Desde un asiento de un tren de China, uno apenas puede distinguir el rostro de los pasajeros sentados enfrente debido al humo de tabaco. Aparentemente, la prohibición gubernamental de fumar en el transporte público no ha surtido efecto.
Sesenta por ciento de los miles de millones de chinos que viajan por año en tren son fumadores, según el Ministerio del Ferrocarril.
Fumar en un tren es un gran pasatiempo para muchos chinos, que prefieren este medio de transporte a los costosos viajes aéreos o a los autobuses, que tienen un horario bastante irregular.
En un país donde el hábito de fumar está profundamente arraigado, el gobierno prohibió el 1 de mayo fumar en cualquier medio de transporte público del país, trátese de trenes, barcos, aviones, autobuses o taxis.
Pero al menos las nuevas normas y castigos no son demasiado estrictas. Quienes no respeten la prohibición deben pagar una multa equivalente a seis dólares.
China es el mayor productor y consumidor de tabaco del mundo. Sus 350 millones de fumadores, en una población superior a 1.200 millones, consumen 150.000 millones de cigarrillos cada año, o 30 por ciento del total mundial.
En realidad, la celebración de cualquier negocio o reunión social casi inevitablemente tiene lugar en medio de una nube de humo, y rehusar un cigarrillo equivale a rechazar una mano extendida.
En 1984, sólo 38 por ciento de los adultos de Beijing eran fumadores, pero para 1995 la proporción había aumentado a 50 por ciento.
Los hombres chinos son más susceptibles a la adicción al tabaco. Según la Organización Mundial de la Salud, que este sábado celebra el Día Mundial sin Humo de Tabaco, 61 por ciento de los hombres de 15 a 25 años son fumadores, y para los mayores de 25, la proporción aumenta a 70 por ciento.
Existen pocas señales de inversión de esta tendencia, pese a las numerosas advertencias sobre las consecuencias del tabaquismo sobre la salud, la productividad y los recursos de la salud pública.
Las principales causas de muerte en China son el cáncer, las dolencias respiratorias y los males cardíacos, todas vinculadas al tabaquismo, y los expertos en salud prevén que dos millones de chinos morirán anualmente de enfermedades derivadas de la adicción al tabaco para el año 2025.
Beijing y otras 25 ciudades declararon el año pasado una guerra contra el tabaco, prohibiendo fumar en lugares públicos como hospitales, escuelas, teatros y salas de cine.
Pero la prohibición nacional de este mes tiene un enfoque diferente a la impuesta por algunas ciudades chinas el año pasado.
Antes de que la prohibición entrara en vigor, el primer ministro Li Peng sugirió que sería mejor dar un ejemplo público antes de aplicar estrictamente las nuevas medidas.
Entonces, cuando 3.000 delegados del Congreso Nacional del Pueblo se reunieron en Beijing el pasado marzo para su sesión anual, Li urgió a los parlamentarios a transformarse en un ejemplo para el resto de los ciudadanos.
"Sugiero que nosotros, los representantes del pueblo, demos un ejemplo de cumplimiento de la prohibición de fumar en lugares públicos", dijo el primer ministro a los miembros del Congreso.
El hecho de que importantes líderes como Mao Zedong y Deng Xiaoping hayan sido fumadores empedernidos no contribuye a los propósitos de Li. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ml/he-ip/97