ESTADOS UNIDOS: Debate por derechos humanos y libre comercio

Hace 200 años que se inició el debate en Estados Unidos entre los partidarios del libre comercio y los moralistas de izquierda, derecha y centro que se oponen al intercambio económico con gobiernos de conducta dudosa.

Hace 20 años, la política de derechos humanos del presidente Jimmy Carter frustró los intereses de los exportadores de armas de Estados Unidos en las dictaduras de América Latina.

Hace 10 años, las compañías estadounidenses de alta tecnología quisieron aprovechar las nuevas oportunidades de los mercados en los países ex comunistas, pero tuvieron que esperar hasta que el Departamento de Defensa (Pentágono) se convenció que sus equipos no serían utilizados en contra del mundo capitalista.

En la actualidad, las empresas de Estados Unidos están furiosas con las leyes de su país que les impiden concretar negocios en la economía mundial.

"Están dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero. Es codicia", observó el senador derechista del opositor Partido Republicano Alfonse d'Amato la semana pasada, en una instancia parlamentaria convocada para revisar el embargo comercial de Estados Unidos contra Irán.

D'Amato cree que Washington debe sancionar con mayor fuerza a Irán y Libia por su participación en el terrorismo internacional. Además, la derecha cristiana pretende negarle beneficios comerciales a China por su represión religiosa.

Finalmente, los activistas de los derechos humanos solicitan que el presidente Bill Clinton adopte una postura más dura hacia los regímenes militares de Nigeria y Birmania, para obligarlos a tomar el camino de la democratización.

Las empresas multinacionales se oponen a los "moralistas" y se basan en el crecimiento que tuvo el comercio exterior en la economía estadounidense, que pasó del 13 por ciento en 1970 a 30 por ciento en 1995.

"De ahí surgen los nuevos empleos", dijo el vicepresidente de la Cámara de Comercio Internacional, William Workman.

Las empresas pretenden eliminar todas las sanciones al comercio, especialmente las unilaterales que sostienen que tienen un costo de miles de empleos estadounidenses, aparte de las pérdidas en ganancias.

En marzo, la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM), hizo una lista de 61 leyes de Estados Unidos en los últimos cuatro años que sancionan unilateralmente a 35 países.

La coalición USA-Engage, integrada por 440 compañías y asociaciones de negocios, surgió luego del informe de NAM con el objetivo de oponerse a las sanciones.

Simultáneamente, el Instituto de Economía Internacional (IIE), partidario del libre comercio, reveló que las compañías de Estados Unidos perdieron de 15.000 a 20.000 millones de dólares en exportaciones en 1995 por sanciones económicas contra 26 países.

Europa, Canadá y Asia oriental aprovecharon las oportunidades comerciales que se prohibieron a los estadounidenses.

"Nos organizamos porque las sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos socavan el liderazgo del país, impiden la creación de empleos y causan pérdidas a la economía", dijo Donald Fites, ejecutivo de Caterpillar Inc. y presidente de Business Roundtable, exclusiva asociación de multinacionales.

Caterpillar, la compañía de equipamiento para la construcción, podría perder decenas de millones de dólares si se aprueban las sanciones contra China, Indonesia y Birmania.

Compañías como AT&T, con intereses económicos en Cuba, y Unocal, con proyectos en Birmania, están amenazadas por una posible prohibición de inversiones.

"Las sanciones unilaterales son instrumentos muy valiosos para respaldar los derechos humanos", dijo Holly Burkhalter, de Médicos por los Derechos Humanos y ex directora en Washington de Human Rights Watch durante casi 20 años.

"Es una forma muy efectiva de estigmatizar a los países. Washington tiene una responsabilidad especial de imponer sanciones contra gobiernos abusivos debido a su condición de potencia mundial", agregó.

"El pueblo de Estados Unidos piensa que su país es excepcional, con una misión muy especial en el mundo que tiene un elemento moral: nuestra política exterior tendría que hacer que el planeta fuera un lugar mejor para vivir", dijo el columnista del diario The Wall Street Journal, Irving Kristol.

El presidente Clinton apoyará el libre comercio en la próxima batalla que se concentrará en China este año.

Clinton, quien criticó al ex presidente George Bush en 1992 por no haber sancionado a China por su situación de derechos humanos, ahora sostiene el argumento que el intercambio comercial conduce a la reforma política.

"Estamos convencidos… que a medida que las sociedades se liberalizan económicamente, también lo hacen políticamente", dijo Clinton.

Sin embargo, los grupos que comparten las sanciones señalan que la situación de los derechos humanos en China se deterioró en los últimos años, inclusive después que las inversiones de Estados Unidos y otros países industriales aumentaron a una escala sin precedentes. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/aq/mj/if-hd/97

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