ASIA: Barcos chinos vuelven a crispar los nervios de la región

La última incursión de barcos armados en las disputadas islas Spratlys confirma la ambigua política de China, que se dice amiga de sus vecinos del sudeste de Asia y, al mismo tiempo, les transmite veladas amenazas en el mar de China Meridional.

La intrusión de Beijing en las islas reclamadas por Filipinas generó a fines de abril una ola de nerviosismo en el sudeste de Asia. Dos meses antes, Vietnam había protestado por las exploraciones petroleras chinas en áreas marítimas en disputa.

La incursión de China "es sorprendente" y "no debería haber sorpresas en nuestras relaciones", dijo el canciller de Filipinas, Domingo Siazon.

Las Spratlys conforman un grupo de 200 islotes y arrecifes ubicados en el mar de China Meridional y reclamados en parte o en su totalidad por China, Vietnam, Filipinas, Malasia, Taiwan y Brunei. Se cree que allí existen ricas reservas de petróleo y gas.

El archipiélago, denominado Nansha por Beijing, constituye el problema de seguridad más serio en la región. Los países que disputan las islas esgrimen argumentos basados en la soberanía y la integridad nacional.

China procura mantener el actual estado de las cosas, mientras la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) rechaza acciones provocativas en el mar de China Meridional.

Pero Beijing continúa reivindicando lo que denomina sus "derechos legales" en ese mar, lo que incluye la libertad de incursionar en áreas reclamadas por otros países.

El gobierno de Filipinas protestó el 29 de abril contra la intrusión de cuatro embarcaciones armadas chinas en la zona que reclama Manila, cerca de las islas Kota y Panata, al oeste del país.

"No sabemos cuál era su misión, pero las fotografías tomadas por la Fuerza Aérea demuestran que los barcos estaban armados", dijo el secretario de Defensa, Renato de Villa. Junto a las cuatro naves armadas, agregó, había cuatro buques pesqueros.

Funcionarios militares filipinos presentaron a la prensa las fotografías tomadas desde aviones de reconocimiento a las embarcaciones, así como a una estructura en forma de choza construida en un arrecife a unos diez kilómetros de la isla Kota.

Esa estructura era similar a otra construida por China en el arrecife Mischief, también reclamado por Filipinas, y cuya detección generó en 1995 un incidente diplomático que enfrentó a la ASEAN con Beijing.

Beijing calificó la denuncia de Manila de "invento". El portavoz de la embajada en Filipinas, Hao Yinbiao, dijo el día 3 que las operaciones de los barcos chinos eran "inobjetables" de acuerdo con los "derechos legales propios" de su país.

"China desarrolló actividades normales y pacíficas en aguas de su jurisdicción" y los barcos efectuaban mediciones de rutina, agregó Hao. La investigación que realizaban concluyó, por lo que la flota se retiró de las islas Kota y Panata el mismo día 3.

La Convención de Naciones Unidas sobre Derecho Marítimo ubica el área de las Spratlys reclamada por Filipinas, a las que denominan islas Kalayaan (Libertad), en la zona económica exclusiva del país, según el vicecanciller Rodolfo Severino.

Por lo tanto, esas aguas pueden ser utilizados como vía de tránsito internacional por embarcaciones extranjeras, pero sus recursos son administrados por Filipinas, explicó Severino, quien recordó que China ratificó la convención hace dos años.

"Afrontamos disputas en torno a las islas, pero es claro que las aguas nos pertenecen. Los barcos de otras naciones pueden pasar por allí, pero tenemos responsabilidades sobre los recursos y el ambiente" del lugar, agregó el funcionario.

Pero la lectura de las señales contradictorias de China no es tarea sencilla. Algunos analistas observaron que Beijing intenta proteger sus intereses territoriales para alentar el orgullo nacional.

Otros interpretan que las operaciones de China en las Spratlys obedecen a la intención de que el sudeste de Asia advierta sus medidas de modernización militar.

En ese sentido, el senador filipino Blas Ople consideró que China es el "gran matón" de Asia, pues cada vez "es menos digna de confianza".

El embajador de Estados Unidos en China, James Sasser, dijo en Hong Kong en abril que la inclusión de Beijing en el diálogo de seguridad con el sudeste de Asia alivió las tensiones, pero admitió que la disputa marítima con Vietnam "generó algunas dudas sobre ese compromiso".

Al igual que la ocupación del arrecife Mischief en 1995, las operaciones de abril fueron en particular preocupantes, porque China eligió como escenario la zona reivindicada por Filipinas, uno de los países de la región con menor capacidad militar. (FIN/IPS/tra-en/js/mj/ip/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe