El gobierno de Estados Unidos negó haber pedido a su antiguo aliado, el dictador de Zaire Mobutu Sese Seko, que renuncie a la presidencia y abandone su país, aunque considera que su reinado de 31 años ya ha concluido.
El líder de los rebeldes de Zaire que controlan la mitad del territorio del país africano, Laurent-Desiré Kabila, dio este miércoles a Mobutu un plazo de tres días para que abandone el gobierno, durante los cuales dispuso la suspensión de los ataques.
El presidente zaireño ignoró el ultimátum de Kabila este jueves.
La segunda ciudad de Zaire, Lubumbashi, cayó en manos de los rebeldes el miércoles, mientras Washington apuesta por que las postergadas conversaciones patrocinadas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) concluyan con un acuerdo.
Pero el hasta ahora incontenible avance insurgente siempra el escepticismo acerca del éxito de las negociaciones. Kabila, en efecto, ha manifestado que combate para conquistar el poder y no para ganar espacio en una negociación, lo que parece confirmarse con el plazo que impuso a Mobutu.
Sin embargo, Estados Unidos "procura negociaciones que conduzcan a un fin del conflicto entre el gobierno y los rebeldes y a una transición ordenada que establezca un gobierno que funcione en nombre del pueblo de Zaire", declaró este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Mike McCurry.
El director de Asuntos Africanos del influyente Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Salih Booker, sostuvo que una transición democrática realista no podrá desarrollarse mientras Mobutu siga en el poder y reclamó a Washington que lo presione para que renuncie.
"Una prolongación del régimen de Mobutu es muy peligrosa. Este es el momento para que se vaya", manifestó.
El pronunciamiento de la Casa Blanca fue el colofón de una serie de confusas declaraciones sobre la posición de Washington en torno a Zaire a lo largo de 24 horas que reflejaron la caótica situación de la propia nación africana.
El subsecretario de Estado George Moose, quien compareció el martes ante el Subcomité de Asuntos Africanos de la Cámara de Representantes, se negó el martes a pronunciarse a favor de la renuncia de Mobutu.
Por el contrario, Moose sugirió que el líder zaireño aún tiene un papel constructivo que cumplir en un proceso de transición, lo que contrarió a legisladores clave.
Pero el influyente diario The Washington Post informó el miércoles desde su portada que el gobierno de Bill Clinton ya había presionado a Mobutu para que renuncie y se exilie.
Fuentes sin identificar allegadas a Clinton afirmaron, según el periódico, que Washington emitió esos mensajes a través de aliados africanos de Mobutu, entre ellos el rey de Marruecos, Hassan II, y el presidente de Gabón, Omar Bongo.
McCurry pareció confirmar la versión de The Washington Post el miércoles de mañana, cuando afirmó en una conversación informal con periodistas que el "mobutismo" estaba por convertirse en "historia".
Apenas dos horas después, el propio McCurry volvió sobre sus pasos. "No sugerimos que Mobutu deba renunciar o exiliarse. Es el pueblo de Zaire el que debe decidir", dijo.
Esta declaración es coincidente con la línea del gobierno estadounidense desde que que la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación del Congo-Zaire (ADFL) que lidera Kabila lanzó su ataque en octubre en la frontera con Ruanda.
Si el panorama no hubiera sido bastante confuso el miércoles, el Departamento de Estado (cancillería) manifestó de nuevo su frustración ante la destitución por parte de Mobutu del primer ministro de Zaire, Etienne Tshisekedi, a quien sustituyó el martes el ex jefe del Estado Mayor general Lukulia Bolongo.
Tshisekedi, líder de la oposición radical que cuenta con amplio respaldo popular, había sido designado la semana pasada. Entre sus primeras medidas figuró la disolución del parlamento y el ofrecimiento a Kabila de puestos en su gabinete, incluso las carteras de Defensa y de Relaciones Exteriores.
La oferta fue rechazada por Kabila, pero antes había generado enojo en la élite política de Kinshasa.
El portavoz del Departamento de Estado, Nicholas Burns, expresó la exasperación de Washington ante la incertidumbre que siembran las últimas decisiones de Mobutu. "El gobierno zaireño debe negociar el fin de la guerra civil, brindar seguridad pública y funcionar", dijo.
Al igual que McCurry, Burns sostuvo que "la era de Mobutu ha terminado", pero la forma y el momento de su retiro "depende del pueblo de Zaire, su gobierno y su oposición", pues "Estados Unidos no puede decidir" por ellos, agregó.
El funcionario manifestó el "beneplácito" de Estados Unidos ante los acuerdos alcanzados por los rebeldes de Kabila y el gobierno de Mobutu, bajo el patrocinio de Sudáfrica y la ONU, en torno a la integridad territorial de Zaire y a la necesidad de negociaciones y de un "cambio democrático".
Muchos analistas dudan de la importancia de estas conversaciones, dada la velocidad con la que la ADFL concretó su dominio sobre gran parte del territorio del país africano en apenas seis meses.
Al incluir solo al gobierno y los rebeldes, el riesgo de las negociaciones es la posible marginación de la oposición democrática. Pero el gobierno insiste en que las conversaciones son la mejor opción para negociar la transición.
A pesar de Kabila, quien afirma que sus tropas conquistarán Kinshasa antes de junio, Estados Unidos no prevé que se registren grandes operaciones más allá de las que efectúen los rebeldes asegurar su dominio sobre la rica zona minera alrededor de Lubumbashi.
"Tenemos abierta la ventana para presionar a ambas partes hacia un acuerdo", dijo en ese sentido un funcionario que reclamó reserva sobre su identidad.
Otros funcionarios expresaron de forma reservada su alivio ante el reemplazo de Tshisekedi, quien rechazó durante los años de la guerra fría el apoyo que Washington brindó a Mobutu y fue incapaz de lograr que los rebeldes se insertaran en un proceso de transición.
Pero Salih Booker, entre otros analistas independientes, afirman que la falta de respaldo del gobierno de Clinton a Tshisekedi es un mensaje desalentador a la oposición democrática desarmada.
"Estas personas pagaron un alto precio por su oposición a Mobutu. No deberíamos ignorarlos en este momento solo porque no tienen armas", dijo el experto, una posición que comparten muchos legisladores estadounidenses. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/mj/ip/97