En la joven democracia haitiana sólo hay tendencias, no divisiones, dijo en Italia Gerard Pierre Charles, líder de la Organización Política Lavalas (OPL), mientras en Puerto Príncipe parece imposible armar un gabinete ministerial.
Tampoco se sabe el resultado final de las elección de senadores del 6 de este mes, que podría estabilizar un poco el panorama político si la OPL -principal partido de la coalición gobernante- consolida su actual mayoría parlamentaria.
Con la calma de quien analiza hechos del pasado -no realidades explosivas- Pierre Charles parece considerar que el principal adversario del gobierno haitiano no es la antigua camarilla militar, sino el símbolo mismo de la democracia, el ex presidente Jean-Bertrand Aristide.
Haití nunca fue simple. Hay un presidente, Rene Préval, un estrecho aliado -y posible rival- de Aristide, con un gobierno de coalición encabezado por Rosny Smarth (OLP), quien a su vez se siente aislado tanto por Aristide como por Préval.
Aristide tiene "una visión paternalista, carismática, populista del poder, ligada a toda una tradición de caudillos", dijo Pierre Charles a IPS.
Por eso, afirma, prefirió olvidar los acuerdos económicos que él mismo firmó en el exilio para lograr la intervención de Estados Unidos en el restablecimiento de la democracia, y que ahora el gobierno del primer ministro Rosny Smarth intenta aplicar.
Se trata de los temas quemantes de la política económica y social haitiana: las privatizaciones, el recorte de gastos fiscales, el despido de empleados públicos, en la línea neoliberalista del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero Pierre Charles -un veterano sobreviviente de la lucha contra la dinastía dictatorial de la familia Duvalier- no culpa al FMI de los males profundos de la economía haitiana.
"Sabemos que el FMI crea perturbaciones, como en Venezuela y México, pero la degradación de la economía haitiana es tal, que ahora se trata de encontrar una política de repunte", dijo.
Tras 12 años de revueltas, parálisis y embargo económico, Haití "es un país enfermo, que necesita suero, incapaz de generar los mecanismos para su propia recuperación", agregó.
En otras palabras, precisa ayuda externa, créditos e inversiones, todo lo que se promete cuando un país pequeno hace noticia y se libra de una dictadura monstruosa. Pero esa asistencia -según Pierre Charles- duró sólo el tiempo que Aristide estuvo en el poder (septiembre de 1994 a marzo de 1996).
El dirigente señaló que Aristide contó con grandes sumas de dinero externo, que utilizó en crear empleos de utilidad pública que mejoraron temporalmente la situación de miles de personas, pero sin estructurar un plan de desarrollo.
Desde que Préval asumio la presidencia de Haití, en marzo de 1996, los fondos externos se redujeron dramáticamente, y se firmaron acuerdos con el FMI y el Banco Mundial para la privatización de las empresas públicas y la adopción de políticas de disciplina fiscal.
Aristide se distanció rápidamente de estos acuerdos y del gobierno, formando primero una fundación y luego una organización política propia, Fanmi Lavalas (Familia Lavalas), que debutó con candidatos propios en las elecciones de abril.
Al menos tres de los ministros de Smarth están vinculados a esta organización, dijo Pierre Charles, quien considera que existe una campaña para aislar a su partido y hacerle pagar el precio político de las medidas de ajuste economico.
Las próximas elecciones presidenciales tendran lugar en 2001, y en la reciente campaña senatorial algunos candidatos anunciaron la postulación de Aristide, sin duda la personalidad más popular en Haití.
Pero, aparte de la popularidad del ex presidente, Pierre Charles cree que los haitianos contemplan con escepticismo el desarrollo político -la abstención se calcula en 85 por ciento- porque "la democracia no ha dado de comer al pueblo, no le ha dado trabajo".
La frase no es retórica. El desempleo haitiano es de proporciones espeluznantes -70 por ciento-, en tanto que los salarios son irrisorios en un mercado cuyos precios se fijan más por los ingresos de los funcionarios extranjeros que de los criollos.
Pierre Charles estima que este año, si Smarth sobrevive a la ofensiva en su contra, se apreciarán los frutos del ajuste, entre ellos la inyección de unos 1.300 millones de dólares en créditos blandos comprometidos por el FMI, el Banco Mundial y la Union Europea.
También debería avanzar la institucionalización democrática, pues – dice Pierre Charles- las fuerzas del régimen militar y del duvalierismo dejaron de ser un peligro, político o militar, tras la deportación el año pasado de los principales cabecillas exiliados en Republica Dominicana.
Pero la democracia, como la política, tiene connotaciones propias en Haití, cuya población está desde siempre acostumbrada a sufrir, pero vibra profundamente con las radiaciones que emite el siempre blanco, reluciente y sórdido Palacio Nacional de Puerto Príncipe. (FIN/IPS/ak/ff/ip/97