La recuperación económica parece abrirse paso en Cuba durante el sexto año de la peor crisis desde la llegada al poder del presidente Fidel Castro, aunque con contradicciones, desajustes y viejos y nuevos problemas.
Por un lado, aumenta la producción de los principales productos cubanos, como el azúcar y el níquel, y el turismo se abre paso como la primera fuente de divisas del país.
Por otro, persiste el desbalance financiero externo y el exceso de liquidez monetaria, la eficiencia sigue siendo una utopía en algunas empresas estatales y la dolarización dificulta el manejo de la economía.
"No hay duda de que se ha desarrollado una dinámica interna de recuperación y que nuestra situación es, aún en condiciones difíciles de período especial, mejor que la que teníamos hace dos años", dijo el vicepresidente Carlos Lage, a quien se señala como principal conductor de la política económica en Cuba.
Con el nombre de "período especial en tiempos de paz", el plan de ajuste aplicado por el gobierno en agosto de 1990 se ha convertido en Cuba en sinónimo de crisis económica.
La depresión afectó todos los renglones de la economía cubana y provocó en 1993 una caída del producto interno bruto (PIB) de 34,3 por ciento respecto de 1989.
Los primeros signos de recuperación aparecieron en 1994 cuando, según fuentes oficiales, el PIB creció 0,7 por ciento. La tendencia se mantuvo en 1995, con un crecimiento de 2,5 por ciento y en 1996, con 7,8 por ciento.
Expertos locales atribuyen la crisis a la conjugación de los efectos de la desintegración de la Unión Soviética y el bloque socialista europeo, el bloqueo de Estados Unidos y errores internos en la conducción de la economía.
Lage manifestó, durante una reunión del Ministerio de Economía y Planificación, que los indicadores de eficiencia tendrán que formar parte de los planes económicos estatales.
La planificación tiene que dirigirse a "mejorar la balanza financiera externa del país, hacer mucho más énfasis en la eficiencia y apoyar el avance hacia unas relaciones monetarias estables entre las empresas a partir de nuestra moneda nacional", dijo el vicepresidente cubano.
La ineficiencia de la empresa estatal cubana apareció entre las razones principales de la decisión gubernamental de emprender el año pasado una reforma empresarial que incluye la reconversión tecnológica y la eliminación del subempleo.
La dolarización de la economía cubana aparece como otra de las contradicciones que el gobierno del país caribeño tendrá que enfrentar más temprano que tarde, y que va mucho más allá de la doble circulación del dólar y el peso cubano.
Lage destacó que mientras en la circulación minorista se observa una tendencia a la revalorización del peso, la dolarización se mantiene en las relaciones entre las empresas sin que "haya condiciones para resolverla en corto plazo".
"Los mecanismos que han conducido a esa dolarización son los mismo que han facilitado el proceso de recuperación económica", añadió.
En Cuba se mantiene una tasa oficial de cambio de un dólar por un peso, pero en las casas de cambio abiertas por el gobierno la divisa estadounidense se cotiza a 21 pesos cubanos.
Desde 1993, los habitantes de la isla tienen acceso a tiendas que venden exclusivamente en dólares artículos que no se consiguen en pesos, y que van desde ropa y zapatos o equipos electrodomésticos hasta aceite de cocina o desodorante.
Al mismo tiempo, la apertura de los mercados agropecuarios e industriales con ofertas en pesos cubanos facilitó que la moneda nacional pasara paulatinamente de un cambio de 140 unidades por dólar, en agosto de 1994, a 21 en los últimos meses.
Expertos y autoridades consideran más preocupante la dolarización en las relaciones entre las empresas cubanas y las asociaciones económicas y empresas mixtas con capital extranjero que funcionan en la isla.
Consideradas como "el motor impulsor" de la recuperación, estas entidades que forman el llamado sector emergente de la economía suman más de 260 y realizan todas sus transacciones dentro del territorio nacional en dólares estadounidenses.
Lage aseguró que la descentralización de la dirección de la economía seguirá su curso no como una medida coyuntural sino "como un proceso necesario e inevitable del desarrollo y la modernización" económica.
El vicepresidente cubano dijo que las inversiones imprescindibles seguirán haciéndose con financiamiento externo y subrayó que la solución del problema de la dolarización tendrá que ser estudiada con detenimiento.
Las autoridades cubanas pretenden continuar su política de saneamiento de las finanzas internas a través de la recaudación de impuestos y sin producir incrementos de salarios que no estén plenamente justificados por incrementos de la producción. (FIN/IPS/da/ag/if/97