Hugo Avellaneda, de 41 años, pelo ensortijado y gruesos anteojos, quien probablemente se encuentra en algún lugar de la selva central de Perú, es el nuevo jefe militar y politíco del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), en reemplazo de Nestor Cerpa, muerto en la embajada de Japón.
El jefe indiscutido del MRTA es Víctor Polay, actualmente preso y aislado en una celda de máxima seguridad en el Callao, bajo control de la Marina, pero el movimiento requiere de un dirigente en libertad para conducir lo que queda de sus fuerzas, tarea que hasta ahora desepeñaba Cerpa.
Después de la espectacular toma de la embajada, el 17 de diciembre pasado, el MRTA no sólo demostró que aún existía sino que también logró una importante proyección internacional.
Aunque la mayoría de sus dirigentes están entran los 400 militantes presos del MRTA, se considera que con una conducción política adecuada, la reducida estructura que posee en la selva estaría en condiciones de aprovechar las nuevas condiciones generadas por la toma de la embajada para relanzar el movimiento.
Se valoran especialmente las relaciones del MRTA con otros partidos y movimientos insurgentes latinoamericanos, y se recuerda que sus hombres fueron la base principal del "Batallón América", la columa de guerrilleros extranjeros que operó en Colombia.
El presidente Alberto Fujimori no incurrió esta vez en el error cometido en 1992, cuando declaró completamente liquidado al MRTA, y ahora los voceros oficiales admiten que dicha organización posee algunos cuadros y bases políticas y sociales entre los valles tropicales de Oxapampa y Villa Rica.
De esa zona, cuya economía se caracteriza por la influencia del narcotráfico, procedían al menos nueve de los miembros de la columna guerrillera del MRTA liquidada en el operativo de rescate de los 72 rehenes en la embajada de Japón.
Avellaneda difiere en algunos aspectos de Cerpa y se le atribuye mayor vuelo político pero menor experiencia militar que su antecesor.
Ex dirigente estudiantil en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en Lima, fue captado por Ricardo Gadea, hermano de Hilda Gadea, la esposa peruana de Ernesto "Che" Guevara, dirigente del MIR, una de las vertientes de origen del MRTA.
Fue arrestado en enero de 1988 cuando trataba de salir de Perú con pasaporte ecuatoriano y en su casa la policía encontró armas y municiones, pero al año siguiente un juez consideró que no había pruebas suficientes y ordenó su excarcelación.
Avellaneda viajó a Europa entre 1989 y 1990, y según diversas fuentes de izquierda, se le encomendaron las relaciones internacionales del MRTA y tenía a su cargo en Paris la oficina de "Voz Rebelde", órgano de propaganda del movimiento.
Se supone que regreso a Perú en diciembre pasado, cuando Cerpa capturó la embajada de Japón, pues desapareció personalmente del correo electrónico de Voz Rebelde.
"El lugar de Avellaneda como vocero internacional del MRTA fue ocupado por Isaac Velasco, quien hasta entonces era sólo un militane de base asilado en Alemania después que una explosión accidental cuando armaba un artefacto lo dejó casi ciego", dijo una fuente.
De vuelta en Perú, Avellaneda asumió la jefatura del aparato político y militar del MRTA en la selva, aunque Cerpa, situado bajo los reflectores de la prensa en la embajada japonesa, seguía siendo el dirigente de mayor relieve.
Algunos analistas aventuran la hipótesis de que Cerpa no reconoció a Avellaneda como jefe del aparato del MRTA fuera de la embajada y por eso insistía en que el gobierno de Fujimori le permitiera ponerse en contacto con Polay, preso en el Callao.
Avellaneda y Cerpa, comunicados entre sí por un radiotransmisor en manos de los guerrilleros en la embajada, no habría podido ponerse de acuerdo en si la toma de rehenes era un éxito político suficiente, y ambos esperaban alguna señal de sus dirigentes encarcelados, que no se produjo.
Avellaneda, si logra vertebrar un aparato militar con los restos de su organización en la selva central, tendrá que decidir la línea de acción inmediata para aprovechar el capital político generado por el sacrificio de Cerpa y su columna en la embajada japonesa.
La policía ha redoblado la vigilancia en torno de algunas embajadas y lugares públicos, en previsión de posibles acciones de represalia con explosivos por parte del MRTA.
En Ayacucho, un lugar en donde nunca tuvo bases políticas el MRTA, pues fue territorio de las guerrillas rivales de Sendero Luminoso, han aparecido pintadas que sindican al obispo Luis Cipriani como presunto agente del Servicio de Inteligencia Nacional.
Cipriani formó parte, en representación del Vaticano, de la Comisión mediadora entre el gobierno y los guerrilleros atrincherados en la embajada, y algunos suponían que pudo aportar datos que permitieron elaborar el plan de rescate militar.
Sin embargo, Fujimori aclaró posteriormente que la coordinación del operativo militar se realizó gracias a micrófonos y un minúsculo radiotransmisor que se hizo llegar a algunos rehenes sorprendiendo a la Cruz Roja Internacional.
Los observadores estiman que el análisis de la propaganda que emita Velasco desde Hamburgo permitirá establecer la línea que asuma Avellaneda: si da prioridad a la acción politica, tomando en cuenta la debilidad social del programa ecónomico de Fujimori, o retorna a la acción violenta.
También se estima probable que Avellaneda desautorice a Velasco a seguir sugiriendo que el MRTA se dedicará a "cazar japoneses" en cualquier lugar del mundo, como represalia por la presunta autorización dada a Fujimori para el rescate de los rehenes mediante una operación militar.
"Una de las primeras decisiones que debe tomar Avellaneda será determinar si se tratará a Cerpa y a sus hombres como héroes o como víctimas. Si insisten en que fueron fusilados después de rendirse, dañarán la imagen de Fujimori, pero también la suya", opinó el sociólogo Flavio López.
El sociólogo recordó que el 28 de abril de 1989, bajo el gobierno socialdemócrata de Alan García, el ejército dio muerte a 62 guerrilleros del MRTA que fueron sorprendidos viajando en dos camiones en Los Molinos, en la sierra central.
"En esa oportunidad, el MRTA no hizo resistencia y ningún soldado resultó herido… El video mostró a los cadáveres de los 62 guerrilleros alineados junto a la carretera. El MRTA no hizo mucho escándalo en la protesta, probablemente para no admitir la rendición masiva de sus hombres", concluyó López. (FIN/IPS/al/ag/ip(97