El respaldo popular al presidente de Perú, Alberto Fujimori, que el pasado fin de semana llegó al nivel más bajo en sus siete años de gobierno, subió a 67 por ciento al día siguiente del rescate militar de los rehenes cautivos en la embajada de Japón.
La cifra fue proporcionada por Apoyo, empresa especializada en marketing y estudios de opinión, cuyo informe señala que el nivel de desaprobación a Fujimori, que el viernes pasado era de 47 por ciento, bajó a 22 por ciento, en tanto que el sector "no sabe, no opina" se mantiene en 11 por ciento.
El boom de Fujimori en los sondeos se debe esencialmente a su decisión de asaltar la embajada japonesa, copada por guerrilleros el 17 de diciembre.
En la operación fueron rescatados 71 de los 72 rehenes en poder de los insurgentes, mientras uno murió, al igual que dos militares y los 14t guerrilleros miembros del comando.
Si bien el repunte del respaldo popular debe satisfacer a Fujimori y alentar sus expectativas de postular a una segunda reelección consecutiva el fruto más importante del éxito en su iniciativa del martes es que consolida sus relaciones con las Fuerzas Armadas.
Eso significa descartar por el momento el riesgo de un golpe militar de opositores castrenses de Fujimori ode sus amigos para desembararzarse de la facción adversaria.
La semana anterior se produjo una intensa campaña de denuncias sobre presuntos delitos de corrupción cometidos por generales del Ejército y asesinatos y torturas efectuados por jefes de los servicios de inteligencia contra algunos de sus agentes y contra oficiales.
Según diversos analistas, esas denuncias apuntaban a desestabilizar al comandante general del Ejército, general Nicolás Hermoza, y el jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), el abogado Vladimiro Montesinos.
Hermoza y Montesinos son piezas fundamentales en la estructura de poder de Fujimori y si la campaña de denuncias lograra destituirlos el presidente podría perder capacidad de control sobre los mandos de las Fuerzas Armadas, cuyo papel político fue siempre decisivo en este país.
Con el propósito de reforzar la imagen de sus dos socios más importantes en el poder, Fujimori resaltó este miércoles en conferencia de prensa en el Palacio de Gobierno la participación personal de ambos en los preparativos y ejecución del rescate.
Convertido nuevamente en un héroe ante los militares por no haber cedido a la tentación de solucionar el problema de los rehenes en la embajada japonesa aceptando su canje por guerrilleros presos, Fujimori tiene ahora áas fuerza que hace algunos días en el frente político castrense.
La consolidación de su alianza con las Fuerzas Armadas, sumada al control que ejerce en el Parlamento la mayoría oficialista, permitirían a Fujimori superar el obstáculo constitucional a su propósito de postular a una segunda reelección consecutiva, que la Carta Magna prohibe expresamente.
Sin embargo, la recuperación del respaldo popular mayoritario puede ser transitoria, pues los contrastes sociales del modelo económico que está imponiendo con rigor pueden erosionar nuevamente su popularidad.
Si bien Fujimori ha logrado revertir la hiperinflación de 7.000 por ciento anual que encontró cuando asumió el poder en 1990, las expectativas de una rápida reducción del desempleo mediante masivas inversiones extranjeras se han convertido en una generalizada sensación de frustración.
Carlos Iván Degregori, director de Instituto de Estudios Peruanos, advierte que el desempleo y el empobrecimiento no han sido resueltos por los ortodoxas medidas económicas neoliberales de Fujimori y constituyen un caldo de cultivo peligroso para el estallido de la violencia social.
"Por ese motivo, en lugar de la espectacular eficacia del rescate militar, creo que hubiera sido preferible una solución pacífica y negociada que reforzara efectivamente las posibilidades de la paz", comenta Degregori.
El ex guerrillero Héctor Bejar, ahora analista del Centro de Estudios Peruanos, admite que el MRTA parece haber sufrido un golpe definitivo al perder a su más importante líder en libertad, Néstor Cerpa, muerto este martes al interior de la embajada japonesa en Lima, y tener a sus demás jefes políticos en prisión.
"Las pocas bases que le quedan al MRTA en la selva norcentral tal vez se desactiven paulatinamente, faltas de un mando político que las reagrupe y les proponga objetivos y acciones, pero pueden surgir nuevas organizaciones violentistas", dijo Bejar.
"Ese peligro estará latente mientras el régimen mantenga una actitud antidemocrática y autoritaria, que impide establecer mecanismos de diálogo, y no mejore las condiciones sociales que padecen la mayoría de los peruanos", concluyó el ex guerrillero. (FIN/IPS/al/dg/ip/97