El número de niños de seis a 14 años que trabajan en América Latina, especialmente en las ciudades, se aproxima sugestivamente a la población de desempleados de la región, lo que sugiere que el trabajo infantil actúa como seguro de desempleo encubierto.
La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) infirió la deducción en un estudio sobre las dimensiones del empleo de menores preparado para la Primera Reunión Iberoamericana sobre el Trabajo Infantil, los días 8 y 9 en Cartagena, Colombia.
La agencia de las Naciones Unidas se propone sensibilizar a la opinión pública sobre el drama de millones de niños latinoamericanos que "trabajan y viven en condiciones miserables".
El documento de la OIT distribuido en Ginebra describió el padecimiento de los niños: "labrando de sol a sol, cociendo ladrillos en hornos ardientes, picando piedras en las canteras o empujados a la prostitución en las calles de las grandes ciudades".
Las estadísticas disponibles indican que entre 20 y 25 por ciento de los niños con edades de seis a 14 trabajan actualmente en América Latina. La fuerza de trabajo infantil representa casi cinco por ciento de la población económicamente activa de la región.
El informe observó que esa proporción es "bastante cercana a la tasa de desempleo abierto, lo que sugiere la posibilidad de que el trabajo infantil esté jugando, en mayor o menor medida, un papel de seguro de desempleo encubierto".
El total de niños que trabajan en la región asciende a 15 millones, la mitad de los cuales pertenece al grupo de edades entre seis y 14 años.
Las cifras "parecen modestas" en comparación con los 250 millones de niños que trabajan en el mundo, comentó Michel Hansenne, director general de la OIT. Sin embargo, "resultan alarmantes cuando nos damos cuenta de que uno de cada cinco niños latinoamericanos es un niño trabajador".
Hansene participará de la reunión de Cartagena, que será inaugurada con la presencia del presidente de Colombia, Ernesto Samper.
Ministros y altos funcionarios de 20 países de la región discutirán las fórmulas para dar un nuevo impulso a la ofensiva internacional contra las formas más intolerables del trabajo infantil.
El informe de la OIT describió un panorama social negativo de América Latina con un modelo de desarrollo caracterizado por la escasa creación de empleo en el sector moderno.
Otros rasgos de la región son el peso creciente del sector informal, la disminución del papel del Estado como empleador, el estancamiento de los salarios reales y la persistencia de la pobreza en la mayor parte de los países.
La mayor parte de los niños que trabajan lo hacen en condiciones manifiestamente peligrosas para su seguridad, salud y estabilidad emocional, sometidos a vejaciones físicas y morales, y a agotadoras jornadas de trabajo muy superiores a los límites legales, dijo la OIT.
El 60 por ciento del trabajo infantil se concentra en el sector agrícola, que los expertos reputan de "uno de los entornos laborales más peligrosos y difíciles de controlar".
En las tareas rurales, los niños trabajan a la intemperie, en posturas corporales ineadecuadas, expuestos a sustancias químicas, herramientas cortantes, mordeduras de animales y picaduras de insectos.
Como consecuencia de la urbanización, el trabajo infantil se extendió a pueblos y ciudades, donde se ocupan en microempresas, talleres informales, mercados callejeros o prestan servicios menores.
Cientos de miles de niñas, alrededor de 10 por ciento de la fuerza de trabajo infantil, cumplen largas jornadas como trabajadoras domésticas en un ambiente donde menudean golpes, insultos y vejaciones sexuales.
En un fenómeno característico de América Latina, los niños y niñas de la calle representan entre cinco y 20 por ciento de los adolescentes que trabajan en las ciudades.
El estudio afirmó que la delincuencia y la pobreza arrastran a miles de niños callejeros a la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas.
La categoría de niños asalariados es considerable en América Latina, en contraste con otras regiones del mundo donde la mano de obra infantil cuesta poco o nada.
Los niños asalariados representan entre 45 y 50 por ciento del grupo de 10 a 14 años. Los más pequeños son por lo general trabajadores familiares no remunerados.
A igual trabajo y aún con jornadas más largas, los niños reciben remuneraciones inferiores a las percibidas por los adultos. En el servicio doméstico, la retribución se limita en muchos casos al albergue y la comida.
Pero para muchas familias pobres, el trabjo infantil constituye una necesidad y su pérdida supondría una gran dificultad.
El informe de la OIT indicó que la contribución de los niños a los ingresos familiares puede ser importante en particular en los hogares que enfrentan la pobreza extrema y en especial en los hogares monoparentales liderados por mujeres. (FIN/IPS/pc/ag/lb- pr/97