Unas 80.000 amas de casa de Tailandia, o 10 por ciento del total de infectados por el virus del sida en el país, fueron contagiadas por sus esposos, según datos del Ministerio de Salud Pública.
Tailandia fue uno de los primeros países asiáticos donde se manifestó el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), que el gobierno considera no sólo una amenaza para la salud, sino también un problema social y de desarrollo.
Aproximadamente 14.000 tailandeses murieron de sida en los últimos 10 años, aunque la Organización Mundial de la Salud sostuvo que los nuevos casos de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) están disminuyendo.
Al morir su esposo hace cuatro años, Samran Kanka no sólo tuvo que hacerse cargo de sus cuatro hijos, sino que descubrió que estaba infectada con el VIH.
"No sabía lo que era el sida. Sólo supe que mi esposo estaba distinto cuando volvió", dijo Samran, de 38 años, sobre el retorno de su esposo al hogar después de una relación amorosa de ocho meses con otra mujer. "Estaba demasiado enfermo para trabajar y tuve que cuidarlo todo el tiempo".
Después de la muerte de su esposo, Samran descubrió que era portadora de VIH. Armándose de valor, le informó a la maestra de su hijo de 12 años sobre su situación.
"La experiencia que adquirí mientras cuidé de mi esposo me hizo pensar que tendría que decirle a algunas personas que soy portadora. Decírselo ahora es una manera de prepararlos para cuando me vean enferma. Si alguien quiere alejarse de mí, lo puede hacer ahora mismo", manifestó.
Con el apoyo de un grupo de maestras y del hospital local, Samran se convirtió en la activa organizadora de un grupo de víctimas del sida que trabaja en la provincia de Bureeram con otros portadores de VIH procedentes de provincias del nordeste del país.
"Quedé muy impresionada cuando Samran me dijo que tenía sida. La enfermedad que parecía estar tan lejos de repente estaba frente a mí ", dijo la maestra Kwansiri Chanakieart.
Luego que Samran solicitó su ayuda, Kwansiri descubrió que había muchos más casos de portadores de VIH en el distrito, algunos de ellos padres y madres de sus propios alumnos.
"Encontramos 88 casos en el distrito, pero calculamos que la cifra real debe multiplicarse por 11", dijo el médico Sa-aad Wilaijaroen, director del hospital del distrito de Nangrong.
Sostuvo que la mayoría de los pacientes con VIH en el hospital son trabajadores pobres que vuelven después de años de trabajar en pueblos vecinos, y que todos se contagiaron por contacto sexual.
El hospital cuenta con una clínica para el tratamiento del VIH/sida donde los pacientes obtienen fármacos y se brindan apoyo mutuo.
"Para muchas personas, el sida es una enfermedad que provoca vergüenza y temor, por lo que muchos portadores de VIH no lo revelan. Intentamos que se unan a nosotros para que podamos ayudarlos a enfrentar a la sociedad y controlar la propagación de la enfermedad", explicó Sa-aad.
"El mayor número de casos se encuentra en el grupo entre 20 y 29 años de edad. Muchos de ellos trabajaron en barcos de pesca durante meses, otros en la construcción", agregó.
Sa-aad señaló que no existen estudios que midan el grado de conciencia sobre el problema entre las personas de esta edad. "Sabemos que son pobres que no tienen trabajo", dijo.
Muchos portadores de VIH son trabajadores no calificados provinientes de la zona del nordeste de Tailandia, que van a Bangkok y a otras ciudades en busca de empleo.
Los hombres consiguen trabajo en la ciudad, donde también adquieren conductas sexuales que los hacen vulnerables frente al VIH. Cuando vuelven a sus poblados, los portadores contagian el virus a sus esposas.
El grado de conciencia sobre la enfermedad es muy bajo en los poblados y es por ello que las personas como Samran tienen un papel importante. En marzo, representó a su distrito en un encuentro de personas del nordeste infectadas con VIH.
Las propuestas del encuentro, que serán presentadas al gobierno, incluyen tratamiento médico gratuito en hospitales públicos, enseñanza gratuita para los hijos de víctimas del sida y servicios funerarios gratuitos para las víctimas.
Samran también brinda consejos a personas infectadas con VIH, en su mayoría mujeres que descubren que son portadoras y no pueden aceptar la realidad.
"Les digo, como me lo digo a mí misma, que con o sin sida, todos vamos a morir algún día. Cuando visito a los enfermos moribundos, se me ocurre que tarde o temprano voy a estar como ellos, pero trato de borrar la idea de mi mente lo antes posible. No es fácil pero tengo que seguir adelante", dijo Samran.
"Todo enfermo de sida espera que un día los médicos encuentren la cura para la enfermedad. La esperanza nos ayuda a seguir viviendo", expresó. (FIN/IPS/tra-en/pd/ral/aq-ml/he/97