La industria militar de Sudáfrica ya no tiene que producir armas para combatir a los guerrilleros de su país o desestabilizar a gobiernos de estados vecinos, y busca sobrevivir mediante las exportaciones.
La industria cuenta actualmente con más de 700 empresas que emplean a 36.000 trabajadores, aunque llegó a tener 160.000 empleados a fines de los años 80.
La mayoría son pequeñas y microempresas, casi todas de propiedad sudafricana, controladas por el Comité Nacional de Control de Armas Convencionales (NCACC), presidido por el ministro de Asuntos Hídricos y Forestales, Kader Asmal, reconocido opositor del armamentismo.
El Comité toma las decisiones finales sobre exportación de armas, y su objetivo principal consiste en asegurar que el comercio sudafricano de armas se realice de manera responsable y acorde a los derechos humanos.
Creado en agosto de 1995, el Comité "se reserva el derecho de prohibir la exportación de armas o retirarle su apoyo si se contrapone a intereses nacionales o internacionales en cualquier momento dado", según surge de su declaración de principios.
El presupuesto de defensa de Sudáfrica para 1997-98 es de 2.177 millones de dólares, comparado con 2.329 millones el año pasado. La reducción de 152 millones fue la mayor de todos los sectores del gobierno en el presupuesto actual.
En la década de 1980, las fuerzas sudafricanas tenían un gasto anual de defensa de 3.400 millones de dólares en promedio, con un máximo de 3.900 millones en 1990. En 1995, el gasto ya había disminuido a 2.409 millones de dólares.
Para Juluis Kriel, director de la Asociación de la Industria de Defensa Sudafricana, la reducción en el gasto de defensa causó una pérdida de capacidad de manufactura, especialmente en la industria militar, y muchas empresas se retiraron del sector.
En el ámbito internacional, Sudáfrica desea asumir un nuevo papel en el mercado mundial de armas y brinda información sobre sus exportaciones al Registro de Armas Convencionales de las Naciones Unidas para aumentar la transparencia de sus acciones.
Luego que la Organización de Naciones Unidas levantó el embargo de armas contra Sudáfrica en mayo de 1994, la agencia estatal, Armscor, anunció que aumentaría su participación en las exportaciones mundiales al dos por ciento, incrementando su valor de 193 millones de dólares a 545 millones y creando 20.000 empleos.
"Lo notable de la industria de armas de Sudáfrica es su potencial exportador, ya que el país es el décimo productor del mundo y ahora dirige su atención a la exportación como medio de generar ingresos extranjeros", dijo el analista de defensa Malek Patel.
El objetivo de la defensa sudafricana consiste en mantener su independencia en la adquisición de armas y desarrollar su propia industria, opinó.
El argumento más fuerte a favor del mantenimiento de la industria militar es la gran inversión realizada en tecnología y entrenamiento de personal, estimada en 43.000 dólares por persona.
Pero el papel de Armscor no se limita al desarrollo de la defensa nacional, sino que también emite los permisos de exportación para los fabricantes de armas sudafricanos. Se desconocen las cifras de las ventas totales de la industria.
La producción de la defensa sudafricana es considerada de excelente calidad, y los emprendimientos conjuntos con industrias extranjeras brindan oportunidades para la transferencia de tecnología.
En 1992, más de 90 por ciento de las exportaciones de la industria consistieron en equipos de defensa, mientras que las exportaciones con fines civiles representaron solamente cinco por ciento.
En 1995, en cambio, las exportaciones de la industria de defensa para fines civiles aumentaron a 15 por ciento, mientras las de fines militares cayeron a 84 por ciento. (FIN/IPS/tra-en/jb/pm/aq-ml/ip-if/97