE.UU.-China.

Pero tras la incertidumbre por el estatuto persiste la impresión de que China está tomando el papel de "imperio del mal" asignado a la ex Unión Soviética durante la guerra fría.

"Buscando un enemigo y encontrando a China" es la forma en que un columnista del New York Times describió la situación el mes pasado.

Como resultado, algunos analistas ven al Pentágono buscando su propia política de contención contra China, como quedó demostrado con su intento de mayor cooperación militar con Vietnam, el cual, al igual que algunos países asiáticos, se mantiene alerta ante las intenciones regionales de China.

Los sindicatos, preocupados por el creciente déficit comercial de Washington con China, estimado en 40.000 millones de dólares este año, también ven a Beijing como una amenaza.

Además, se quejan de que China inunda el mercado estadounidense con importaciones baratas, tomando producción de tecnología avanzada de empresas norteamericanas ávidas de invertir en China.

Algunos grupos de derechos humanos y contra la proliferación nuclear están preocupados por las demandas de Estados Unidos a China en esas áreas.

A estas fuerzas se suman republicanos de derecha, entre ellos el presidente del comité de relaciones exteriores del Senado, Jesse Helms, quienes durante largo tiempo respaldaron a Taiwan contra la "China roja".

Estas fuerzas también incluyen a neoconservadores ansiosos por restaurar un enfoque más moralista a la política exterior de Estados Unidos, similar al prevaleciente bajo el presidente Ronald Reagan.

El último ingreso a la coalición "anti estatuto" es la llamada Derecha Cristiana, que este año criticó la supuesta represión religiosa practicada por el gobierno de Beijing.

"Hay mucho más del interés de América que acuerdos comerciales", dijo Kristi Hamrick, del Consejo de Investigación de la Familia, el cual en el pasado se dedicó a la lucha contra el aborto.

El Consejo es un firme aliado del candidato presidencial republicano Patrick Buchanan, quien añadió China a su oposición al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, como forma de movilizar la opinión populista.

Como señaló entre otros el columnista de Times Thomas Friedman, "la emergencia de China como el nuevo enemigo mundial de Estados Unidos sin duda se relaciona a la tensión de los bajos salarios que los trabajadores norteamericanos sienten ante la competencia extranjera y los cambios tecnológicos que reducen sus empleos".

Un tema con el cual todos los elementos de la coalición anti estatuto están de acuerdo es que la política de Clinton hacia China, que ya tiene tres años, alcanzó ahora los resultados esperados de mayor liberalización política interna y mayor cooperación con Occidente.

Pero el gobienro y sus aliados de las corporaciones esperan ganar la actual batalla por el estatuto de nación más favorecida, aunque son más discretos sobre las relaciones chino- estadounidenses a largo plazo.

Corporaciones como Boeing y General Electric están aconsejando a sus proveedores menores que presionen con fuerza.

Boeing, por ejemplo, considera a China su mayor mercado, y comenzó a movilizar a las pequeñas empresas que la abastecen con equipos y repuestos, en una táctica que el año pasado logró la aprobación del estatuto por un amplio margen.

"Somos precavidamente optimistas", dijo Kapp. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/lp/if-ip/97

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