Un proyecto de ley que impediría a los partidos políticos de Hong Kong recibir donaciones extranjeras amenaza la hasta ahora calma transición del enclave de colonia británica a territorio soberano de China.
Esta propuesta fue planteada al mismo tiempo que se supo que el futuro jefe ejecutivo de Hong Kong designado por Beijing, Tung Chee-Hwa, aportó dinero al Partido Conservador de Gran Bretaña.
Las iniciativas expuestas por el propio Tung, quien sustituirá al actual gobernador Chris Patten como hombre fuerte el 30 de junio, obligan a los partidos políticos locales a registrarse ante las autoridades policiales después de la entrega.
Este registro podrá ser anulado por razones como "seguridad nacional" y la solicitud o recepción de donaciones de personas u organizaciones políticas extranjeras.
El proyecto generó temores sobre el futuro de las libertades civiles en el territorio a partir de julio, pues el lenguaje utilizado por Tung para argumentar su posición refleja el típico de los líderes chinos, para quienes la estabilidad es un valor supremo.
Tung afirmó que el corte de los vínculos entre partidos políticos locales y extranjeros tiene el objetivo de impedir que el enclave sea "controlado" por fuerzas foráneas.
De acuerdo con el documento que Tung expuso a comienzos de mes al escrutinio público, la única finalidad del proyecto es "proteger la estabilidad social".
Hong Kong es "una pequeña economía abierta", lo cual la hace "vulnerable en extremo a las fuerzas externas", según el futuro jefe ejecutivo designado por Beijing.
"He sido testigo de cómo el liberalismo destruyó el orden social de Occidente, debilitó el respeto de los pueblos por sus gobiernos y sus familias y creó todo tipo de problemas sociales indeseables", agregó Tung.
"Todo está bien ahora en Hong Kong, pero no quiero que eso suceda. No quiero ver un Hong Kong permisivo al punto que abandone el orden social" en otras manos, explicó.
El malestar con que fue recibido el documento y los argumentos de Tung no tienen precedentes y demuestran de forma inequívoca que la libertad y los derechos civiles son un poderoso legado que deja Gran Bretaña al pueblo de Hong Kong.
"No puedo hacer de cuenta que la gente está terriblemente feliz con esto", dijo Yang Ti-Liang, un ex jefe (ministro) de Justicia e integrante del gabinete en las sombras de Tung.
"El Partido Democrático y sus amigos, grupos de derechos humanos, uno o dos miembros del gobierno de Hong Kong se han opuesto con vehemencia a esta propuesta. Era previsible", agregó Yang.
Pero Robin Kilpatrick, de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, recordó que "no existe en la práctica ningún grupo que no tenga vínculos con el extranjero, y hay pocos grupos locales que puedan recaudar todos sus fondos solo en Hong Kong".
El propio Tung, un magnate naviero convertido en futuro gobernante por decisión de la comunista China, reveló la semana pasada que había donado 70.000 dólares al gobernante Partido Conservador de Gran Bretaña antes de las elecciones de 1992.
"Esto es conocido por todos y, como resultado, pretendo que esto no suceda en Hong Kong", afirmó el jefe ejecutivo designado.
Para la legisladora independiente Emily Lau, se trata de una actitud "hipócrita". "Este es un caso de 'haz lo que digo pero no lo que hago'. Considero que, cuando hizo las donaciones, Tung no pensó que estaba haciendo algo malo. La gente que vive en casas de cristal no debería arrojar piedras", dijo.
El cúmulo de críticas que se cernió sobre las propuestas de Tung procedió no solo de partidos políticos sino de grupos cristianos y sindicatos que se comprometieron a ignorar la ley si llega a ser aprobada.
Pero los gastos electorales ya tienen un límite según las leyes del enclave. "La posibilidad de ingresos masivos de dinero desde el extranjero para un solo partido político local es remota", sostuvo Chris Yeung, editor político del diario South China Morning Post.
Tung fue "influido por por los escándalos en Estados Unidos, que concentraron la atención en la prohibición que pesa sobre los candidatos de esos país de aceptar dinero de grupos de interés extranjeros", advirtió Tsang Yok-sing, presidente del partido prochino DAB.
Pero el futuro jefe ejecutivo no consideró las diferencias entre la hasta hoy colonia británica y Estados Unidos, donde los "extranjeros" no pueden participar en elecciones. En cambio, personas no chinas pueden ser candidatas en Hong Kong, recordó Tsang.
Además, Beijing se hará cargo tras la entrega de las relaciones con otros países y de la defensa, y no Hong Kong, por lo que las donaciones a partidos políticos locales no podrán influir en la política exterior.
Muchos sospechan que detrás de las propuestas de Tung se oculta el temor de China a que Hong Kong sea utilizada como base de rebeliones subversivas hacia todo el gigantesco territorio del país.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Hong Kong, Ho Hei-wah, se lamentó luego de una reunión con la futura secretaria de Justicia del enclave, Elsie Leung, de que la funcionaria "ignora los derechos del público y resalta la importancia del orden social y la seguridad nacional".
La legisladora independiente Christine Loh calificó el documento de Tung de "intelectualmente flojo", pues "su preocupación respecto de la infiltración política extranjera no tiene sustento, y ni siquiera intenta sustentarla".
"El problema de la intromisión extranjera en los asuntos locales nunca fue hasta ahora un problema. El pueblo de Hong Kong no quiere que se usen advertencias sobre 'fuerzas extranjeras' sin especificar como excusa para abatir las libertades civiles", sostuvo Loh.
"No es verdad que Hong Kong sea vulnerable en extremo a las fuerzas externas", argumentó, por su parte, Robin Munro, de la organización de derechos humanos Human Rights Watch/Asia. (FIN/IPS/tra-en/ys/ral/mj/ip/97