El gobierno de Sierra Leona se dispone a desprenderse de los kamajors, pueblo cazador que luchó durante más de dos años junto con el ejército en la guerra acabada en noviembre contra el rebelde Frente Unido Revolucionario (RUF).
"Todos los secretarios provinciales, funcionarios de distrito y jefes militares han sido instruidos para asegurar que las actividades de los kamajors acaben de inmediato", anunció el gobierno este domingo.
Los kamajors serían confinados a las áreas donde residen, donde operarían a nivel local, según el comunicado oficial. Aquéllos que están diseminados por todo el territorio nacional regresarán a sus lugares de origen.
"Ningún kamajor más será reclutado en ninguno de los 12 distritos del país", según el gobierno.
Los kamajors y el ejército regular chocaron en varias oportunidades en los distritos norteños de Moyamba, Bo y Tonkolili desde la firma del acuerdo de paz entre el gobierno y el RUF en noviembre. Hubo bajas en ambos bandos.
El último incidente ocurrió el mes pasado en el asentamiento de Magburaka, a 20 kilómetros de Makeni, la capital regional. Testigos aseguraron que los kamajors asesinaron a 12 soldados en esa ocasión.
"Estos enfrentamientos se deben a rivalidades por el prestigio. Todo se remite a quién tuvo mejor actuación en la guerra", dijo a IPS el analista militar Francis Deen.
"En cualquier caso, es bueno que los kamajors entiendan que el trabajo de defender a la nación corresponde al ejército. Por lo menos percibimos cierta calma entre las fuerzas del gobierno", agregó Deen.
Los kamajors se involucraron en la guerra en Sierra Leona en 1994, cuando la moral de los soldados regulares se derrumbaba tras reiteradas victorias del RUF en el campo de batalla.
El conflicto comenzó en marzo de 1991 cuando el RUF, liderado por el cabo Foday Sankoh, lanzó una incursión sobre el territorio de Sierra Leona desde Liberia. Unas 10.000 personas murieron en los seis años de conflicto.
Los kamajors, que, según creencias populares, poseen poderes sobrenaturales que les permiten aparecer y desaparecer a voluntad, alcanzaron las primeras victorias gubernamentales en mucho tiempo y generaron temor entre los insurgentes.
Estos cazadores tradicionales desalojaron los cuarteles del RUF en Camp Zogoda el año pasado y ganaron respaldo popular en las zonas donde operaron.
Pero esta buena fama provocó celos en el ejército. Los soldados perdieron interés en el combate contra los rebeldes y apuntaron, en cambio, sus armas contra sus aliados.
A comienzos del año pasado, cuando aún regía la dictadura militar, los soldados masacraron a un centenar de kamajors en el este y el sur del país, en circunstancias que aún no fueron aclaradas.
El gobierno civil electo que asumió en marzo de 1996 intentó replegar las alas del ejército a través de la disposición de retiros y un gradual achicamiento de sus filas, en consonancia con el Acuerdo de Paz de Abidjan, celebrado el 30 de noviembre.
Pero el nuevo presidente Ahmed Tejan Kabbah comenzó a actuar con mayor cautela pues sufrió tres intentos de golpe de estado.
"Sería un gran error político marginar al ejército. Después de todo, el país está aún en guerra, pues se registran numerosas violaciones del cese del fuego en el norte y el sudeste del país", dijo el analista Bockarie Turay, de la Universidad de Sierra Leona.
No hubo comentarios oficiales de los kamajors. Un veterano cazador pronosticó a IPS que el ejército se la vería en figurillas para manejar la situación por sí solo si el RUF dispone un contraataque.
"Ellos no temen nada a los soldados. Pero vuelan como abejas si apenas se les menciona a los kamajors", dijo.
Algunos soldados del gobierno se regocijaron con la salida de los kamajors.
"Fue una brillante medida del gobierno. Los kamajors causan problemas y no tienen fuerza, recursos ni entrenamiento para combatir a los rebeldes. Ahora se verá lo que puede el gobierno", dijo a IPS un mercenario llamado Tommy.
Algunos analistas temen que las fuerzas rebeldes, hoy divididas en dos facciones, tomen ventaja de la situación. (FIN/IPS/tra- en/lf/pm/mj/ip/97