El modelo económico ortodoxamente liberal se mantendrá en todos sus aspectos esenciales cualquiera sea el ganador de los comicios generales de este domingo en Bolivia.
Si algún cambio se debe hacer con el modelo es humanizarlo, para evitar que la población que vive en extrema pobreza se vuelque hacia alternativas violentas, coinciden los aspirantes a la Presidencia.
La reafirmación de confianza de los candidatos en el modelo "neoliberal" se apoya no sólo en la presión de organismos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional sino también en la estabilidad alcanzada.
La inflación, que en 1984 era de 24.000 por ciento anual, se redujo drásticamente hasta llegar a 7,95 por ciento en 1996, uno de los niveles más bajos de la región.
Los gobiernos de Víctor Paz Estenssoro (1985-1999), Jaime Paz Zamora (1989-1993) y el actual de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993- 1997) han aplicado reformas estructurales apelando siempre al "sacrificio" de la gente, con la promesa de un pronto despegue económico.
En esta campaña electoral, los principales aspirantes, si bien insisten en mantener el modelo, no quieren más reformas y ofrecen, ahora sí, atender las necesidades de la población.
Fomento de las exportaciones, apoyo a la pequeña y mediana industria, microcrédito, y hacer de Bolivia un país con corredores de exportaciones para participar en el comercio subregional entre Pacífico y Atlántico y entre bloques de integración figuran entre las propuestas electorales .
Planes de vivienda popular, creación de empleo, programas de asistencia social para los más pobres y bonos para todos los gustos (para el recién nacido, para los ancianos, para los jóvenes) completan el cuadro de ofertas.
La promesa de "acabar con la pobreza" también está en los programas de todos los candidatos, pero Bolivia sigue siendo uno de los países de menor desarrollo de América Latina.
Más de 60 por ciento de los 7,4 millones de habitantes viven en situación de extrema pobreza, el ingreso per cápita apenas alcanza a 770 dólares por año y la tasa de desempleo supera 30 por ciento.
En las áreas urbanas, 75 por ciento de la población tiene acceso a servicios básicos (agua, alcantarillado, energía eléctrica), mientras en el campo ese índice es inferior al 30 por ciento.
Completa este cuadro el acelerado proceso de migración del campo a las ciudades, que ha comenzado a revertir la tradicional proporción de mitad-mitad, para hacer de Bolivia un país cada vez más urbano.
Las ciudades se rodean a su vez de enormes cordones de miseria, donde se asientan los migrantes internos.
Los bolivianos esperan que el candidato que el 6 de agosto asuma el mando de la nación exhiba el "rostro social" del modelo.
Como ocurre en cada elección, los principales temas de política exterior -que se supone "no dan votos"- fueron los grandes ausentes de la campaña electoral para los comicios de este domingo: nadie habló de integración regional, alternativas de una salida al mar y relaciones con Estados Unidos.
Con relación a los cultivos de coca, la producción de drogas y la lucha contra el narcotráfico, los principales candidatos presidenciales también tienen criterios muy parecidos, variando sólo en matices respecto al uso de la fuerza.
Al influjo de la presión de Estados Unidos, todos los candidatos se han comprometido a continuar la política de erradicación compensada y forzosa de cultivos de coca, y hasta hablan de plazos (entre tres y cinco años) para destruir la última plantación de este arbusto. (FIN/IPS/jcr/dg/ip/97