El relator especial de Naciones Unidas (ONU) sobre la situación de los derechos humanos en Zaire Roberto Garretón declaró hoy que "en ciertos casos es indudable la existencia de matanzas y fosas comunes" en territorio ocupado por los rebeldes que combaten a la dictadura de Mobutu Sese Seko.
Sin embargo, el experto chileno pidió que una comisión investigadora especial verifique las acusaciones de matanzas presentadas contra los rebeldes banyamulengues de la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire (AFDL).
Garretón dijo que recibió respuestas "nada alentadoras" de los jefes de la AFDL cuando los entrevistó el pasado fin de semana en Goma, ciudad ubicada en área ocupada por los rebeles.
La misión de Garretón había sido encomendada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y por el Consejo de Seguridad de la ONU ante denuncias de graves abusos cometidos por los rebeldes comandados por Laurent-Desiré Kabila.
El relator precisó que los hechos denunciados coinciden en líneas generales con las violaciones a los derechos humanos consignadas en su informe a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que sesiona en Ginebra hasta el día 18.
"Lo que se ha conseguido ahora son datos nuevos que confirman o actualizan lo que dijo el informe", explicó.
La misión de la semana pasada a Zaire duró apenas cuatro días, "demasiado breve para extraer conclusiones definitivas".
Las denuncias sobre matanzas difieren cuando consignan el número de víctimas. Van desde "algunos centenares" hasta 4.800 y otras llegan a mencionar 50.000.
Pero "en ciertos casos es indudable la existencia de matanzas y de fosas comunes", indicó el relator.
Garretón visitó las fosas comunes en Katale, Kibumba y Kilimanyoka. En general, se encuentran en lugares donde se levantaban campamentos de refugiados ruandeses que huyeron ante el avance de los rebeldes banyamulengues.
Las fuerzas lideradas por Kabila desplegaron en octubre ataques fulminantes contra las posiciones del ejército regular del dictador Mobutu en la región oriental de Zaire.
En la actualidad ocupan una cuarta parte del territorio zaireño y ponen en peligro la estabilidad del régimen de Kinshasha, que optó por aceptar negociaciones de paz gestionadas por la ONU.
Garretón presentará el día 7 a la Comisión de Derechos Humanos un informe ampliatorio sobre su última visita a Zaire, donde expondrá sus certezas y dudas sobre las denunciadas matanzas, que este miércoles adelantó en rueda de prensa.
"Dudo en usar el término, pero hay elementos para pensar que puede haber un genocidio", dijo el experto chileno.
Representantes de la AFDL para Europa habían negado la semana pasada en Ginebra la verosimilitud de las acusaciones de matanzas atribuidas a los rebeldes.
Edi Angulu, portavoz de la Alianza en Europa, dijo que los grandes medios de comunicación de Francia habían procurado desacreditar "el combate legítimo que libra el pueblo zaireño con Laurent-Desiré Kabila a la cabeza".
La información de las matanzas, sostuvo Angulu, trataba de preparar a la opinión pública para justificar una eventual intervención militar francesa en Zaire.
Por otra parte, el Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (ACNUR) informó este miércoles en Ginebra que los rebeldes zaireños habían impedido usar el aeropuerto bajo su control de Kisangani para establecer un puente aéreo de repatriación de refugiados ruandeses.
El ACNUR precisó que en sus planes figuraba el transporte de 20.000 refugiados ruandeses, de un total de 100.000 diseminados entre Kisangani y Ubundu.
Personal de ACNUR localizó este miércoles a 50.000 refugiados en Kasese, a 25 kilómetros al sur de Kisangani, y a otros 30.000 en Biaro, a 15 kilómetros más al sur.
Otros miles de refugiados deambulan en pequeños grupos a lo largo de la ruta paralela a la línea ferroviaria que une Kisangani con Ubundu, 120 kilómetros más al sur.
El ACNUR ya comenzó la repatriación de ruandeses mediante el empleo de camiones para el transporte. Pero entre 20.000 y 30.000 refugiados se encuentran en condiciones precarias de salud para enfrentar ese viaje de 637 kilómetros hasta Bukavu, en la frontera con Ruanda.
El propósito de trasladarlos por vía aérea se frustró por la negativa de los rebeldes de la AFDL a que los aviones del ACNUR utilizaran la pista de Kisangani. (FIN/IPS/pc/dg/pr-hd/97