COREA DEL NORTE-CHINA: Un puente entre el hambre y la prosperidad

El río Yalu atraviesa dos mundos distintos, el del milagro económico de China y el de las hambrunas y la miseria cada vez peores en Corea del Norte.

Las historias de hambre y muerte se filtran desde Corea del Norte, mientras el trueque y el comercio florecen a pesar de la resistencia del conservador gobierno comunista en Pyongyang.

"Ellos son como nosotros durante la 'revolución cultural'. Todavía están en la etapa de cantar consignas y blandir el libro rojo del presidente Mao", dijo Xu, operario de la vía férrea que cruza el denominado Puente de la Amistad sobre el río Yalu.

Para Xu, los chinos no solo viven mejor, sino que son más pragmáticos que los norcoreanos.

"Tenemos suficiente para comer y eso es lo que importa", se ufanó, mientras compartía un plato de "kimchi" y carne asada con su novia en un restaurante especializado en platos típicos de Corea del Norte.

A través de las ventanas del restaurante se puede ver una fila interminable de camiones colmados de bolsas de harina, neumáticos y sacos de algodón que esperan para cruzar la frontera hacia la ciudad norcoreana de Sinuiju.

"Pero no importa cuánto alimento envíen, no es suficiente", dijo Wang, el conductor de uno de los camiones, mientras prendía un cigarrillo para aliviar la espera.

"Ellos nunca estuvieron bien, pero con los años están cada vez peor. China es un gran país. Si una provincia sufre hambre, las otras acudirán en su ayuda. Pero Corea del Norte es un lugar pequeño y nunca tuvieron suficiente grano", sostuvo.

Corea del Norte está asolada por la escasez de comida provocado por el fracaso del sistema de granjas colectivas, a lo que se sumaron las severas inundaciones que sufrió el país en 1995 y 1996.

El Programa de Naciones Unidas para la Alimentación estimó que Corea del Norte requiere 1,3 millones de toneladas de grano adicionales para alimentar a su población antes de la cosecha del otoño.

Pero quienes estuvieron en el país afirman que se prevé una pobre cosecha porque la gente está demasiado débil para trabajar en los cultivos. Pyongyang admitió que docenas de niños murieron desnutridos en 1996.

Estados Unidos anunció ayuda alimentaria y Corea del Sur, con la que Corea del Norte está aún en guerra en los papeles, también prometió granos, aunque todavía se está por determinar la cantidad y el método de distribución.

Pero unos 200 caminones cruzan a diario el Puente de la Amistad. Llevan comida a Corea del Norte y vuelven a China con metales de desecho y madera. "Si detenemos este flujo comercial informal, morirán de hambre", dijo Wang.

El camionero nunca fue más allá de la ciudad fronteriza de Sinuiji, cuyos habitantes, afirmó, mantienen silencio sobre la situación. Parecen asustados. Lo peor son los niños de entre cuatro y seis años que se dan palmadas en el vientre hinchado y se señalan la boca con el dedo, afirmó el camionero.

"Esperan en los dos costados de la carretera hacia Sinuiju a que pasen los camiones. Están flacos y tienen la piel amarilla", agregó.

De cualquier manera, Wang cree que la población de Sinuiji está mejor que la de otras localidades porque reciben alimento desde China a través del puente. "Escuché que hay gente más adentro del territorio que no va a trabajar porque el gobierno no les entrega más raciones de comida", dijo.

"Puedo decirle esto porque no tengo miedo y puedo hablar con libertad, pero la gente de allí no dirá nada. Tienen mucho miedo de las represalias del gobierno", sostuvo el conductor.

Los comerciantes que esperaban en la oficina de aduanas de Dandong también hablaron de la mala disposición de los soldados norcoreanos, que les obligan a dejar sus teléfonos portátiles en China. Y si alguno desobedece, pueden ponerse violentos.

Pero no se sigue la misma disciplina cuando se cometen saqueos de camiones, como narró Ma Ganzheng, chofer de 49 años, que dijo haber sufrido la semana pasada en Sinuiju el robo de 30 sacos de 25 kilogramos de harina cada uno a manos de adolescentes mientras los guardias contemplaban el incidente.

El pragmatismo parece, sin embargo, la actitud predominante de los chinos. Unas pocas compañías privadas surgieron en los últimos dos meses para canalizar el comercio fronterizo informal.

"Hemos esperado una apertura económica", dijo una mujer que creó una empresa que cambia alimentos por hierbas y raíces de ginseng de Corea del Norte. El inescrutable régimen de Kim Jong Il se resiste a abrir las fronteras, pero el hambre obliga a la gente a acordar con extranjeros para sobrevivir.

"Tendrán que abrir su país al comercio. No hay alternativa", dijo la empresaria.

Por ahora, solo los comerciantes chinos y algunos turistas con familiares del otro lado de la frontera están autorizados a cruzar el puente de la Amistad. Otros se contentan con observar con binoculares lo que ocurre del otro lado del río Yalu. (FIN/IPS/tra- en/ab/ral/ip pr/97

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