La muerte del empresario Emilio Azcárraga, que levantó el imperio de comunicaciones Televisa en México, fue recibida con pesar tanto por quienes lo consideraron un arrogante que proyectó una falsa imagen del mundo de habla hispana, como por el gobierno al que sirvió como "un soldado".
Hombre que vivió de y para el poder, el "tigre Azcárraga", como se lo apodaba, dejó una emporio valorado en cerca de 4.000 millones de dólares, cuyos productos se venden con éxito en muchos países latinoamericanos.
El empresario, quien a principios de marzo transfirió la presidencia de Televisa a su hijo, murió este jueves en Miami a los 66 años, aquejado de problemas cardíacos, según la familia, y según la prensa local, de un cáncer generalizado.
"Hemos perdido a un gran empresario con una trayectoria en el mundo de la comunicación y el entretenimiento artístico y deportivo que dio prestigio internacional a México", señaló el presidente Ernesto Zedillo.
El premio Nobel de Literatura Octavio Paz dijo sentirse "dolorosamente sorprendido" por la muerte de Azcárraga y aseguró que "fue un hombre extraordinario que provocó tempestades, pero también lealtades y amistades".
Para el escritor Carlos Fuentes, el líder de Televisa merece un homenaje por la gran "inteligencia y visión" que demostró en su vida y lamentó su muerte a pesar de las diferencias que tuvo "con el contenido de sus trabajos de televisión y con ciertas orientaciones políticas y de entretenimiento".
Durante los 25 años que Azcárraga estuvo al frente de Televisa proyectó a través de telenovelas y programas de entretemiento una "falsa imagen de lo que somos los mexicanos y latinoamericanos", dijo Jesusa Rodríguez, actriz vetada en esa cadena por su postura crítica frente al gobierno y el poder.
La actriz expresó su esperanza de que la muerte del empresario contribuya a que "mejore la televisión mexicana".
Azcárraga, quien se autodenominaba "soldado del presidente de la República", reconocía abiertamente su preferencia por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Para unos carismático y generoso, para otros autoritario, déspota y grosero, el magnate al que la revista Forbes ubica entre los hombres más ricos del planeta, sostenía que su trabajo estaba dirigido "a una clase modesta muy jodida, que no va a salir de jodida".
La empresa logró tal influencia en México y en el exterior que algunos intelectuales sostienen que ya existe "una cultura Televisa".
Durante las campañas electorales, los partidos de oposición siempre se quejaron de que la poderosa empresa, cuyos canales de televisión concentran en México más del 70 por ciento de sintonía, favorecía abiertamente al PRI y escondía los errores del gobierno.
El secretario general del PRI, Juan Millán, dijo que no se podrá olvidar a Azcárraga, pues siempre expresó su simpatía para ese partido y "lo que significaba para el país que continuara como primera fuerza política".
Hoy, el timón de la empresa está a cargo de su hijo Emilio, de 29 años, quien asegura que no tiene nada que ver con la política y está abierto a las críticas y a los partidos de oposición.
Además del negocio de las comunicaciones, en el que mueve millones de dólares anuales, Televisa tiene teatros, salas de arte y es dueña de tres equipos de fútbol y de un estadio con capacidad para 100.000 personas.
Este jueves todos los medios de comunicación se refirieron a la muerte de Azcárraga.
"No es ésta la circuntancia adecuada para recordar polémicas, sino el momento de ponderar la transcendencia de lo hecho por el empresario fallecido", publicó el diario La Jornada, mientras Reforma sostuvo que "nadie podrá regatear la importancia de Azcárraga".
Con la muerte de su "amigo y jefe", dijo el presentador de noticias de Televisa Jacobo Zabludovsky, "terminó una vida y comenzó una leyenda". (FIN/IPS/dc/ag/ip-cr/97