(Artes y Espectáculos) COSTA RICA: Músicas de noche, profesionales de día

En el día ejercen sus profesiones, pero en la noche liberan la viola, el contrabajo o los instrumentos de percusión para convertirse en un grupo musical que, al ritmo del son o la salsa, deja fluir una propuesta feminista.

"Que la gente baile la teoría y tararee la denuncia", esa es la intención de estas siete mujeres que en 1991 formaron el grupo musical Claroscuro, un nombre con el cual pretenden indicar que no hay papeles preestablecidos para hombres y mujeres.

Con ese nombre también quieren dar un no rotundo al racismo y a la desigualdad. Esta posición la reiteran en la letra de cada una de sus composiciones, cuyos temas van "desde una llamada a filas" hasta como sienten las mujeres el amor.

El grupo lo integran Ana Lorena Alfaro, violinista, Ileana Alfaro, arreglista y directora musical, Ana Carter, cantante y percusionista, Ana Castro, abogada, cantante y guitarrista, Carla Kountoupes, violinista, Ana Eduarte, antropóloga, compositora y percusionista, y Alajandra Solís, contrabajista.

"Somos un grupo de fusión latina. Hacemos experimentos con los ritmos, pero fundamentalmente transmitimos un mensaje con una perspectiva de género, dirigido hacia las mujeres", explicó Eduarte.

Dentro de ese mensaje se encuentran temas de denuncia, de amor, de ecología, de la ciudad, como los últimos que han creado: "Y quién siembra destrucción…", "Son citadino" o "Historia robada".

"Son citadino" se refiere "a la gente en las calles, a la lucha por sobrevivir, a las madres guerrilleras que luchan por sobrevivir y alimentar a sus hijos e hijas".

"Soy", plantea una reivindicación: "Soy mujer libre, nacida/ de cualquier pecado redimida/por el esfuerzo de otra mujer'./ "Soy mujer de color, latina/que lleva en el vientre este continente/haciéndolo mío, proclamándolo fuerte".

"Todas las canciones son escritas por nosotras, aunque eventualmente retomamos del género comercial algunas piezas pero cuya letra no denigre la figura de la mujer", explicó Eduarte.

Esa posición se convierte en su principal limitación para penetrar en círculos más populares, como salones de baile y bares comunes.

"No nos vendemos fácilmente, porque no somos de lycra, ni minifalda, ni pechos al viento, ni movimientos sinuosos", explicó Eduarte.

Hasta ahora, se las escucha en fiestas privadas y muchas organizaciones de mujeres las contratan para sus actividades. En marzo tuvieron una actuación muy exitosa en el Teatro Nacional de San José, donde muchas personas se quedaron sin entrar.

Entre sus seguidoras y seguidores se encuentran quienes gustan de encontrar una letra reivindicadora en un salsón o una bachata, pero también tienen detractores que las tildan de panfletarias.

"Buscamos que la música sea un instrumento para que las mujeres despierten a la acción", señaló Eduarte. Y en cuanto a las críticas que reciben, indicó que éstas se dan, básicamente, porque no siguen el patrón convencional de una mujer música incorporada a un grupo.

"Usualmente la mujer que entra a un grupo musical es un adorno, tiene que moverse de cierta forma y vestirse igual, debe usar un lenguaje sexual, y el hecho de que nosotras entremos a jugar con calidad y no con imagen no es bien visto en el medio", afirmó.

Claroscuro es parte de un fenómeno que se está dando en Costa Rica, en el cual la mujer está asumiendo un papel muy activo en el ámbito musical, con propuestas novedosas y ocupando un espacio tradicionalmente reservado a los hombres.

Aunque no viven de sus conciertos, las integrantes del grupo pretenden dar al menos un concierto por mes en bares y lugares populares, con el fin de contribuir al combate del modelo de la mujer objeto. (FIN/IPS/mso/ag/cr/97

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