La agitación producida por una fusión con repercusiones monopólicas y la apertura de nuevas fronteras de negocios, delimitan el paisaje del mercado de las telecomunicaciones en Chile, un territorio desregulado en el que las compañías luchan ferozmente por controlarlo.
Durante las próximas semanas la atención de los analistas de este mercado estará concentrada en el desenlace que tendrán los anuncios de fusión entre la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC) y la operadora VTR, un negocio de 900 millones de dólares que daría nacimiento a un monstruo del sector.
Pero también se mantienen las expectativas en torno a lo que sucederá con el aumento de la competencia en el mercado de líneas telefónicas básicas, así como con la llegada del Servicio de Comunicación Personal o PCS, que inaugura una nueva era para la codiciada telefonía móvil.
Todas estas innovaciones también generan desafíos, y el subsecretario de Telecomunicaciones, Gregorio San Martín, ha comentado la necesidad de garantizar la competitividad, lo cual redundaría en una propuesta oficial para crear una Superintendencia del sector.
El mercado de telecomunicaciones chileno comenzó a configurarse en 1987, cuando se decidió la privatización de la infraestructura del Estado, pero el proceso de desregulación fue paulatino.
Hace tres años se dio un paso decisivo, cuando se liberó el mercado de larga distancia mediante un sistema de multiportadores, que permite a cada usuario chileno elegir con cuál empresa desea efectuar su llamada, lo cual generó la instalación de nuevos operadores en el país.
El número de líneas telefónicas en Chile subió de seis a 14 por cada 100 habitantes y se estima que el año 2000 llegará a 20, mientras que 320.000 personas, de los 14 millones de habitantes, cargan un teléfono celular y ocho empresas compiten por dar servicio de larga distancia.
Entretanto, el proceso que conduce hacia la fusión entre la CTC y VTR había caído esta semana en una especie de letargo, después que la Comisión Antimonopolios planteara objeciones por las consecuencias que traería esa alianza.
La subsecretaría de Telecomunicaciones había anticipado que la nueva empresa manejaría mas de 95 por ciento del servicio de telefonía básica, y 97 por ciento de la televisión por cable, que atrae fuertemente a las telefónicas locales.
La objeción de la Comisión estuvo basada en los efectos para el mercado televisivo, pero refleja el alcance de las preocupaciones expuestas por San Martín, quien ha sostenido que la legislación e institucionalidad del sector no avanza al mismo ritmo del mercado.
La CTC tiene mayoría accionaria de la Telefónica de España, mientras que VTR es propiedad del grupo chileno Luksic y de la estadounidense Southwestern Bell, que se retira de la compañía ante la inminencia de la fusión.
En el campo de la telefonía básica, que desde el año pasado se abrió a la competencia previa concesión de zonas, la compañía Entel, con participación de la italiana Stet y la coreana Samsung junto a inversionistas locales, informó que espera tener 85 mil líneas instaladas a fin de año.
Aunque la cifra no compite con el poder de la CTC en este campo, pues esta empresa tiene más de 2 millones de líneas, si revela la intención de competir en áreas específicas, como servicio a empresas con alto tráfico, o la segunda línea residencial, muy en boga en tiempos de Internet.
La competencia más fuerte se concentra en Santiago, donde hay un tercer operador de telefonía básica, Telesat, y cada día hay promesas de instalación gratuita, condonación de tarifa básica por un período, menores costos por el uso del servicio.
Y la otra frontera agitada es la de la telefonía móvil, donde por ahora compiten Startel (CTC con VTR) con 60 por ciento del mercado y la estadounidense Bellsouth con 30 por ciento.
Ambas empresas incorporaron servicios digitales e inundan a los potenciales usuarios son servicios del tipo «tarifa fija», «secretaria virtual», mamá conectada, mientras esperan la impactante llegada de los novedosos PCS.
Durante meses la licitación para tres operadores de PCS estuvo trancada por demandas judiciales de las compañías de celulares, que realizaron todo tipo de maniobras para impedir la llegada del nuevo sistema.
El PCS va más allá de la simple telefonía pues se trata de un sistema integral de comunicaciones personales y móviles, con capacidad para la transmisión de datos y faxes a altas velocidades.
Las tres empresas que ganaron la licitación deberían establecer mecanismos para operar en los próximos meses, sólo que nuevamente hay suspenso: dos de ellas pertenecen a Entel, y si una se retira, entraría en el nuevo juego una de la CTC.
Así, se abriría un nuevo frente de lucha, o mejor dicho de libre competencia. (FIN/IPS/lac/dg/cr-if/97