La decisión del presidente Bill Clinton que permitió a un fabricante de armamento de Estados Unidos entregar datos técnicos sobre aviones sofisticados a Chile es la primera en la reversión de una política de 20 años prohibiendo la venta de armas avanzadas a América Latina, según analistas.
La decisión, tomada esta semana, fue agresivamente buscada por grandes exportadores de armas de Estados Unidos durante más de un año, y podría desatar una carrera armamentista regional, advierten analistas.
Este viernes el Departamento de Estados insistió en que su política restrictiva de la venta de armas a América Latina no ha sido cambiada.
El portavoz Nicholas Burns explicó la decisión de brindar información a Chile como forma de que el país "pueda medir la obvia superiodidad de los productos estadounidenses ante otros aviones extranjeros".
Pero críticos y simpatizantes del gobierno se burlaron de esta explicación. "Es muy improbable que se haya permitido la entrega de información si no hubiera una decisión tomada sobre una venta", dijo Tom Cardamone, experto en armas convencionales del Consejo por un Mundo Habitable (CLW), con sede en Washington.
Chip Manor, vocero de prensa de Lockhedd Martin, fabricante del avión de combate F-16 Falcon, dijo que la medida "es un importante primer paso en permitir a empresas de Estados Unidos competir con empresas extranjeras en América Latina".
Chile tomará una decisión sobre la compra de 15 sofisticados aviones de guerra, por unos 500 millones de dólares, a fines de este año.
Los F-16 competirán con jets franceses y suecos, y con el F/A- 18 construido por McDonnell Douglas, otra grande estadounidense. A diferencia de Lockhedd, McDonnell Douglas no recibió autorización para entregar datos técnicos a Chile, pero fuentes de la empresa dijeron este viernes que aguardan la aprobación.
La prohibición de la venta de armamento avanzado a América Latina fue impuesta por el ex presidente Jimmy Carter cuando promovía los derechos humanos como elemento clave en la política exterior de Estados Unidos. En ese momento, América Latina era gobernada por dictaduras militares.
Durante los 20 años en vigor, la prohibición tuvo una excepción cuando en 1981 Lockheed pudo vender una flota de F-16 a Venezuela.
El resultado, destacan quienes respaldan la prohibición, fue una reducción de las tensiones entre estados en América Latina y el menor presupuesto de defensa como procentaje del producto interno bruto (PIB) entre las grandes regiones del mundo.
Pero ante la reducción de los presupuestos del Pentágono y ventas un tanto reducidas en los mercados de bonanza de Medio Oriente y el Golfo, los contratistas de defensa de Estados Unidos están ansiosos por vender a América Latina, en especial cuando la región emerge de la crisis de la deuda y comienza a atraer sustanciales inversiones extranjeras.
En juego hay gran cantidad de dinero. Además de los 500 millones de dólares que podrían llegar al ganador de la competencia por Chile, Brasil planifica comprar al menos 70 nuevos aviones, por unos 2.000 millones de dólares.
Algunos ejércitos latinoamerianos están impacientes por obtener otras armas de alta tecnología que durante tan largo tiempo les negó la prohibición, en especial helicópteros de ataque mucho más avanzados que las Blackhawks entregados por Washington a sus socios en la lucha contra el narcotráfico.
La apertura del mercado latinoamericano a estas ventas implica puestos de trabajo y ganancias para grandes fabricantes estadounidenses, pero quienes defienden el control del armamentismo afirman que no vale la pena ante los potenciales riesgos.
"El tema no es la creación de empleos, sino la estabilidad en el hemisferio", advirtió Los Angeles Times el año pasado.
El propio Consejo Asesor sobre Política en Proliferación de Armas de la presidencia sostuvo que los argumentos económicos siempre deben caer en segundo lugar en relación a las prioridades de política exterior.
Los críticos del nuevo cambio de política temen que se desate una carrera armamentista en América Latina.
Según Keith Krause, experto en ejércitos del Sur, la compra de parte de sólo un país de un sistema de armas puede "conducir a un espiral ascendente de gastos militares, la intensificación de conflictos por ideas del peor escenario y la concomitante disminución de la seguridad interestatal".
Cardamone afirma que esto es lo que sucedió el año pasado, cuando, a pesar de su papel como garante del tratado de paz entre Ecuador y Perú, Washington aprobó la venta a Ecuador de cuatro aviones israelíes Kfir que incluían tecnología estadounidense.
Aunque la justificación de la venta fue reemplazar aviones que se habían perdido o dañado, Lima la percibió como una nueva amenaza, y antes de fin de año, compró aviones MiG-29 y SU-25.
Pero la compra de Perú desató una nueva reacción en cadena. Aunque Chile ya estaba en el mercado de aviones de alto rendimiento en ese momento, el hecho de que su rival del norte los había adquirido impulsó su actitud ante Washington.
Si Chile compra aviones avanzados, Argentina, que ha presionado contra posibles ventas a Santiago, posiblemente sea presionada por sus militares para hacer lo mismo. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/lp/ip/97