Sin dejarse intimidar por leyes que castigan el tráfico humano con la muerte, traficantes de Bangladesh venden en el exterior cada año a miles de niños y mujeres, destinados a las carreras de camellos del Golfo o a los burdeles del sur de Asia.
Al menos 4.500 niños y mujeres bengalíes son objeto de tráfico cada año, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Asociación Regional de Cooperación de Asia Meridional (SAARC).
Cerca de 90 por ciento de los niños salen del país a través de la frontera del suroeste del país, donde unos 66 traficantes (hombres y mujeres) fueron detenidos en 1995, de acuerdo con el Departamento de Asuntos de la Mujer.
Periódicos locales informaron recientemente que un niño bengalí de 10 años se desmayó y murió de un ataque cardíaco mientras hacía de jinete en una carrera de camellos en Dubai, en los Emiratos Arabes Unidos.
Pero la mayor parte del tráfico humano desde Bangladesh se dirige a burdeles de India y Pakistán, donde medio millón de mujeres y adolescentes son explotadas, según la Asociación Nacional de Abogadas de Bangladesh, una organización no gubernamental (ONG).
"El tráfico, el secuestro y la venta de personas es un problema en el país…, pero el gobierno ha tomado medidas para detener esas prácticas", afirmó el Ministerio de Asuntos Sociales en un informe presentado en Ginebra a una comisión que controla la aplicación de la Convención de los Derechos del Niño.
Actualmente el gobierno prepara un plan de acción para eliminar el tráfico de niños y niñas a través de las fronteras con la ayuda de UNICEF, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), abogados y ONG.
"El proyecto forma parte de un plan gubernamental anual para el período 1997-98", explicó Birgithe Lund-Henriksen, representante de UNICEF en Dhaka, la capital.
El programa de cinco años, que deberá ser aprobado por la Comisión de Planificación, pretende aumentar la conciencia pública sobre el problema del tráfico infantil entre los padres, maestros, abogados, médicos y periodistas.
El proyecto, que será aplicado por el Ministerio de Asuntos de la Mujer y la Infancia, capacitará a los funcionarios de frontera para que protejan a los niños víctimas del tráfico.
Funcionarios del programa señalaron que, aunque los encargados de aplicar a ley a menudo están involucrados en el tráfico, también es cierto que los policías muchas veces no saben para qué se saca del país a los niños.
Como parte del proyecto, UNICEF y la OIT financiarán un detallado estudio del problema por parte de la Asociación Nacional de Abogadas de Bangladesh.
El estudio tiene por finalidad identificar a los grupos más vulnerables, los caminos más comunes que se utilizan y lo que acontece a los niños una vez que cruzan la frontera.
"Rescate, repatriación y reintegración" también forman parte de los planes del gobierno para la eliminación del tráfico de niños.
Así mismo, las embajadas recibirán órdenes de asumir un papel más activo y se establecerán campamentos junto a la frontera que ofrecerán refugio temporal a las víctimas.
"El gobierno está comprometido. Aunque lentamente, el proceso ha comenzado", manifestó Lund-Henriksen, de UNICEF.
Un estudio anterior de la Asociación de Abogadas descubrió que las familias que entregan a sus hijos no tienen idea de lo que les ocurre una vez que salen del país.
La presidenta de la Asociación, Fowzia Karim Firoze, relató el caso de Farida, quien fue llevada a India desde una aldea al sur de Dhaka. La niña de 10 años fue entregada a un vecino por su padre, un agricultor pobre que se volvió a casar tras la muerte de su esposa.
El vecino le prometió encontrarle trabajo a Farida en la capital de India, pero en lugar de ello abusaba sexualmente de la niña casi todas las noches, al igual que sus asociados de Nueva Delhi.
Farida logró escapar, pero fue llevada a una estación de policía, donde fue víctima de una violación masiva.
Rescatada el año pasado de una cárcel transitoria para menores de Delhi, donde pasó cinco años bajo custodia preventiva, Farida vive ahora en un refugio de la Asociación de Abogadas.
"Su padre no desea tenerla de nuevo. Farida está bajo tratamiento médico y cuando se recupere tendremos que enseñarle algún oficio", explicó Fowzia.
"El deseo de una vida mejor es lo que lleva a algunas familias pobres a entregar sus hijos a traficantes, y a las mujeres a dejar su propia tierra y viajar hacia un destino desconocido", destacó la abogada.
Un estudio realizado en 1995 por una ONG en el distrito noroccidental de Rajshahi descubrió que algunos padres estaban felices de entregar sus hijas a extranjeros para evitar pagar las altas dotes exigidas por los novios.
Pero investigadores que viajaron a India descubrieron que muchas de esas niñas terminaron utilizadas como mano de obra barata en pequeñas fábricas del norte del país y que su magro salario quedaba en manos de los traficantes.
En otros casos, adolescentes que tuvieron como destino ser la tercera o cuarta esposa de sus compradores fueron abandonadas por sus maridos y terminaron en burdeles.
El estudio de la Asociación de Abogadas sostiene que existe un índice más alto de poligamia, divorcio, y matrimonio precoz en las áreas fronterizas, mucho más pobres que el resto del país. (FIN/IPS/tra-en/an/mu/ml/pr/97