Las videofilmadoras, manejadas clandestinamente, se convirtieron repentinamente en el más importante aliado de los derechos humanos en Brasil y, como tal, en el enemigo número uno de la violencia policial.
El secretario de Seguridad Pública de Rio de Janeiro, Nilton Cerqueira, acusóael crimen organizado, especialmente el narcotráfico, de estimular una "industria de filmaciones" para desmoralizar a la policía.
Su sospecha se basa en una investigación de la propia policía, que comprobó la venta inusual de más de cien cámaras de video en las últimas semanas en Bangú, un barrio pobre de la zona oeste de Rio de Janeiro.
En los alrededores de esa localidad fue que la Policía Militar torturó a jóvenes. Las imágenes de la vejaciones fueron exhibidas el día 7 por la red de televisión Globo, la de mayor audiencia en el país.
Las escenas fueron grabadas por un camarógrafo aficionado, tal como las exhibidas una semana antes por la misma Globo y que desataron una ola nacional e internacional de rechazo a la violencia y a la impunidad policial en Brasil.
Personas apaleadas, humilladas y baleadas gratuitamente, una de ellas asesinada, por policías en Diadema, ciudad obrera de la periferia de Sao Paulo, fueron mostradas el 31 de marzo en el principal noticiero televisivo brasileño, provocando una conmoción nacional.
El autor de la filamción, que mantuvo su identidad oculta bajo el seudónimo de Francisco para evitar represalias, recibió 10.000 reales (9.400 dólares) de la Globo por la cinta que le costó tres madrugadas de vigilia y el temor de ser descubierto.
Su obra llevó a diez soldados de la Policía Militar de Sao Paulo a la cárcel y apresuró la aprobación final de una ley que hace de la tortura un crimen específico y a tramitar otras leyes que buscan contener la impunidad de autoridades policiales que cometen delitos.
Por coincidencia, y para mayor intranquilidad de los violadores de derechos humanos, la Eletros, asociación de la industria electrónica, indicó que la venta de filmadoras de video en el mercado mayorista aumentó 478,72 por ciento en marzo, en comparación con igual mes del año pasado.
Ese desempeño de la industria se debe a un crecimiento sin precedentes en las ventas del comercio minorista. En Sao Paulo el aumento en el primer bimestre de este año fue de 158,28 por ciento, saltando de 8.116 unidades en enero-febrero de 1996 a 20.962 este año.
En Rio de Janeiro, la mayor red de tiendas de bienes electroelectrónicos, Ponto Frio, espera vender 42.000 cámaras de video este año, tres veces más que en 1996, basádose en el boom de ventas de los últimos meses.
La población de bajos ingresos, que antes no las compraba, se lanzó a ese tipo de consumo, ante la mejora de su poder de compra, la reducción de precios y las facilidades de crédito, tras la estabilización de la moneda operada desde 1994, explican los comerciantes.
La repercusión del trabajo de camarógrafos "aficionados" en los casos de violencia policial estimularía a quienes buscan una fuente de ingresos en las filmaciones informales.
La actividad ya cuenta con muchos de esos semiprofesionales de la imagen instantánea, siempre a la caza de oportunidades. La televisión es su mercado y la remuneración depende de la suerte o del olfato periodístico.
Un video con algunos segundos o minutos espectaculares puede producir hasta 1.000 dólares para su autor, según directores de periodismo como Laerte Rímoli, de Globo, Marco Antonio Siqueira, del Sistema Brasileño de Televisión (SBT), segunda mayor red nacional.
Programas sensacionalistas sobre criminalidad, como "Aquí y ahora" del SBT, constituyen los grandes clientes.
Para no depender sólo de la suerte, algunos camarógrafos se especializan, por ejemplo, en acompañar a los bomberos o la policía.
Romildo Menezes descubrió hace seis meses una mina de imágenes fuertes en la carretera de mayor flujo de tráfico en Brasil, la Via Dutra, entre Sao Paulo y Rio de Janeiro.
Se pegó a los Angeles del Asfalto, una organización de asistencia a víctimas de accidentes en la carretera para hacer su "cosecha" y obtener ingresos que se suman al que le proporciona su trabajo ewn una tienda de ropas.
Perseguir a la policía con cámaras ocultas pasó a ser otra fuente de éxito en la actividad. Pero tiene sus riesgos. Uno de esos camarógrafos escapó por poco de los balazos que le lanzaron polícias que descubrieron su escondite, según imágenes exhibidas por un canal esta semana.
Además enfrentan sospechas de complicidad con el narcotráfico, como sostuvo el secretario de Seguridad de Rio, blanco del movimiento de derechos humanos por haber premiado con remuneraciones adicionales a los soldados que maten a sospechosos. (FIN/IPS/mo/dg/ip-hd-cr/97