Un "spot" de televisión grabado por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat será una de las armas en la ofensiva para erradicar el trabajo infantil en América Latina, que iniciará Unicef este mes.
El mensaje de Serrat, ambientado por su canción "Niño silvestre" e imágenes de pequeños trabajando en las calles, fue presentado en la oficina para el área de Argentina, Chile y Uruguay del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El peruano Salvador Herencia, director interino de la oficina con sede en Santiago de Chile, recordó que, según estimaciones, en América Latina trabajan siete millones de menores entre uno y 14 años, y ocho millones de adolescentes de 15 a 17 años.
El "spot" de unos 30 segundos será difundido en todos los países latinoamericanos en acuerdo con los gobiernos y las estaciones televisivas, con el fin de promover la conciencia y la acción de la ciudadanía frente a este grave problema social.
El trabajo infantil se vincula a fenómenos de pobreza y abandono familiar, y su erradicación está planteada en la Declaración Universal de los Derechos del Niño, adoptada en 1990 por la Organización de las Naciones Unidas y ratificada ya por todos los países latinoamericanos y caribeños.
Herencia y el ministro del Trabajo de Chile, Jorge Arrate, presentaron este lunes el primer estudio de caso sobre trabajo infantil en el país, realizado por la empresa consultora Time, como parte del proyecto "La voz de los niños".
En el contexto de ese proyecto, inspirado también en la Declaración de los Derechos del Niño, se recogieron las opiniones y vivencias de niños trabajadores, contrastándolas con las de menores sin experiencias laborales.
Los niños y niñas trabajadores entre 13 y 17 años, encuestados en el estudio, presentan problemas de adaptación y abandono escolar, así como de baja autoestima y carencia de expectativas sobre una vida mejor.
El estudio refleja igualmente la explotación que sufren menores que trabajan, con salarios muy inferiores a los de los adultos en empleos similares.
Los niños trabajadores están asimismo marginados de derechos laborales como la contratación, el acceso a sistemas previsionales y de protección de salud, y del pago de transporte y otras subvenciones.
Las ocupaciones más comunes entre los menores son las de ayudar a cargar bolsas a los compradores en los mercados públicos y las de vendedores de golosinas u otros artículos menores en calles, autobuses y en las playas durante el verano.
Están también los casos frecuentes de trabajo en unidades familiares, especialmente en actividades agrícolas en el medio rural, y como ayudantes de sus padres o abuelos en labores de construcción en las ciudades.
Estudios de Unicef demuestran que el trabajo infantil tiene un alto costo para los países al afectar las tasas de escolaridad e impedir por tanto una mejor calificación de sus recursos humanos.
La temprana inserción laboral repercute también negativamente sobre la salud física de los menores e influye en la temprana ingestión de alcohol y drogas.
Los ministros de áreas de desarrollo social de la región, que se reunieron en 1996 en Santiago, suscribieron compromisos precisos tendientes a erradicar completamente el trabajo de menores de 12 años.
En esos mismos acuerdos se plantea que entre los 13 y los 14 años es aceptable la inserción laboral sólo con fines de formación profesional en actividades técnicas, y entre los 15 y 17 con fines de perfeccionamiento, pero bajo una estricta protección legal.
En Chile, según encuestas socioeconómicas de 1994, trabajan unos 15.000 niñas y niños entre 12 y 14 años, lo cual equivale a dos por ciento de ese grupo etario, y casi 12 por ciento de la población entre 15 y 17, con 88.200 personas. (FIN/IPS/ggr/ag/lb- pr/97