La Organización de las Naciones Unidas (ONU) comenzó a planear de nuevo el retorno de más de 80.000 refugiados del este de Zaire a su Ruanda natal, aunque advirtió que el plazo para su repatriación es demasiado breve.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Sadako Ogata, elogió este lunes al líder rebelde Laurent Kabila por permitir que el organismo inicie la repatriación, pero lo criticó por otorgarle sólo un plazo de 60 días a partir del 1 de mayo.
"No hay dudas de que el plazo de 60 días impuesto en las negociaciones nos dificulta mucho la tarea", dijo Ogata luego de que los rebeldes decidieron el fin de semana permitir la repatriación, a pedido de la ACNUR.
"Lo más importante es que el proceso se inicie, pero prevemos que no se completará hasta que obtengamos la cooperación de la Alianza" de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo- Zaire (AFDL), manifestó.
Kabila insistió en que la ONU debe resolver inmediatamente el problema de los refugiados en Zaire, en declaraciones realizadas a la prensa el pasado domingo, en Kisangani.
"Esto se ha prolongado demasiado tiempo, y si no lo terminan en 60 días, lo haremos nosotros mismos", advirtió.
Las relaciones entre la ONU y la AFDL liderada por Kabila empeoraron en los últimos días luego de que los rebeldes consolidaron su control sobre más de la mitad del país centroafricano, gobernado desde hace 32 años por Mobutu Sese Seko.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, acusó la semana pasada al líder rebelde de organizar una "exterminación lenta" de los refugiados ruandeses cerca de la ciudad de Kisangani.
Un furioso Kabila exigió una disculpa de Annan. "Entendemos que el señor Kabila ha estado bajo mucha presión estos días", se limitó a reponder Fred Eckhard, portavoz de la organización mundial.
Este lunes, Annan elogió al líder rebelde por comprometerse a cooperar con ACNUR para repatriar a más de 80.000 ruandeses que acampaban en las afueras de Kisangani y Bioro hasta la semana pasada, cuando desaparecieron.
Trascendió que fuerzas rebeldes o tutsis zaireños los habrían llevado de sus refugios temporarios a bosques cercanos.
Sin embargo, pese a las promesas de cooperación de Kabila, la escasez del plazo otorgado preocupa a funcionarios de la ONU.
"Sesenta días a partir de ahora no es un plazo realista, dado que ni siquiera sabemos dónde están los refugiados", declaró Eckhard, y argumentó que sólo se podrá fijar un límite realista una vez que los refugiados sean localizados.
En realidad, muchos de los ruandeses (entre ellos ex soldados y paramilitares hutus involucrados en el genocidio de 1994) ya podrían haber sido asesinatos en ataques de la población local y de la alianza rebelde, dominada por tutsis, dijeron funcionarios de la ONU.
"Estamos inquietos, como otros, por los crecientes informes sobre masacres en la región", manifestó un alto funcionario de la organización mundial, que solicitó reserva.
La fuente señaló que, durante una visita el pasado jueves a Kasese, "un grupo de periodistas se habrían encontrado con tierra recientemente removida, pero fueron ahuyentados inmediatamente".
La ONU no puede confirmar que la AFDL sea culpable de ninguna masacre, ni declaró oficialmente si cree que los refugiados se encuentran en fosas comunes de Kasese u otros campos.
No obstante, algunos funcionarios creen que las masacres se enmarcan en "la venganza de los tutsis" por la matanza en 1994 de hasta un millón de tutsis y hutus moderados por soldados y paramilitares ruandeses, predominantemente hutus, que posteriormente huyeron a Zaire.
Ogata admitió que entre los refugiados ruandeses podrían hallarse los culpables del genocidio. "Desde un principio supimos que había elementos armados en los campos y tratamos de separarlos de los civiles, pero no disponíamos de los medios necesarios", declaró la comisionada.
En las últimas semanas, la Alianza demoró reiteradamente los planes de la ACNUR para transportar a los refugiados por vía aérea hacia Ruanda, donde el nuevo gobierno prometió aceptarlos y juzgar a cualquier sospechoso de crímenes de guerra que se encuentre entre ellos.
Sin embargo, tras los ataques civiles a los campos de refugiados, se cree que la mayoría de ellos se encuentran en bosques húmedos al oeste de Kisangani, donde serían víctimas del cansancio, las enfermedades y el hambre, señaló Ogata.
El sufrimiento de los refugiados ha resultado un gran desafío para Kabila, cuya imagen era bastante positiva en la prensa internacional hasta la semana pasada.
Estados Unidos, que apoyó el ascenso de Mobutu al poder y lo respaldó durante sus 32 años de dictadura, se negaba hasta la semana pasada a criticar a Kabila, con quien Washington mantuvo un contacto regular durante su campaña de seis meses.
Kabila cuenta con el respaldo fundamental de dos países vecinos, Ruanda y Uganda, que recibieron un sustancial apoyo diplomático y entrenamiento militar de Estados Unidos en los últimos meses.
Aparentemente, la relación entre Estados Unidos y Kabila ya rindió frutos, dado que el primer contrato de minería que firmó la Alianza fue en favor de una empresa de Hope, Arkansas, donde nació el presidente Bill Clinton.
Varios empresarios estadounidenses se reunieron con Kabila en las últimas semanas para discutir concesiones de explotación de cobalto y cobre, entre otros derechos de minería actualmente controlados por los rebeldes.
Pero ante el agravamiento de la crisis de los refugiados, Washington envió a Zaire a Bill Richardson, embajador de la ONU, para dialogar con Kabila, como señal de la preocupación de Estados Unidos.
La ONU también propuso enviar a la región un comisionado de derechos humanos, Roberto Garreton, para investigar las denuncias de masacres. (FIN/IPS/tra-en/fah/jl/ml/ip/97