DESARROLLO: La lógica de la guerra civil

La comunidad internacional debe comprender la lógica de las guerras civiles para evitar el fracaso de las intervenciones externas, advirtieron varios analistas.

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), de Londres, identificó en el mundo 43 zonas de "violento conflicto interno", la mayoría con repercusión internacional.

Los países que consideran intervenir en esas crisis se enfrentan a situaciones de difícil solución, como se comprobó en los casos de Somalia y Bosnia-Herzegovina.

Mientras, la ayuda de emergencia absorbe los reducidos recursos de asistencia.

La ayuda total de las naciones donantes del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico se redujo en promedio de 0,34 por ciento del producto interno bruto en 1984 a 0,3 por ciento en 1994.

Simultáneamente, la ayuda de emergencia como porcentaje de la asistencia otorgada por los miembros del mismo Comité aumentó de 1,6 por ciento a 8,4 por ciento.

La ayuda extranjera a víctimas de guerras civiles alcanzó en 1994 el máximo histórico de 7.200 millones de dólares.

La asistencia humanitaria se convirtió en la "primera línea de defensa" del mundo industrial en el contexto político posterior a la guerra fría, destacó John Prendergast, director del proyecto Cuerno de Africa del Concern Centre, de Washington, en su libro "Crisis Response" (Respuesta a las crisis).

"La gran paradoja de la época actual es que la comunidad internacional dispone de mecanismos para impedir o mitigar las guerras entre naciones", pero no puede evitar los conflictos internos, que "se han convertido en el principal problema para la seguridad mundial", dijo Kumar Rupasinghe, de la organización International Alert, de Londres.

Las potencias se resisten a "comprometerse políticamente" con las crisis internas ajenas, hasta que estas cobran dimensiones de catástrofe. Ese distanciamiento se debe a la creencia que las partes beligerantes en guerras civiles persiguen de manera irracional objetivos irreconciliables.

La superación de ese estereotipo favorecería la eficacia de la intervención externa. Es necesario comprender la estructura racional que se encuentra detrás de las guerras civiles, advirtió Charles King, de la Universidad de Georgetown, en Washington.

Los actores externos deciden intervenir sólo cuando lo consideran necesario para sus propios intereses, declaró King al IISS.

Comprender las causas de la violencia "desde el punto de vista de los beligerantes es importante para elaborar una estrategia pragmática y efectiva de intervención", agregó.

El analista también señaló que el resultado de las batallas no siempre influye en la decisión de continuar o poner fin a la guerra.

Muchos beligerantes consideran una forma de derrota todo lo que no sea la total eliminación del enemigo, y las malas comunicaciones dificultan a los líderes ordenar a las tropas que detengan la batalla.

Así mismo, la cultura de la violencia puede llevar a los combatientes a negarse a deponer las armas, explicó King.

Algunos combatientes reciben el respaldo directo o indirecto de potencias extranjeras. El líder rebelde Jonas Savimbi, confiado en el apoyo de Estados Unidos, reanudó la guerra civil de Angola al perder las elecciones de 1992.

Para la mayoría de los participantes en una guerra civil, resulta difícil evaluar los costos y beneficios entre la guerra y la paz. Mientras la paz sea una opción de valor desconocido, la continuación de la guerra puede considerarse un riesgo menor.

Los intereses financieros también tienen su papel. Grupos en guerra utilizaron para mantenerse en lucha el petróleo en Sudán, diamantes en Sierra Leona y Angola, madera en Camboya, heroína en Birmania y opio en Afganistán.

La continuidad de la violencia asegura a los rebeldes el producto de esas actividades.

Los expertos también cuestionan la suposición de que los estados vecinos tienen interés en terminar con guerras civiles "desestabilizadoras" y repatriar rápidamente a los refugiados que albergan.

Funcionarios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) afirmaron que las autoridades de Zaire obstaculizaron la repatriación de los hutus ruandeses para continuar la venta de gasolina y provisiones a las agencias internacionales instaladas en los campamentos de refugiados.

En Somalia, la ayuda internacional fue considerada un trofeo de guerra por los milicianos.

Quizá la razón más importante para la persistencia de una guerra civil sea que ambos bandos consideran que se enfrentan a un "dilema de seguridad", dijo King.

Un ejemplo fue la reticencia de los rebeldes de Albania a entregar sus armas sin conseguir sólidas garantías de seguridad. Otro caso sería el del Ejército Republicano Irlandés, que desde fines de los años 60 lucha contra los británicos en Irlanda del Norte.

Luego de la guerra fría aumentaron los pedidos de intervención externa, aunque no existe un criterio sistemático para acometerla, según Bryan Hehir, de la Universidad de Harvard, de Estados Unidos.

Tras la aprobación en 1991 de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre zonas de seguridad para los kurdos de Iraq, en 1991, y luego del genocidio de Ruanda, en 1994, varios diplomáticos consideraron que debía consagrarse el derecho de intervención del foro mundial.

El artículo 2 de la Carta de la ONU prohibe la intervención de la organización en "asuntos que estén esencialmente dentro de la jurisdicción de un estado", y la propuesta tiene escaso respaldo político.

Además, la ONU no tiene recursos para actuar como gendarme internacional.

"En sólo tres años, desde la victoriosa protección y alimentación de los kurdos iraquíes en 1991 hasta la impotencia ante el genocidio de Ruanda en 1994, la comunidad internacional renunció a la grandiosa visión de un nuevo orden mundial", advirtió King. (FIN/IPS/tra-en/db/dds/rj/aq-ff/ip/97

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